ENRIQUE BERRUGA*

NACIONALISMO Y HARTAZGO

Dos tendencias marcaron 2019: una seguida por los gobiernos y otra muy distinta por las sociedades. Los gobiernos enarbolan la bandera del nacionalismo, “mi país va primero” y, con ello, sus inclinaciones al proteccionismo comercial, el rechazo creciente a las migraciones, el cuestionamiento de los organismos y las soluciones multilaterales y, en buena medida, una búsqueda de respuestas en el pasado, ya sea para culparlo de los males del presente o para intentar emularlo. Ya no estamos en la lucha entre las civilizaciones, sino en la separación tajante de las culturas. Esa parece ser la principal oferta política e intelectual de quienes ocupan o desean acceder al poder.

Las sociedades, por su parte, muestran un agotamiento de la paciencia para obtener resultados en sus niveles de bienestar, mayor fricción tolerancia frente a la clase política, rechazo a los privilegios y la alta concentración del ingreso. Al mismo tiempo, dichas sociedades muestran una agenda de causas y demandas tan fragmentada como la que se observa en las redes sociales. Así, las protestas y demandas no son únicas y a menudo carecen de coherencia.

Los rasgos anteriores se han observado de manera acentuada en países como Estados Unidos, Chile, Reino Unido, Francia, España, Canadá y Brasil. México reúne buena parte de estas características, aunque el reclamo social ha sido, como es la costumbre nacional, más matizado que en otras latitudes.

*Director General Ejecutivo de Aspen Institute Mexico

ARMANDO GARCÍA*

LA “CONVULSIÓN DEL PROGRESO”

Podríamos caracterizar a 2019 con una analogía de las estaciones: del regreso de una lógica invernal de “Guerra Fría” a tres bandas en escenarios regionales y/o sectoriales geopolíticos entre el capitalismo y el antiimperialismo, siendo Venezuela un buen ejemplo, aunque no el único, guerras comerciales y parálisis de la OMC, a la primavera de “brotes verdes europeos” encarnada en las elecciones al Parlamento regional como forma de contener el auge de los populismos aislacionistas y el establecimiento de instituciones europeas con algo más de legitimidad para buscar que la Unión Europea (UE) asuma el papel de faro ante el aliberalismo que parece permear el cambio de década, en donde el Brexit se presenta como una “fruta pasada” que está al caer después de haber contaminado al árbol. En la segunda mitad del año, del verano “caliente” encarnado por Greta Thunberg al otoño ventoso de protestas desde Latinoamérica hasta Hong Kong pasando por Medio Oriente, frente al inmovilismo de una élite gubernamental que, sin importar el signo político, es incapaz de encontrar o proponer soluciones diferentes e imaginativas ante el hartazgo social y la aparente “obsolescencia programada” del consumismo antropogénico.

Es así como podemos decir que, a treinta años de la caída del Muro de Berlín, 2019 pasará a los anales de las relaciones internacionales como un año más de la convulsión e incertidumbre que provoca el “progreso” desbocado en el mundo.

* Internacionalista, profesor UIA-UNAM.

ULISES GRANADOS*

EL FACTOR DONALD TRUMP

2019 puede ser caracterizado como el año en que Estados Unidos, bajo el liderazgo del presidente Donald Trump, ha demostrado un gran impacto en la comunidad internacional. Trump profundizó este año el lento pero al parecer inexorable desmantelamiento del orden liberal internacional creado desde finales de la Segunda Guerra Mundial y bajo liderazgo de Washington. Estados Unidos es revisionista del orden económico y comercial internacional, revisionista de su sistema de alianzas militares con sus principales socios a nivel global, revisionista con sus socios de la región de Norteamérica, y está dispuesto a librar su más grande batalla por la supremacía global contra China en el ámbito comercial y tecnológico.

Asimismo, los eventos del año 2019 nos dejan una importante lección: los nacionalismos identitarios y étnicos pueden cobrar fuerza con gran rapidez en el mundo, causando inestabilidad, propiciando el genocidio y abriendo las puertas del terrorismo: la defensa de la democracia, el respeto a los derechos humanos y la igualdad son batallas que se libran día a día en todo el mundo.

* Coordinador del Programa de Estudios Asia-Pacífico en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM)

MAURICIO MESCHOULAM*

SEÑALES DE ENFERMEDAD SEVERA

Dos lecciones destaco del 2019 en lo internacional: La primera, el hecho de que a lo largo de todo el año estuvimos experimentando manifestaciones masivas en todas las regiones del globo —de Hong Kong a Ecuador, de Argelia a Chile, de Francia, Bolivia y Colombia, a Irak, Líbano e Irán— ocurriendo muchas veces de manera simultánea, lo cual no puede ser mera casualidad. Además de los evidentes temas locales e inmediatos que detonan la conflictividad social y política, estamos ante fenómenos y patrones que rebasan las fronteras nacionales. Pareciera que el sistema global está dando señales de enfermedad severa. La segunda, el aumento de la polarización, el odio y los crímenes cometidos por éste, así como el terrorismo de extrema derecha, alcanzaron en 2019 niveles insospechados. Nuevamente, se trata de fenómenos que no parecen tener fronteras y, a pesar de que se manifiestan de formas distintas en diferentes países, llama la atención la similitud de estos temas en sitios tan distantes y diversos.

En ese sentido, es probable que el rol de la diseminación de eventos, sentimientos y emociones como la frustración, el agravio o el miedo, con la velocidad y amplitud que se logra hoy a través de las tecnologías de comunicación a las que tenemos acceso, sea parte de lo que se tiene que sumar al análisis de las condiciones económicas, sociales y políticas —locales y globales— que marcan a los muy distintos sitios en donde estos fenómenos estuvieron y seguirán ocurriendo.

*Analista internacional
Twitter: @maurimm

FERNANDO NEIRA ORJUELA*

POLARIZACIÓN REGIONAL

El año 2019 pasará a la historia como uno de los periodos de mayores movimientos sociales a nivel mundial y en particular para el caso de América Latina. La región evidenció intensas movilizaciones de diferentes sectores poblacionales en gobiernos considerados de izquierda, como lo fue el despliegue de miles de inconformes que salieron a las calles en Nicaragua a protestar por las reformas al sistema de seguro social; en la sufrida Venezuela, donde prevalecieron los cacerolazos contra el régimen de Nicolás Maduro que lideró el autoproclamado presidente Juan Guaidó, pero que no prosperaron. Ni qué decir de la violencia social que desató el proceso electoral boliviano que terminó con el golpe de Estado a Evo Morales. Por otra parte, fueron históricas las manifestaciones de Chile contra décadas de decisiones económicas, sociales y políticas muy lesivas para amplios sectores de población y que tienen al gobierno chileno en una crisis política sin solución a la vista. También fueron relevantes las protestas ocurridas en Ecuador que pusieron en jaque al gobierno de Lenín Moreno por el intento de quitar los subsidios a los combustibles y, que lo obligaron a retractarse. Colombia no se podía quedar atrás y fue el escenario de un paro nacional al que le han seguido marchas y cacerolazos contra la corrupción, el asesinato de líderes sociales y defensores de derechos humanos, así como contra las decisiones económicas en detrimento de los sectores populares. Fue el año de la lucha social, de no creer en gobiernos ni en partidos, del ya basta, del sí se puede, del ya no más.

Son muchas las cosas que en materia de política internacional nos deja este año, pero hay que resaltar el hartazgo de amplios sectores de población de la región contra las medidas económicas neoliberales, los totalitarismos de derecha e izquierda, la constante corrupción, la violencia social imparable y el crimen organizado, el deterioro ambiental, así como la violación de derechos humanos hacia los migrantes entre otros aspectos. Y es ese liderazgo de estudiantes, población indígena, sectores populares, migrantes, el que hace de este año un momento a partir del cual los gobiernos actuales y futuros, así como los partidos políticos de América Latina, tendrán que replantear mucho de su accionar pues tal parece que nuestros pueblos no están dispuestos a seguir soportando tanta injusticia y desigualdad. Son otros tiempos, son tiempos de cambio.

Fue un año que deja a la región más polarizada que nunca, donde la izquierda y derecha, en su desenfreno de poder, han agudizado la crisis social, económica y política de la región, donde la defensa y ejercicio de la democracia han pasado a un segundo plano, donde ni la justicia, ni los órganos electorales se respetan, donde la violencia prevalece sobre el diálogo. No es una situación menor, es el control del poder a cualquier costo para el beneficio de unos pocos, para desgracia de todos.

*Investigador CIALC-UNAM

SOLANGE MÁRQUEZ*

RETROCESO DEMOCRÁTICO

2019 fue un año de consolidación para el retroceso democrático en una gran cantidad de países en todo el mundo. Cerramos el ciclo con la votación en la cámara baja del Congreso de Estados Unidos para iniciar el proceso de destitución al presidente Donald Trump, algo que difícilmente ocurrirá y que puede llegar a darle una mejor narrativa rumbo a su reelección en 2020. Por si solo el proceso ha dejado al descubierto a un presidente capaz de hacer cualquier cosa, incluso pactar con gobiernos extranjeros, en contra de sus adversarios políticos. En el Reino Unido el Brexit dominó la campaña electoral y ganó lo antes impensable: la apuesta más conservadora con Boris Johnson a la cabeza.

El cambio climático sigue claramente dominando la agenda de una gran cantidad de organizaciones de la sociedad civil. Greta Thunberg se convirtió en un símbolo a seguir por millones de jóvenes de todo el mundo que han hecho de los paros escolares “Fridays for Future” un símbolo de descontento. Sin embargo, el fracaso de la COP25 pone en claro que la agenda de los jóvenes activistas y de los científicos del IPCC está muy alejada de la agenda política y la de negocios. La economía mundial se desacelera y el 2019 cierra con la sombra de una posible crisis económica para el siguiente año.

*Analista internacional

ERASMO ZARAZÚA JUÁREZ*

PROTESTA Y BÚSQUEDA DEL CAMBIO

La población del planeta tiene, en mayor o menor medida, las características que Fukuyama contempló como pilares para el proceso de cambio; es decir, educación, aspiraciones al bienestar económico, a la seguridad y el deseo de reconocimiento individual. También son más conscientes de sí mismos, de los sistemas políticos, económicos y la crisis medioambiental, además de agregar una nueva realidad, la comunicación de masas, mediante las redes sociales que no se debe confundir con medios de información o desinformación.

Este 2019 se caracteriza por la búsqueda de ese cambio, ya sea progresivo o regresivo, es decir continuar con lo llamado posmodernidad o volver a lo tradicional. Pero al buscar este cambio la constante es la protesta en sus disertes versiones.

Los procesos de protesta y cambio son más rápidos que antaño y no sólo eso, el control y represión no existen como antes, la protesta crece y se viraliza por las redes sociales, por lo cual los Estados se autolimitan al uso de la fuerza. El activismo es mayor y constante, sobre todo de la mujer; se ve venir la segunda ola desde la revolución femenil del pasado siglo, la población es mucho más libre y lo ejerce de diferentes maneras: Hong Kong, Chile, Bolivia, Francia, EU, México, Rusia, etc., para donde se vea hay una protesta, ya sea no comprando o usando materiales contaminantes, bloqueado calles, tomando plazas, realizando paros y huelgas, pintas, sartenes, pañuelos verdes, cantando y bailando, usando chalecos amarillos, paraguas, mantas o una niña atravesando el océano.

*Docente e Investigador del Departamento de Estudios internacionales IBERO

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