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En Rioverde no hay tanta educación sexual ni de género y las personas no son tan abiertas de mente, coincidieron personas que son parte de la comunidad LGBTTTIQ+ y residen en este municipio de San Luis Potosí.
Ejemplificaron que los gays y las lesbianas generan “espanto” a los habitantes y que, además, cuando se ve a un joven vestido de forma “femenina” se tiende a pensar que es prostituto.
“Lo que hace falta aquí en Rioverde es una reunión abierta para todos y que alguien, profesional o que esté listo para hablar frente a todos, hable acerca de la comunidad, que no es una enfermedad, simplemente es una orientación y punto”, opinó Ana, quien es lesbiana.
A su vez, Sarah, una chica trans, indicó que este municipio está regido por la iglesia, por lo que se necesitan campañas de información sobre el tema LGBTTTIQ+.
Agregó que el salir del clóset en Rioverde es una experiencia que puede variar, pero siempre habrá cosas en común, como discriminación y hasta maltrato físico.
EL UNIVERSAL San Luis Potosí entrevistó a tres personas que radican en este municipio, quienes narraron cómo les comunicaron su identidad de género u orientación sexual a sus familiares. Estas son sus historias.
“Mis papás me dijeron que me iban a querer como soy”
En mayo de 2020, Dannyel le dijo a sus papás que era un chico trans.
En esa fecha la pandemia llevaba un mes en el país y él estaba viviendo en casa de su abuela, a quien cuidaba, por lo que recibía visitas de sus padres y hermanas.
El joven, quien vive en Rioverde y ahora tiene 21 años, estaba muy nervioso antes de hacerle el anuncio a sus familiares, tanto que ni comió bien.
“Yo estaba nervioso porque ya les iba a decir. Me acuerdo que ni comí bien porque yo ya quería decirles, ya quería quitarme ese peso de encima; me sentía bien estresado porque no sabía cómo iban a reaccionar”, dijo a EL UNIVERSAL.
Dannyel reunió a todos en un cuarto y ahí se puso a llorar, pero pudo decir que él en realidad se identifica como varón y no como mujer, sexo con el que nació.
Antes de comunicarle esto a sus familiares, el joven se lo confesó a sus amigos, quienes lo aceptaron: “Nosotros te queremos por cómo eres, no nos fijamos en eso”.
La reacción lo hizo sentir bien; sin embargo, hubo personas que sí tomaron su distancia.
Luego de escuchar el anuncio, los padres de Dannyel advirtieron que no iban a apoyarlo en su transición de mujer a hombre; le dijeron que a ver cómo le hacía, que a ver cómo se las arreglaba para llevarla a cabo, e incluso le pidieron que la realizara después de terminar la carrera de Diseño Gráfico que actualmente está cursando.
Tras esto, los progenitores y las hermanas del hombre trans se fueron, sin decir nada más.
Dannyel pensó que él tendría que hacerse cargo de todo solo y que, por ende, terminaría cargando con varios problemas emocionales.
Sin embargo, encontró apoyo en una mujer que le ayudaba a su abuela en las mañanas; con ella se desahogó.
Esa misma persona les comentó a los progenitores de Dannyel lo que éste sentía.
Dos semanas después, los padres del joven trans volvieron a ir a la casa de la abuela, para dejar el mandado.
Ese mismo día, ellos llamaron a su hijo con los pronombres y el nombre con el que él se identifica: “Dannyel”.
“Mis papás no son tan abiertos en eso y me abrazaron, me dijeron que me iban a apoyar y que me iban a querer como soy, que iban a hacer lo posible para que yo estuviera bien”.
El joven trans indicó que el comunicar tu verdadera identidad de género también es salir del closet, pues externas quién eres en verdad.
“Mamá, no te asustes. Yo sé que es algo nuevo para ti”
En el 2017, Ana le confesó a su madre que le gustaban las mujeres.
Apenas iba a cumplir 17 años cuando acudió a terapia debido a que tuvo un problema con un compañero de la preparatoria.
A la par, en esos momentos la joven conoció a una compañera de la escuela que le empezó a gustar, aunque no sabía porqué, pues “tampoco había sido informada adecuadamente sobre la comunidad”.
En terapia, Ana, quien es originaria de Ciudad Fernández, pero vive en Rioverde, le pidió ayuda a su psicólogo para poder decirle a su madre que le atraían las personas de su mismo sexo y el profesional aceptó, pero le advirtió que si su mamá era una persona de mente cerrada todo iba a ser más difícil.
Fue en una sesión terapéutica donde la joven hizo su anuncio:
“Mamá, no te asustes, yo sé que es algo nuevo para ti, pero creo que me gustan las mujeres”.
“¿Crees o estás segura?”, reviró la progenitora de Ana.
“No estoy segura de si sí o no, pero yo siento que sí”.
La madre de Ana empezó a llorar, la sesión terminó y ambas mujeres volvieron a su casa. Una vez ahí, la progenitora de la joven le preguntó por qué no le había dicho nada antes, y Ana dijo que tenía miedo de ser rechazada.
“Empezó a llorar de nuevo, me dijo que eso no era normal y se fue a su cuarto, y me dejó de hablar tres meses”.
Durante ese lapso, la mamá de Ana únicamente hablaba con ella lo necesario, lo que hizo sentir a la joven como si estuviera sola, ya que también es hija única.
Luego de esos meses, la comunicación entre ellas fue reanudándose poco a poco, pero el tema no se tocaba.
Dos años después, narró Ana a El Gran Diario de México, su madre la acepta más y la deja salir con su pareja, aunque, como toda mamá, le pone horarios. “[Hablar del tema] ya es como si fuera una plática del día… [Mi mamá] ya me apoya más que cuando empezamos”, expresó.
“Papá, yo no me siento como un chico”
El padre de Sarah es su familia nuclear.
Cuando ella, una chica trans, le comunicó a su progenitor que ella era mujer y no hombre, sexo que se le asignó al nacer, su papá le dijo que ya lo sospechaba.
La joven, ahora de 21 años, le pidió a su familiar que salieran a un lado para platicar y en dicha salida hizo su anuncio.
“Yo no me siento como un chico, siento que toda la vida he estado en un cuerpo que no me correspondía. Se quedó callado. Le seguí platicando, explicando, porque probablemente iba a tener muchas preguntas”.
En esa charla, Sarah externó que no se sentía cómoda con el hecho de que las personas usaran pronombres masculinos para referirse a ella ni que se le tratara con el género que se le impuso al nacer.
El padre de la joven trans se quedó callado un rato tras la explicación y preguntó: “¿Y te quieres operar?”
Ese cuestionamiento relajó a Sarah. Su papá le dijo que ya sospechaba sobre el tema, que él no la podía apoyar económicamente, pero moralmente sí. “Fue un respiro muy grande el escuchar eso”.
La joven trans considera que comunicar la verdadera identidad de género también se puede considerar como una salida del clóset, pero interna.
Sarah comentó a EL UNIVERSAL que en Rioverde a los miembros del colectivo LGBTTTIQ+ se les cataloga como “desviados” y se les sataniza.
“Me gustaría recordarles a todas las personas que ya salieron del clóset y a las que no que no hay nada de malo con ser gay, con ser lesbiana, con ser bisexual, con ser transgénero, son personas totalmente comunes…, no necesitan terapias de conversión, todo está bien con ellos, lo que está mal es el pensamiento de la sociedad”.
Hugo Bautista, director de la organización Cuenta Conmigo, consideró que el hecho de que las personas trans comuniquen su verdadera identidad de género también se considera "salir del clóset", pues es un momento en el que especifica con qué sexo se identifica.