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Con papel picado, periódico y engrudo, la familia Zamarrón, desde hace más de 20 años se dedica a hacer piñatas tradicionales para posadas y fiestas decembrinas, desde Soledad de Graciano Sánchez. Tras un año complicado por la pandemia de Covid-19, esta familia espera poder recuperarse económicamente con una venta superior a 300 durante la temporada.
María Guadalupe Zamarrón Alejo, realiza de manera artesanal, las tradicionales piñatas de siete picos que simbolizan los siete pecados capitales: pereza, envidia, gula, ira, lujuria, avaricia y soberbia; que se utilizan en las posadas navideñas con el fin de romper el mal que existe en la tierra, según la creencia católica.
Pese a que el trabajo parece fácil, para producir una piñata grande se requiere de al menos una semana para que la piñata pueda rellenarse de dulces, pues además de moldear la forma y el secado de la misma, se necesita también tiempo para la decoración que lleva cada una.
Aunque María Guadalupe, considera que es un trabajo laborioso y sucio, en el pequeño taller ubicado en la avenida Benito Juárez, una de las principales vialidades de Soledad, esta familia sigue empleando el engrudo casero, periódico, papel de china y crepé, así como el cartón para no dejar morir la producción artesanal de las piñatas.
María elabora estas piñatas en compañía de sus dos hijas y su esposo desde hace 10 años, luego de que su suegra le enseñara esta tradición familiar, que ha pasado de generación en generación desde hace más de 20 años; trabajo que les permite tener un ingreso extra en la casa.
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En el negocio familiar que montan año con año de noviembre a finales de diciembre, antes de la pandemia llegaban a producir y vender en su totalidad entre 600 y 700 piñatas de diferentes tamaños, sin embargo, durante el 2020 por las condiciones de restricción de movilidad y las dificultades económicas que dejó el Covid-19 en los hogares de familias potosinas, solo vendieron y realizaron 70 piñatas entre tradicionales y de figuras especiales que les solicitaron.
“Durante la pandemia no hubo venta, fue muy poca, estuvo muy solo, estuvo muy triste el año pasado. Este año se ve más movimiento que el pasado, pero apenas vamos iniciando, esperemos que se vendan todas”, comentó María Guadalupe.
Pese a que no contemplan un repunte en sus ventas, como las que tenía antes de la pandemia, aún con la posibilidad de mayor movilidad por la permanencia del semáforo verde en la entidad potosina; María dijo que su familia mantiene la producción debido a que para ellos es de orgullo y satisfacción el poder contribuir en que las familias potosinas puedan seguir conviviendo y teniendo un rato ameno en las posadas con sus piñatas.