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Haga este ejercicio mental: estacione en línea 37 tráileres de carga frente a usted. Llénelos, todos y cada uno, con carne de res. Ahora tire toda es carga en un basurero enorme, y haga lo mismo cada día durante un año.
Usted habrá tirado entonces, más o menos, 552 mil toneladas de carne al año. Sí, leyó bien: 552 mil toneladas de carne de res al año.
Ahora forme en línea frente a usted otros 19 tráileres, pero ahora llénelos con carne de pollo. En seguida tire toda esa carne al mismo enorme basurero, cada día, durante todo un año.
Al final, en este caso, habrá usted mandado al vertedero unas 275 mil toneladas de carne de pollo. ¿Otra vez?: 275 mil toneladas de carne de pollo en un año.
Estas cifras, de verdad difíciles de imaginar, están incluidas en el reporte Pérdidas y desperdicios de alimentos en México, elaborado por el Banco Mundial (BM), y no son las únicas.
A la carne desaprovechada deben sumarse millones de toneladas de otros alimentos para dimensionar, al menos intentarlo, la monstruosa cantidad de comida que se desperdicia en el país.
Estos son los volúmenes que cada año se desperdician de otros alimentos comunes en la dieta nacional:
- 2.8 millones de toneladas de tortilla (es decir, el 28.7 por ciento de la producción nacional).
- 2.6 millones de toneladas de pan blanco (43.1 por ciento de todo el pan de caja que se produce).
- 4.5 millones de litros de leche (también representa el 43.1 por ciento de la producción total).
- 1.3 millones de toneladas de huevo (el 37.98 por ciento de lo que se produce en el país).
- 927 mil toneladas de naranja (es decir, se pierde el 22.30 por ciento de la naranja que se produce).
- 925 mil toneladas de jitomate (igual al 39.30 por ciento de la producción total).
- 99 mil toneladas de pescado (que equivale al 38.71 de la producción nacional).
- 41 mil toneladas de carne de cerdo (el 40.19 por ciento del total), etcétera.
El total del desperdicio en México, un país con 53.4 millones de personas en pobreza, alcanza las 20.4 millones de toneladas anuales.
Esa cantidad de alimento desperdiciado, de acuerdo con el estudio del BM, podría cubrir la demanda de comida de por lo menos 7.3 millones de mexicanos que hoy viven en pobreza.
En términos económicos, el desperdicio le costaría al país 491 mil millones de pesos al año.
Ese dinero equivale a 12 veces el presupuesto de la UNAM en 2017, que fue de 40 mil 900 millones de pesos.
Con esa suma podrían construirse seis proyectos iguales al del Tren Interurbano que en breve conectará la ciudad de México con Toluca, la capital del estado de México. El costo final de ese proyecto se calcula en 78 mil 496 millones de pesos.
Un dato más, por si aún no alcanza a dimensionar el monto de las pérdidas económicas por el desperdicio de alimento, con los 491 mil millones de pesos que desperdiciamos en alimentos cada año se podrían construir 154 estadios como el que estrenó el equipo de futbol Rayados de Monterrey en 2015.
Leyó bien, podrían construirse 154 estadios como el del Monterrey… cada año.
Ese estadio, levantado en la capital de Nuevo León, tuvo un costo de 200 millones de dólares, equivalentes a 3 mil 174 millones de pesos, si la conversión se realiza con el tipo de cambio promedio de ese año, que fue de 15.87 pesos por dólar.
Las causas de desperdicio
Las 20.4 millones de toneladas de desperdicio mencionadas en el reporte representan el 34 por ciento de la producción nacional de alimentos, de acuerdo con el Dr. Genaro Aguilar, coordinador del estudio e investigador del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Para realizar sus cálculos, el reporte tomó en cuenta 79 diferentes alimentos, porque sólo de esos 79 había información estadística suficiente para aplicar la fórmula diseñada para realizar el estudio: como producción nacional, niveles de exportación e importación y consumo dentro y fuera de los hogares.
“Se consideraron sólo 79 alimentos porque eran el grupo con bases de datos sólidas. Si hubiéramos tenido datos sólidos de 120 o 130 alimentos, todos se habrían incluido en la muestra”, dice Aguilar. “Lo que es un hecho es que esos 79 alimentos son una muestra representativa de la dieta básica en México”.
Para poder llegar a sus conclusiones, los responsables del estudio aplicaron cuestionarios a cinco grupos de generadores de desperdicios de alimentos:
- productores
- transportistas
- comerciantes en centrales de abasto
- comerciantes al detalle (tianguis y mercados, por ejemplo) y,
- consumidores
Los cuestionarios fueron diseñados para encontrar las causas del desperdicio y permitieron identificar varias fuentes del derroche a lo largo de toda la cadena productiva.
- Infraestructura inadecuada.
Los agricultores mexicanos no tienen capacidad suficiente para almacenar sus productos. Tampoco tienen los equipos para transformar, por ejemplo, una excesiva cosecha de mango en jugos, mermeladas o frutos deshidratados que les permitan evitar el desperdicio.
La misma falta de infraestructura se refleja en el transporte, según Aguilar. No hay en el país suficientes camiones refrigerados para alargar la vida de los alimentos. El resultado es un enorme desperdicio también durante la transportación.
- Falta de capacitación de la mano de obra en todos los eslabones de la cadena alimenticia.
Los agricultores no saben producir adecuadamente los alimentos. Quienes empacan y transportan no saben cómo manipular debidamente los productos y los vendedores no están capacitados para evitar la merma.
“Que todos ellos lleven años o incluso décadas haciendo lo que hacen no quiere decir que sepan cómo hacerlo, o que lo hagan bien”, dice el catedrático. “Todos ellos piensan que la merma es natural, que la perdida es normal”. Y no es así.
- Falta de planeación en la producción que afecta los precios en el mercado.
Para ilustrar el punto, el coordinador del reporte del BM pone un ejemplo: cientos de productores de fresa cosechan al mismo tiempo, generando una sobre oferta de la fruta. Como consecuencia, se satura el mercado, los precios de la fresa se desploman, las ventas se detienen y el desperdicio llega omo un tsunami.
El estudio también identificó problemas en las últimas etapas de la cadena productiva, es decir, las que están relacionadas con la comercialización.
- Distribución y almacenamiento insuficiente
En México hay unas 66 centrales de abasto de alimentos, pero hay por lo menos 300 grandes ciudades, ergo: la capacidad de almacenamiento de comida es limitada y los alimentos tienen que viajar habitualmente más de lo deseable para cubrir la demanda de todos esos grandes centros urbanos.
El resultado, nuevamente, desperdicio.
La situación se agrava porque muchas de las centrales de abasto que existen tienen capacidades de almacenamiento limitadas, y además no tienen equipos de refrigeración para prolongar la vida de los alimentos.
- Consumo irracional
Especialmente en las grandes ciudades parece que nadie planea lo que va a consumir: ni los restaurantes, ni los hoteles con buffets, ni los responsables de hacer el súper para el horgar. Miles de toneladas de comida, dice Aguilar, pasan automáticamente de los refrigeradores domésticos o de los supermercados al bote de la basura.
Hasta un 70 por ciento del desperdicio de alimento en México, como en otros países en vías de desarrollo, se produce en las primeras fases de la cadena productiva, es decir, durante la cosecha, la transportación y el almacenamiento.
El 30 por ciento restante ocurre durante la comercialización al detalle y ya cuando la comida llegó a los restaurantes, los hoteles y los hogares mexicanos.
En países industrializados, la relación sería a la inversa: 30 por ciento en las primeras fases de la cadena productiva y el 70 por ciento en las etapas de venta y consumo final.
El paradigma equivocado de la superproducción
En el trance del despilfarro México no está solo. En nuestro país, como ya se dijo, el derroche equivaldría al 34 por ciento de la producción total de alimentos.
A nivel global el deshecho rondaría igual un tercio de la producción planetaria, de acuerdo con Renán Poveda, gerente de proyectos y especialista ambiental senior del BM.
Poveda es uno de los principales promotores del análisis del tema, indispensable para empezar a encontrar soluciones.
Él dice que el reporte sobre México es en realidad un estudio pionero, que abona al sentimiento de urgencia que debería prevalecer en el planeta.
“Incluso comparar los niveles de desperdicio entre diferentes países de Europa o Estados Unidos es difícil”, dice el experto, porque la información sobre este problema no es precisamente abundante.
Los resultados del estudio en México fueron presentados en Washington hace algunos meses, frente a responsables de bancos de alimentos y representantes de los gobiernos de varios países.
Como resultado de la presentación, Argentina, Colombia y la India apoyarán en el futuro cercano la realización en sus territorios de estudios similares al efectuado en México.
Pero ¿por qué fue posible que nuestro país y el mundo llegaran a tal nivel de desperdicio?
Genaro Aguilar, el investigador del IPN que coordinó el estudio del BM en México, asegura que en gran medida se debe a la vigencia de un paradigma de desarrollo que privilegió la abundancia en la producción de alimentos sin preocuparse lo suficiente por establecer una gestión adecuada de la comidaproducida.
En los años 70 y 80 (del siglo pasado), el vertiginoso crecimiento de la población obligó a que los desarrollos científicos y tecnológicos se avocaran de manera especial a incrementar tanto como fuera posible la producción de alimentos en el mundo.
“Esa fue y es hoy todavía la tendencia mundial”, dice Aguilar. “Todos los recursos institucionales se dedicaron durante décadas a producir más”.
Lo que puede concluirse del estudio en México y de lo que pasa en el resto del mundo es que ese paradigma no funciona más.
“El paradigma debe cambiar. Ya no debemos concentrarnos en producir más. El objetivo debe ser ahora mejorar los sistemas de distribución de los alimentos”, dice Aguilar.
La presentación de los resultados del estudio del BM están empezando a generar reacciones positivas.
Si el Estado mexicano lo toma como una prioridad, establecer el nuevo paradigma en el país podría tomar tan poco como 10 años.
Poveda asegura que el gobierno mexicano ha organizado ya un grupo de trabajo que estaría a cargo de definir una estrategia nacional para detener el desperdicio.
Los beneficios serían inconmensurables:
- Millones de personas que hoy no comen tres veces al día, podrían hacerlo.
- Producir y después desechar las 20.4 millones de toneladas de alimentos que cada año desperdicia el país genera emisiones de gases de efecto invernadero que equivalen al bióxido de carbono que producen 15.7 millones de autos en México en un año. Si se detiene el desperdicio toda esa contaminación dejaría de producirse.
- Para producir todo el alimento que tiramos se utilizan, de acuerdo con el reporte del BM, unos 40 billones de litros de agua, una cantidad similar a la que utilizamos todos los mexicanos en 2.4 años. Toda esa agua se ahorraría, nutriendo de manera importante nuestras reservas de agua para el futuro.
- Y los 491 mil millones de pesos que perdemos cada año podrían destinarse a …
La versión completa del estudio del BM se presentará en los primeros días de enero.