Paletas, chocolates y dulces no son las golosinas que conocen Luis y Carlos (nombres ficticios). El juego tradicional de las escondidas, para ellos, no terminó entre risas con un “te encontré, gané”, sino con la amenazante frase “eres mío, ahora me perteneces”, seguida de sorpresa y dolor que se convirtieron en parte de su vida cotidiana. En lugar de travesuras, a lo que se acostumbraron fue a los atropellos y la violencia, que degradaron su contexto infantil y los envolvieron en el abuso sexual.

Luis y Carlos cayeron en las redes del ex regidor del ayuntamiento de Torreón, Coahuila, Francisco José Meléndez Gurza, quien atraía niños a una finca con alberca ubicada en la colonia residencial Jardines de California de esa ciudad, para seleccionarlos como sus víctimas; algunos asistían con sus padres para divertirse sin problemas, pero los más desprotegidos, al final del día, terminaban por pagar la cuota. En el lugar varios pedófilos jugaban con ellos, les prometían que les regalarían “dulces”, en realidad droga, y les anunciaban que el primero en dormirse por su efecto sería objeto de “travesuras”, es decir, de ser sometidos al abuso sexual de Meléndez Gurza y sus cómplices.
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Las actividades deportivas son clave para que los niños desarrollen una vida normal (ALEJANDRA LEYVA. EL UNIVERSAL)

En octubre de 2017, Yezka Garza, procuradora para Niños, Niñas y la Familia del gobierno coahuilense, informó que el ex funcionario estaba en la cárcel y vinculado a proceso, a consecuencia de las denuncias presentadas en su contra por cuatro menores.

Sin embargo, la historia de abuso sufrida por Luis no comenzó en la finca, desde los cinco años fue violado por internos de una cárcel del norte del país donde se encontraba detenido su tío Manuel, al que visitaba con su madre Carmen, quien facilitaba que lo agredieran.

Después de un tiempo, las autoridades empezaron a investigar, puesto que Luis, ya adolescente, se involucró sentimentalmente con un tratante de menores. El joven desapareció, Carmen activó la Alerta Amber y fue encontrado en poder de los delincuentes; la procuraduría estatal se enfocó en la conducta de la madre y fue así como se descubrió que Luis había sido violado a temprana edad.

Luis es un ejemplo de la trata de menores en México y el mundo. Según el Reporte global sobre tráfico de personas 2016 de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC), los niños formaron 8% del total de las víctimas detectadas en ese año.

En el caso de Carlos, su abuela era quien lo prostituía por 40 mil pesos que cobraba a cada cliente, después de que su madre lo abandonó. Más tarde, Carlos fue presa del mismo tratante que se relacionó con Luis y así se conocieron, en el transcurso de sus “actividades normales”. El traficante les daba acceso a internet o videojuegos, a cambio de sostener relaciones sexuales con él y otras personas.

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Los menores agradecen la oportunidad que se les ha brindado para reintegrarse (ALEJANDRA RIQUELME. EL UNIVERSAL)

Un problema sin límites

Hasta la fecha, el lugar común en nuestro país es que la trata de personas se concentra en las mujeres, un sector de la población atrapado en la cultura machista y conservadora de la sociedad. Pero el problema, enfatizan especialistas, es mucho más amplio y se desconoce edades y géneros.

De acuerdo con el Diagnóstico sobre la situación de la trata de personas en México, realizado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) con datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), al menos 16 mil niñas y niños están sometidos a esclavitud sexual.

“México es uno de los principales países consumidores de pornografía infantil y eso es sin duda uno de los temas que más convoca a la indignación, pero por otra parte se halla la invisibilidad, el hecho de que no se asume que la pornografía infantil es el combustible que alimenta la demanda de niños y niñas para otros fines de explotación”, afirma Mario Luis Fuentes Alcalá, maestro en la Facultad de Economía de la UNAM y especialista en este fenómeno.

La CNDH ha identificado diversos factores que propician este delito, como la pobreza, la marginación, el desempleo, la falta de escolaridad, la desintegración o la disfunción familiar, la violencia doméstica, las desigualdades y la condición de migrante, así como la pertenencia étnica y otros aspectos culturales.

Ante el caso específico de los varones menores de edad que son blanco del delito, el organismo no gubernamental Comisión Unidos Vs Trata decidió dar un paso más, relevante, al establecer el primer refugio en México y América Latina para brindarles atención, a fines del año pasado.
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Carlos, uno de los niños que vive en el centro, es aficionado a la patineta (ALEJANDRA LEYVA. ELUNIVERSAL)

Con el objetivo de garantizar la protección de los niños, la ubicación del refugio es confidencial. Apenas en marzo, a escala internacional, se inauguró un segundo centro para niños varones en Carolina del Norte, Estados Unidos, precedido por otro que se ubica en Miami, también en ese país.

Rosi Orozco, presidenta de la Comisión Unidos Vs Trata, destaca que hay gran impunidad y ausencia de las autoridades en todos los niveles para enfrentar este lacerante problema: “La trata de varones menores de edad está en crecimiento porque ha existido una impunidad total”, recalca Orozco al ser entrevistada por EL UNIVERSAL.

“Abrimos el refugio porque no tuvimos corazón para decir que no, realmente no había recursos, no estaba planeado —señala—, pero cuando supimos de estos niños que no tenían un hogar a dónde ir, pues era su familia la que los había vendido, decidimos hacerlo”.

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