El cadete Jesús Geovanni Lizárraga Ramos, originario de Sinaloa, aprendió que la cetrería que se realiza en el Heroico Colegio Militar es para rehabilitar, no para la cacería, ya que fue hasta después de enlistarse que se enteró de esa labor que ahora lo apasiona.

El joven estudiante de la licenciatura de Administración Militar en el Colegio Militar, con rango de sargento segundo de Infantería, ayudó al nuevo Presidente a colocarse la banda presidencial, inició su capacitación con el acondicionamiento físico, después aprendió señas que debía realizar con el guante y con silbidos para que las águilas le obedecieran.

También aprendió que una de sus principales herramientas es un guante, hecho de cuero y hule, resistente a las afiladas garras de las águilas, que llegan a ejercer una presión de hasta 250 kilos.

El trato con estas águilas es el que ha hecho que uno de sus compañeros, Jonathan Sánchez, cadete cetrero con tres años de experiencia, las considere como aves que lo tienen todo: inteligencia, gallardía, fuerza, que es lo que debe representar a un soldado del Ejército mexicano.

Recordó que esa actividad lo ha llevado a participar en un par de ceremonias del 16 de septiembre, en lo que se puso a prueba su capacidad física y paciencia a lo largo de los 12 kilómetros del recorrido.

Así, mientras sostiene a Athena, de 3.5 kilos de peso, aseguró sin titubear que el águila real es la adecuada para representar el símbolo patrio.

Rehabilitar a un águila

Sujeta al brazo de uno de los cadetes -capaz de destrozarlo si quisiera- Apolo permanece en calma, después de que la sacaron de su jaula.

Es una de las 44 aves del Centro Nacional de Control y Protección del Águila Real, ubicado dentro de las instalaciones del Heroico Colegio Militar.

Mientras las garras aprietan el guante del cadete, Don Porfirio, como le dice con cariño el personal, explica la evolución que ha tenido el lugar, de Unidad de Manejo para la Vida Silvestre a un centro especializado.

“El águila real siempre ha significado poderío, libertad, muchas culturas lo tenemos, pero en México es muy especial porque es lo que realmente nos da identidad como mexicanos, y es increíble que esté en estas condiciones de cuidado especial”, aseguró.

El plan de manejo del lugar inicio a partir de 1998-99, pero hasta 2010 se logró constituir como Unidad de Manejo para la Vida Silvestre con el permiso como personas físicas con capacidad de recibir vida silvestre.

“El Colegio Militar hace conservación, es en el único (lugar) que no persigue fines de lucro, los animales llegan, se rehabilitan y quedan libres”, agregó.

Las 10 águilas reales, 16 aguilillas de Harris, 11 aguilillas de cola roja, dos aguilillas de Swuainson, un águila gris, 3 lechuzas de campanario y un águila Caracara son la población que alberga el lugar.

Muchas de las aves se las han entregado autoridades de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) o la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) durante decomisos, para que ellos se encarguen de rehabilitarlas y así poder regresarlas a la vida silvestre.

Ya que son animales silvestres que deben regresar a su hábitat y se les da rehabilitación clínica, física y conductual, dijo Don Porfirio.

El responsable del Centro, el oficial Marco Antonio Delgado Burgos, recordó que el lugar fue inaugurado hace poco más de un año, el 13 de febrero de 2017, día nacional del águila real.

Los trabajos de construcción iniciaron unos meses antes, en los que se consideró una clínica, oficinas administrativas, un edificio para alojar a personal médico-veterinario y a la tropa, y las jaulas de vuelo; además de las jaulas con las que se cuenta desde 2000 en las que pernoctan las aves.

Con un personal de seis a ocho elementos que trabajan a diario en los ejercicios y en la alimentación de las aves, el centro basa su rehabilitación en un sistema parental, en el que el ave ve a su manejador como su padre, quien de a poco debe independizarla, a pesar llegar a generar afecto por el animal.

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