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Ciudad de México.- La derrota priísta tiene nombre y apellido: Enrique Peña Nieto. Y el PRI como partido debe refundarse, no sólo reagruparse, incluso hasta cambiar de nombre coincidieron Carlos Loret de Mola, Salvador García Soto y Luis Cárdenas, columnistas de EL UNIVERSAL.
Al hablar sobre la debacle del Partido Revolucionario Institucional en el pasado proceso electoral, Loret de Mola dijo que la molestia de la ciudadanía en temas de inseguridad le cobró factura a la gestión de Peña Nieto.
“Si Enrique Peña Nieto logró hace seis años resucitar al PRI, en esta elección lo aniquiló”, aseguró el periodista.
Manifestó que el Revolucionario Institucional debe tomar una decisión central con respecto a su futuro, debido a que como marca política ya no es redituable y prueba de ello son los resultados electorales, del pasado domingo.
En tanto, Salvador García Soto, autor de la columna Serpientes y Escaleras, aseguró que los partidos políticos pagan por los errores de los gobiernos, y el 1 de julio se reflejó el hartazgo de la población contra la administración de Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, el columnista va más allá en su análisis al afirmar que el mandatario tomó malas decisiones con respecto a su partido, al imponer a un presidente como Enrique Ochoa y desplazar a priístas de cepa en el control y toma de decisiones del Revolucionario Institucional.
“Lo que pasó en el proceso electoral es parte del propio desgaste político, y, la debacle se atribuye al presidente Peña Nieto, sin duda, incluso estos resultados son los peores que ha tenido el partido en los últimos años”, explicó.
En su opinión, el siguiente paso que debe dar el PRI es recuperar el control del partido, reagrupar lo poco que quedó de la institución política como tal e incluso cambiar de nombre.
Asimismo, en este proceso, optar por una cuarta refundación y desaparecer “todo rastro actual de priísmo”.
A su vez, Luis Cárdenas recordó que Peña Nieto arribó a la Presidencia en 2012 por un voto de castigo a la guerra contra el narcotráfico de la administración del panista Felipe Calderón.
“Sin embargo, en este proceso electoral, el voto de castigo fue al hartazgo de la ineficacia, a la corrupción y a los excesos de mandatarios priístas como Javier Duarte, Roberto Borge y César Duarte.
Desde su perspectiva, va a ser muy difícil lograr la reconfiguración del Partido Revolucionario Institucional porque ya es parte de un sistema desgastado.
“El PRI tiene que reinventarse y comprometerse a la actualidad política del siglo XXI, de lo contrario, los priístas que se queden al interior tendrán que darle la extremaunción”, estableció.
Los columnistas de EL UNIVERSAL coincidieron en que el menos culpable de la debacle electoral fue el candidato presidencial, José Antonio Meade.
“Cualquier otro candidato, la hubiera tenido muy difícil, así fuera un priísta de cepa, en el caso de Meade fue la actualidad la que estuvo mal planteada, con un candidato ciudadano que no estaba en el partido y el partido que lo quería ciudadano, lo que reflejaba una percepción muy complicada”, concluyó Luis Cárdenas.