Carlos Monroy Sampieri, biólogo egresado de la Universidad Veracruzana, siempre quiso acabar  con la contaminación en el aire y atacar sus causas. “Empecé fabricando algo para los escapes de los coches”, recuerda el joven universitario.

Cuenta, entre risas, que empezaron “casi casi” ganando la feria estatal de ciencias o la del colegio con un proyecto que llamaba la atención y recibía buenas críticas en todas las competencias donde era presentado.

Unos años después creó la empresa BiomiTech con el objetivo de desarrollar sistemas capaces de mitigar la contaminación medioambiental en el entorno de la movilidad urbana. Desde 2016 están activos y actualmente tienen en su catálogo distintos productos.

Desde 2012, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó 7 millones de muertes al año a causa de la contaminación en el aire. En informes más recientes, reveló que 91% de la población  del planeta se encuentra expuesta a contaminantes atmosféricos.

Para remediar este problema de dimensión global, la empresa mexicana BiomiTech ha creado BioUrban 2.0, una torre que toma los contaminantes que están en el aire y devuelve aire limpio a la población.

BioUrban 2.0 es una construcción de cuatro metros que purifica el aire de contaminantes, como el dióxido de carbono, por medio del proceso natural de la fotosíntesis de microalgas vivas, durante las 24 horas de los 365 días del año.

“El sistema induce 3 mil 200 m2/h de aire contaminado, lo que funciona como alimento para las microalgas dentro de la torre”, comenta Jaime Ferrer, cofundador de BiomiTech.

Las algas que utilizan son una especie que ellos mismos han desarrollado y que tiene la capacidad de absorber grandes cantidades de contaminación.

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El Material Particulado, contaminante que abunda en las grandes urbes, proviene de obras en construcción, incendios, caminos sin asfaltar, etcétera, y se compone de partículas provenientes de reacciones químicas, como el dióxido de azufre, óxido de nitrógeno, amoniaco, carbón, cenizas metálicas, entre otros, y representa un gran peligro para los humanos. 
Informes de la OMS revelaron que causa enfermedades cardiovasculares, respiratorias y hasta cáncer. Actualmente una de cada ocho muertes en el mundo se debe a la exposición con aire contaminado.

Tan sólo en México mueren 14 mil 600 personas al año por la exposición de las partículas PM 2.5, según datos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).

El proyecto de BiomiTech ha sido reconocido a nivel mundial. Ganaron el Latam Edge Awards 2018 en Londres, Inglaterra, y recibieron el Reconocimiento a la Innovación Tecnológica dentro de la Contamination Expo Series 2018, evento diseñado para dar a conocer tecnología de vanguardia y soluciones de ingeniería que fomenten la prevención, detección y gestión de contaminantes en el aire en Birmingham, Reino Unido. En México ganaron el año pasado el  concurso Heineken Green Challenge.

Hace dos años, el primer sistema fue instalado en la ciudad de Puebla, a las afueras del Complejo Cultural de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), como parte de una iniciativa gubernamental.  En Monterrey, Nuevo León, la asociación Más Oxígeno recolectó el dinero para comprar un sistema por medio de la venta de playeras.

Otros más han sido colocados en Turquía y en la Universidad de Medellín, en Colombia, donde se realizan pruebas para ver si la torre puede operar en zona industrial. Uno más se encuentra en Londres para ser certificado y hace poco se inauguró el primero de 20 en Panamá. Éste fue pagado con dinero de los ciudadanos.

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El gran paso para iniciar

El primer concurso importante que Carlos y su equipo ganaron fue el Cleantech Challenge México, una competencia para empresas verdes en la que resultaron uno de los equipos finalistas. Para ese entonces no contaban ni con recursos ni con dinero. Posteriormente participaron en el Sloan Latin American Startup Competition, organizado por el MIT. Fue gracias a este concurso que empezaron a surgir las fuentes de inversión y que lograron captar la atención de los medios a nivel nacional.

Gracias a la organización internacional de Emprendimiento de Alto Impacto Endeavor fue que Carlos y su equipo coincidieron con una empresa de movilidad urbana con el objetivo de crear algo más grande que un filtro para el escape de los coches, innovar biotecnológicamente y concebir el primer sistema, a nivel mundial, capaz de lidiar con la contaminación ambiental. Entonces nació BiomiTech, y posteriormente BioUrban 2.0.

La primera etapa del proyecto consistió en el aislamiento de las algas y se realizó en la Universidad Veracruzana. Luego pasaron a un centro de innovación en Xalapa, donde crearon las patentes, y por último, en la ciudad de Puebla, comenzaron a trabajar ya sobre la idea de BioUrban 2.0 

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El producto sigue en pruebas, pero ahora en condiciones reales. Hasta el momento se cuenta con la credencial de la Entidad Mexicana de Acreditación y se tiene la patente como pioneros en el desarrollo de la biorremediación del aire por medio de microorganismos.

Carlos Monroy considera que es un gran reto estar a la  vanguardia en este tipo de soluciones. “Primero fue un emprendimiento, luego una empresa y luego al público”, declara el cofundador y desarrollador principal de BiomiTech. 

Tecnología inspirada en la naturaleza

Las torres no buscan reemplazar a los árboles, no podrían hacerlo. Carlos comenta que las comparaciones que se han generado entre un sistema BioUrban y un árbol se deben a la mala publicidad que han hecho algunos medios de comunicación.

Lo que BioUrban busca es limpiar el aire, y lo hace por medio de un proceso natural, como si fuera un árbol; sin embargo, “un árbol también da asilo a vidas, como las de los pájaros.

Genera otro tipo de beneficios, cosas que la torre no hace. Incluso compararlos con un árbol ha generado cierta incertidumbre y desconfianza”, señaló Carlos Monroy en entrevista con EL UNIVERSAL.

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Por cada BioUrban vendido se siembran 368 árboles en comunidades. Además la biomasa que se forma con los residuos de las algas tiene un alto contenido lipídico y proteico y puede ser utilizado para biocombustibles; todo es un sistema circular y, como todo filtro, BioUrban tiene un proceso de saturación. Los residuos de las algas deben ser retirados cada cuatro o seis meses; no obstante, los siguientes modelos podrían tener un diseño más automático que permita que los desechos sean depositados en jardineras de parques por medio de “goteros” e incluso un cosechador adentro.

Los desechos que la torre genera podrían ser reutilizados como abono para plantas; es a lo que Carlos Monroy llama “humedales inteligentes”. También se tiene planeado que los nuevos modelos cuenten con captador de lluvias y un cosechador de algas interno.

Un sistema BioUrban es capaz de introducir 3 mil m3 de aire contaminado por hora y expulsar la misma cantidad de aire limpio. Contribuye a la generación de energía solar, que es reinyectada a la red pública de la Comisión Federal de Electricidad. Incluso, por medio de accesorios, las personas pueden recargar la batería de sus celulares.

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También existen equipos diseñados para uso doméstico. La empresa brinda los consumibles de algas y así el usuario puede disfrutar de aire limpio en su casa. BioUrban 1.0, de un metro con 80 centímetros, es equivalente a la respiración de 28 personas por día y su precio compite con los filtros de aire convencionales en el mercado actual.

Además representa una inversión sostenible a largo plazo. Según datos del Inegi, en 2017 la contaminación atmosférica en México representó el mayor gasto ambiental, con un costo de 619 mil 114 millones de pesos.

BioUrban es un proyecto a favor del medio ambiente para promover el uso de autos eléctricos, la energía solar, reducir el consumo de combustibles fósiles y más. Es una pieza más dentro de todo lo que se tiene que hacer por el cuidado del aire y del medio ambiente. Sus desarrolladores esperan que pronto esta tecnología se expanda a distintos países con aliados capaces de operarla.

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