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Es un día ajetreado para el recientemente nombrado por el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, como representante diplomático ante la ONU, pero se da tiempo de recibir a EL UNIVERSAL en sus oficinas, donde empieza Ciudad Universitaria. Una escultura de un puma descansa en el jardín.
El ex rector de la UNAM se siente cómodo y abunda sobre las candidaturas independientes: se dio cuenta de que eran más un mito que una realidad. Hace falta una reforma, acepta, que evite que sean usadas por gente de partidos.
En la charla hace un balance del sexenio que termina y opina que el fenómeno de la corrupción es uno de los lastres que acompañarán al legado de la administración del presidente Enrique Peña Nieto.
La corrupción se expandió tanto, dice, que involucró a sectores que en otros años eran menos proclives a este flagelo, como el sector salud, en específico el Seguro Popular,del que ex gobernadores “se robaron el dinero” que era para comprar equipo médico.
Agrega a esta problemática la falta de credibilidad por otros casos, como el de la Casa Blanca y Ayotzinapa.
El ex secretario de Salud opina que es momento de legalizar las drogas en México y con la mayoría de Morena en el Congreso, esto podría darse en los primeros tres años de la 64 Legislatura, que inició el sábado. Eso sí, advierte, México no se irá por la libre, se observarán las convenciones y compromisos vigentes, con recomendaciones de la ONU.
De su misión diplomática, a invitación de López Obrador, detalla temas como la migración y su afectación a los niños; los derechos humanos —sin descalificar a las misiones que vienen a México a indagar algún caso—; la despenalización de las drogas y que la ONU acompañe procesos de licitación en aras de la transparencia.
Augura que PRI, PAN y PRD podrán reconstituirse, no en un plazo corto, siempre y cuando haya examen de conciencia y autocrítica.
¿Cómo acude a esta cita con la historia?
—Llego, la verdad, entusiasmado. Veo este resultado electoral como una nueva oportunidad. Me parece que estamos ante lo que puede ser un cambio muy importante en el rumbo del país.
En temas como los Cascos Azules, ¿esta política de no intervención de México se mantendrá?
—Lo que ha dicho hasta ahora el presidente [electo, Andrés Manuel] López Obrador es que sí incluye la no intervención como parte de su política exterior y lo ha señalado quien será canciller, Marcelo Ebrard.
Hace unos días, Olga Sánchez Cordero, próxima secretaria de Gobernación, anunció que México propondría ante la ONU replantear el asunto de la despenalización de las drogas. ¿Usted será el encargado de llevar el replanteamiento? ¿Cómo ha trabajado en ese sentido?
—Es un tema que, como usted sabe, lo hemos tratado desde hace muchos años en la universidad y con otras instancias. Creo que lo que va a ser muy importante, primero que nada, es que nosotros definamos, como país, con toda claridad qué es lo que queremos hacer, antes de llevarlo a otras instancias.
Tenemos que dejar en claro cuál es la nueva propuesta que queremos poner en marcha en México, porque cada droga es diferente. Entonces a mí me parece que si queremos abarcar todas las drogas va a ser muy complicado. Acabemos de avanzar, por ejemplo, con los temas pendientes de la marihuana, creo que antes de ir a un foro internacional sería muy bueno que el Congreso rescate, retome, revise algunas de las iniciativas que ya tiene en relación a la marihuana que se pueden actualizar.
La Corte, por ejemplo, acaba de negarle el amparo a alguien a quien detuvieron por poseer más de los 5 miligramos de marihuana establecidos en la ley. Entonces seguimos mandando gente a la cárcel por posesión de droga, no por tráfico, no por producción ilegal, por posesión. Necesitamos poner orden en esto primero, antes de llevarlo a las instancias internacionales. En el caso de la amapola, que otra vez está en la discusión, ¡qué bueno que estamos tratando otra vez estos temas!, hay una iniciativa ahora del congreso de Guerrero para que la propuesta llegue al Senado.
Desde su punto de vista, ¿México debe avanzar a esta despenalización de la marihuana y la amapola, paulatinamente? ¿Tenemos que ir hacia allá?
—Creo que sí y en lo personal favorezco un proceso paulatino y gradual. Yo sé que hay quienes sostienen que hay que dar el golpe de timón y hacer un cambio radical, algunos países lo han hecho. Creo que por la condiciones de México, tenemos que hacerlo gradualmente y en algunos casos también de común acuerdo con Estados Unidos, porque buena parte de la palanca que mueve la producción ilegal en México está de ese lado: la demanda. En el caso de la amapola no va a ser sencillo, porque ellos tienen también, y habrá que entenderlo así, una verdadera epidemia de consumo de heroína y de otros opioides sintéticos que les está causando una mortalidad muy alta, entonces no va a ser tan sencillo que vean con buenos ojos el que nosotros demos paso en lo que se refiere [a legalizar la] amapola, sin considerarlos.
Esta despenalización paulatina y gradual, ¿sería solamente para su uso con fines terapéuticos?
—Yo creo que en algunos casos también deberíamos incursionar en el área lúdica, porque el enfoque de salud de las drogas parte de un principio fundamental que a veces se confunde, y qué bueno que tengo la oportunidad de aclararlo. Parte del principio que uno tiene que ver es cuál es el daño que esa droga en particular le hace a la salud humana individual y colectiva. Como no todas la drogas le hacen el mismo daño a la salud, no podemos tener un solo criterio para todas ellas.
Yo creo que, por ejemplo, avanzar en la regulación de la marihuana con fines lúdicos es algo para lo cual México está preparado. Si tú me preguntas o si alguien me pregunta: ‘¿Está de acuerdo con que se usen drogas?’, por supuesto que no, como médico no puedo estar de acuerdo, pero lo que no quiero es que quienes las usen caigan en manos del crimen organizado necesariamente, lo que no quiero es que quienes las usen se vuelvan criminales, porque no lo son, en todo caso son consumidores.
Entonces, el Estado puede asumir un papel, yo diría, más agresivo, lo que pasa es que en lugar de estar combatiendo esto con helicópteros y con armamento, en esta guerra absurda que nos ha ocasionado cientos de miles de muertos y desaparecidos, pues vamos a tener una ofensiva social más inteligente desde una perspectiva de salud, en la que quien tenga un problema de adicción vaya a un centro de salud, sea atendido y no vaya a la cárcel, porque hoy por posesión de un poquito más de 5 gramos de marihuana, alguien puede irse a la cárcel por 10 meses o hasta por tres años. Eso es lo que hacemos con ellos.
Sin duda el panorama en el Congreso es inmejorable, Morena tiene mayoría. ¿Qué plazo de tiempo da para un marco regulatorio en drogas? ¿Serán los tres primeros años en los que pueda salir una ley que regule?
—Yo esperaría que sí, ahí es donde veo todo esto como una oportunidad. No quiere decir que con estas reformas se va a resolver el problema de las drogas, no, va a seguir habiendo drogas, va a seguir habiendo consumo, pero creo que el Estado va estar menos vulnerable si tiene una legislación que entienda mejor la dinámica social. ¿Alguien tiene la verdad absoluta? No, México tiene que construir su propio modelo.
¿Ve posiciones del gobierno entrante para encaminar en esa ruta?
—Es la posición del gobierno entrante y creo que entre todos podemos ayudar a que se vaya por la mejor ruta visible, porque no hay una sola ni hay una que nos diga: ‘Esta es la única que funciona’, ¿no?
El 1 de julio
¿A qué atribuye esta victoria de López Obrador? ¿Al hartazgo de la gente del sistema de partidos políticos que ya habían gobernado?
—A principio de año, publiqué un libro en editorial Grijalbo, se llama El Malestar Ciudadano y creo que ahí traté de explicar, desde mi perspectiva, no nada más de los hechos más relevantes, sino que le di un ingrediente sicosocial, metí factores sicológicos y emocionales en mi análisis para tratar de ver cuáles son las razones que subyacían a este malestar ciudadano. Y creo que en buena medida eso explicó el voto masivo a favor de López Obrador y en ese sentido, también para muchísima gente el voto resultó terapéutico, una suerte de catarsis colectiva, en donde frente al hartazgo, a la decepción, el coraje, la frustración, decidieron salir a votar por un cambio y quien representaba la mejor opción de cambio para la mayoría fue Andrés Manuel López Obrador.
¿Qué evaluación hace del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto?, que ya está próximo a terminar.
—Me cuesta trabajo hacer un balance general, porque no lo tenía yo contemplado, necesito, digamos, para tratar de ser justo... yo creo que sí deja muchos temas pendientes, pero, más allá de eso, creo que el gobierno del presidente Peña tiene una serie de circunstancias que le pesan mucho, casi desde el principio y de las cuales no logra recuperar credibilidad.
¿Cómo cuáles?
—Yo diría que el principal problema que tuvo que enfrentar ya el gobierno de Peña en el curso de los años es el de falta decredibilidad. La perdió en muchos aspectos, pues él mismo lo ha reconocido. Creo que el tema, por ejemplo, de la Casa Blanca le pesó mucho.
Creo que Ayotzinapa le pesó mucho. Cito estos dos, no son lo únicos, pero reflejan un poco lo que estoy tratando de decir, que pegan en la credibilidad personal, como es el caso de la Casa Blanca, y te pegan en tu capacidad para enfrentar, como Estado, un crimen que es a todas luces inadmisible y al cual a lo mejor tú no fuiste el responsable directo, pero te conviertes en responsable al no haberlo afrontado satisfactoriamente y se cometen muchos errores. Por ejemplo, estas comisiones internacionales que vienen dan sus puntos de vista, y acabas descalificándolas, linchándolas, se maneja mal.
Entonces, creo que a Peña [Nieto] lo que le pasa es que tiene estos problemas en la primera parte de su gobierno, no logra superarlos y esto explica, creo yo, la baja popularidad con la que sale, ¿no?
Ahora, esto no significa que no haya podido dejar algunas cosas buenas, yo creo que [para] juzgar a un gobierno, para ser justos, hay que darle un poco de perspectiva de tiempo.
Entonces mis impresiones son estas, creo que no pudo superar ciertos asuntos delicados que se le presentaron, perdió credibilidad y en buena medida esto explica mucho de lo que ocurre con su gobierno, pero también habría que decir, pues vamos a darle un poco más de tiempo, por ejemplo, yo no sé con precisión cómo quedan los términos del tratado bilateral que se acaba de firmar con Estados Unidos. A lo mejor es un buen tratado, vamos a ver. Sin Canadá, que a mí, digamos, no me deja un buen sabor, ojalá se sume en lo que viene.
Y la sombra de la corrupción, los gobernadores que no están en México son procesos penales que llevan muchos años, de repente no pasa nada...
—Pues fíjate cuánto pesó eso en el ánimo de la gente en la hora de la elección [del 1 de julio], yo creo que muchísimo. La corrupción se expandió tanto, se generalizó tanto que aun sectores dentro del gobierno, y lo tengo que decir porque los conozco bien, eran históricamente mucho más sanos, cayeron en la corrupción. El sector Salud es un buen ejemplo, lo que han hecho los gobernadores con los recursos del Seguro Popular es inadmisible.
Hay cuatro o cinco gobernadores, dos o tres de ellos ya presos, por malversación de recursos del Seguro Popular, seguro que iba para dar servicios de salud, se robaron el dinero de los tomógrafos, de los equipos de rayos X, hospitales vacíos sin equipamiento, que tenían el recurso, simplemente que éste no llegó, bueno, pues esta parte me parece que refleja muy bien hasta dónde llegó la corrupción, y sí, sin duda creo que será uno de los lastres que acompañarán al legado de este gobierno.
Porque lo hubo, ahí está, y se quedan muchos procesos también a medias. Ojalá en estos últimos meses, pienso que habría una buena oportunidad de medio compensar algunas cosas, los procesos de algunas de estas personas que están todavía en curso pudieran cerrarse. Sería una buena señal.