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Cuando el día apenas se alza en el mercado de la Ciudadela, ubicado a unos metros del Metro Balderas, los comerciantes empiezan a armar sus puestos para dar a Los Reyes el mejor regalo.
Es cierto, algunos lo admiten: las nuevas tecnologías, como las tablets y los smartphones, los han rebasado con las ventas, pero niegan que el trabajo hecho a mano muera. Incluso, apuestan por las tendencias de moda y por el ingenio mexicano.
Rosario, de 27 años, lleva cinco años vendiendo juguetes de madera originarios de Michoacán. La mujer comenta que en años pasados los juguetes tradicionales se vendían más, pero se dice entusiasta, pues la gente está mostrando interés por estos artículos y sus innovaciones que los hacen más accesibles para su uso.
“Está mejor la venta en comparación con años pasados. Bueno, tanto clientes como nosotros estamos regresado al pasado. La tecnología es lo mismo y a los juguetes de madera les van haciendo cosas diferentes y les llaman la atención a los niños.
“El trompo antes se jugaba con la cuerda y le tirabas, ahora ya lo hicieron como pirinola y lo hace más fácil.
“Antes los juguetes eran más difíciles de manipular. Ahora al balero le hacen una copa y con poca práctica no se rompen un diente”, bromea Rosario mientras juega con el juguete.
Para hacerlos llamativos también pintan los camiones de madera con las imágenes de películas populares de Disney, como Cars, además de las guitarras temáticas de la cinta Coco. Incluso, hay una versión de Jenga que, asegura Rosario, “se juega con más adrenalina”.
La comerciante pide a Los Reyes que compren más productos mexicanos para dar empleo a artesanos de toda la República que venden en la Ciudadela.
“Esta semana ya hemos visto cómo Los Reyes vienen a buscar el juguete mexicano”, comenta.
Entre los artículos favoritos de Los Reyes están las máscaras de luchadores famosos. La más solicitada, pese al paso del tiempo, continúa siendo la del Santo.
Los precios no varían de puesto en puesto, pues un trompo está entre los 30 y 50 pesos, al igual que los baleros.
Los juguetes más costosos que se ofertan en los alrededores de la Ciudadela son los cuadriláteros de lucha libre, con el Santo y Blue Demon incluidos, así como los roperitos para muñecas, con espejos en el interior, puertas decoradas en tonos rosas y pintadas con imágenes de la película Frozen. Estos artículos cuestan 200 y 300 pesos respectivamente.
Cerca del estacionamiento, don Jesús afirma que los videojuegos han repercutido en la venta, pero que aun así el negocio del juguete mexicano sigue floreciendo porque acercan a la gente a conocer su trabajo.
“Principalmente los papás son los que tienen que incluir a los niños en interesarse en estos juguetes.
“Sí les decimos que no hay que dejar que esta tradición se pierda, [hay que] consumir el trabajo hecho a mano”, dice don Jesús mientras manipula un balero.
Entre los negocios que se ubican en el mercado de la Ciudadela se pueden encontrar trompos, yoyos, pirinolas y tablitas mágicas.
Lo que más se vende es el trompo, yoyo, pirinola y tablitas mágicas, pero admite que los luchadores han perdido auge por los superhéroes.
“Aquí tratamos de no vender personajes gringos, porque con nuestros luchadores ya tenemos.
“Ellos son nuestros héroes desde que éramos niños. Hasta la fecha, en este puesto jamás dejamos de venderlos [a los luchadores]”, afirma.
Otro artículo que es muy solicitado por Los Reyes son las máscaras de lucha libre, explica Plácido, quien tiene su puesto frente al de don Jesús.
“Las máscaras de lucha libre están remontando por morbo y por el show. Por el morbo, por ejemplo, vienen por la de Mr. Niebla, quien acaba de fallecer”, asegura el comerciante.
Las favoritas de los niños siguen siendo la del Místico, Rey Misterio y Sin Cara. Plácido oferta la máscara convencional, la cual elabora en su propio taller, ubicado cerca del mercado, además de la semiprofesional, que es más cara.
Los juguetes tradicionales, afirman locatarios, antes eran más demandados, pero no ha bajado tanto su venta en esta temporada.
“La semiprofesional es de licra coreana y la económica es la de esponja.
“El trabajo de la coreana es más elaborado y con más detalles”, detalla Plácido mientras presume algunas sutilezas que pone en las máscaras.
El precio de la económica oscila entre los 80 y 100 pesos. La que cuesta más es la del Santo, pues es la más solicitada en máscaras de esponja.
La semiprofesional, que cuenta con más empeño y tiempo en su elaboración, describe Plácido, cuesta entre 300 y 350 pesos.