Hermosillo.— Antonio de Jesús Barragán Bórquez, doctorante en Desarrollo Regional del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), obtuvo el primer lugar en el sexto Concurso Nacional de Investigaciones Criminológicas 2018 con su trabajo Adolescentes sicarios en internamiento.

Previo a la premiación del certamen convocado por el gobierno federal, a través de la Coordinación General de Prevención y Readaptación Social, el joven manifestó sentirse complacido de que el esfuerzo académico que inició en el Colegio de Sonora, donde estudió la maestría en Ciencias Sociales —y que ahora continúa en el CIAD bajo la dirección del profesor Guillermo Núñez Noriega—, rinda frutos.

En su ensayo, Barragán Bórquez señala que el sicariato es un fenómeno que demanda ser estudiado desde una perspectiva integral, pues, a través de las entrevistas que realizó a jóvenes de 14 a 20 años internos en el Instituto de Tratamiento y Aplicación de Medidas para Adolescentes (Itama) en Hermosillo, Sonora, constató que los factores sociales y culturales influyen fuertemente en la adhesión de personas a grupos delictivos.

Puntualizó que los entrevistados le confesaron que no ingresaron al crimen organizado motivados por satisfacer carencias económicas, sino por el interés de pertenecer a esos grupos que se caracterizan por la violencia, lujos materiales y una serie de elementos culturales relacionados con el narcotráfico.

Agregó que, para fortalecer la prevención, el tratamiento y evitar la reinserción de los menores de edad a círculos delictivos, es imprescindible conocer el entorno social y familiar de los delincuentes, así como entender los procesos de “narcoculturización”, con el objetivo de diseñar estrategias que permitan anticipar un perfil primodelincuente, así como incrementar la tasa de éxito en la reinserción social.

Barragán Bórquez indicó que durante su formación doctoral tiene previsto estudiar la percepción ciudadana sobre la seguridad y la cultura en Sonora.

Jóvenes sicarios son parte de la estadística fatal

Miles de jóvenes y niños mexicanos son utilizados por el crimen organizado para cometer delitos. A los siete meses en promedio, terminan torturados, muertos o en la cárcel.

Hasta el mes de septiembre, en Sonora, 90 jóvenes entre 15 y 24 años de edad han perdido la vida víctimas de arma de fuego, según estadísticas de la Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJE).

En tanto, seis personas fueron vinculadas a proceso por homicidio mediante el uso de arma de fuego. En la mayoría de los casos relacionada al narcomenudeo.

En función de esta realidad se busca hacer conciencia en la juventud sobre este tipo de actividades, puesto que no deben ser vistas como una opción de vida, porque conduce a perder la libertad o la vida misma, expresó la fiscal sonorense, Claudia Indira Contreras.

Testimonio de un sicario

Apenas tiene 23 años; purga una condena de 25 años en un penal de Sonora, pero los recuerdos serán su principal prisión tras una desafortunada decisión que tomó cuando fue enganchado por Facebook para enlistarse como sicario.

“Mis padres se separaron, mi mamá se fue con un señor, mi papá se fue, mi mujer y mis hijos se fueron, mis hermanos se fueron, todos se fueron, me dejaron solo”, cuenta.

“Cuando encontré un anuncio en Facebook, dije: ‘Es para sembrar marihuana, en dos o tres meses vuelvo, pero eso no pasó, todo fue al contrario. Ellos te dicen que después de tres meses tú vas a bajar, si quieres volver, vuelves, pero no, no me dejaban, al que se iba lo mataban; así de simple, lo mataban frente a nosotros para que viéramos lo que iba a pasar si nos íbamos.

“Yo los miraba con mucho miedo a ellos y me decían: ‘Con ganas cabr...n, con ganas, sin miedo’.

“Me dieron un arma que no servía. A pesar de que el rifle no jalaba, lo hice que jalara y nada más a la persona que me tiraba era a la que yo le tiraba, pero esa vez me tocó la de perder... Salimos vivos, ellos murieron, eran demasiados para nosotros, salían de todos lados, pero a todos los matábamos.

“Después yo me enojé conmigo mismo porque ese rifle no jalaba, yo estaba ahí, sólo sé que salí de ahí, les serví como carnada”, reflexiona.

“Dije: ‘Han de venir estos batos a rescatarme, a lo mejor sí vienen, no pierdo las esperanzas de que esos batos, los que se decían compañeros, los que se decían hermanos (…) volvieran, pero no volvían, no volvieron, nunca me apoyaron, todo lo contrario, me dejaron abajo, por eso estoy aquí [en la cárcel]”.

Lamenta su vida. Soportó ser tratado como esclavo, ser torturador y torturado; además, lo perdió todo: esposa, hijos, familia y amigos... todo se le fue en un segundo.

“Lo que hay en Facebook son puros sicarios de fantasía, puros sicarios de papel. De ahí sales dañado psicológicamente porque miras las torturas que te hacen y le haces a los demás, porque si no las haces te las hacen a ti”, narra.

Cuando salga de prisión, sus hijos ya estarán grandes. Actualmente, uno de ellos va al kínder y una de las cosas que más lo hacen sufrir es no poder llevarlo a la escuela.

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