En febrero de 2018, Alfonso obtuvo un permiso para importar aceite de cáñamo. Quería ayudar a Cecilia, su mamá, a aliviar los dolores provocados por la artritis. Su sueño se truncó al enterarse de que debía pagar más de 5 mil pesos por el producto.

Las páginas de ventas por internet se convirtieron en su opción, ahí consiguió un frasco de tintura de marihuana de 40 miligramos por mil 800 pesos. Recuerda que al principio su mamá tuvo mejoría, pero luego de unos meses, las gotas ya no le hicieron efecto. Ahora Alfonso no sabe si lo que compró en realidad tenía cannabis.

Con precios que van de los 580 hasta 5 mil pesos, sitios como Mercado Libre, Amazon y algunos grupos de Facebook ofertan productos a base de marihuana; sin embargo, especialistas consultados por EL UNIVERSAL afirman que no es posible aplicar un control de calidad para verificar si contienen las propiedades de la planta.

Además, los expertos lamentan que la falta de regulación ponga en riesgo la salud de los pacientes que requieren de este tipo de medicamentos.

“Los enfermos pagan la peor factura. Al dejar el mercado sin regular puede entrar cualquier cosa, desde un producto maravilloso hasta uno de mala calidad que sólo engañe a la gente, esa la más grave afectación.

“Si buscas en Google te salen por lo menos 500 productos de diferentes marcas y no se sabe si tienen análisis de toxicidad, de metales pesados, pesticidas, cuánto tienen de cannabidiol [CBD], de tetrahidrocannabinol [THC] y no sabemos cómo puede impactar en el paciente”, dice Luis David Suárez Rodríguez, presidente de la Asociación Mexicana de Medicina Cannabinoide.

Amaya Ordorika Ímaz, integrante del colectivo ReverdeSer, comenta que al no existir un reglamento para el uso medicinal de la marihuana se genera incertidumbre jurídica y coloca a pacientes e interesados en la industria en el limbo, además de poner en riesgo a aquellos que compran a través de internet, porque no tienen garantía sobre lo que consumen.

Todos estamos en el limbo. El retraso en la publicación del reglamento ha generado vacíos en la comercialización de estos fármacos y niega a los pacientes un acceso seguro.

“Quienes compran en internet no tienen forma de saber si lo que adquirieron contiene las propiedades de la marihuana o si les dan gato por liebre. Claro que hay pruebas, pero son muy costosas”, menciona.

Para Jasiel Guerra, director de Fundación Ananda, el retraso en la publicación de los lineamientos para uso medicinal no sólo impacta en que los pacientes compren de manera clandestina y sin saber qué es lo que compraron, sino también en la falta de profesionalización médica.

“El reglamento permitirá que la gente esté informada y no salga a comprar gotas que venden por ahí, ya sea en la red, en bazares o bien que se pase información de boca en boca. Es muy importante que un profesional de la salud le dé seguimiento al tratamiento del paciente para evaluar y dosificar el aceite de cannabinoide adecuado.

“El que México no cuente con personal de salud rebota en la regulación, no existen materias en las facultades de Medicina que se enfoquen a este tipo de tratamientos”, señala.

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Foto: Tomada de Internet.

Reglamento, retrasado y revocado

El 27 de junio de 2017, Julio Sánchez y Tépoz, entonces titular de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), anunció que el 16 de diciembre de ese año el mercado mexicano se abriría a la comercialización de productos a base de marihuana, lo que haría posible que en farmacias se vendieran medicamentos de ese tipo y así habría más acceso y disminución en los precios.

Con un retraso de más de 10 meses la reguladora dio a conocer, el 30 de octubre de 2018, una serie de lineamientos en los que estableció que la elaboración, preparación, acondicionamiento, adquisición, posesión, comercio, transporte en cualquier forma, suministro, empleo, uso y consumo de la cannabis se realizaría sólo con fines de investigación médico-científica, mientras que para la siembra, cultivo y cosecha únicamente se podría hacer con fines médicos, pero esto nunca se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF).

En marzo de 2019, tres meses después de que Andrés Manuel López Obrador asumió su cargo como Presidente, la Cofepris revocó dichos lineamientos “por haber excedido su propósito al autorizar la comercialización de diversos productos con derivado de la cannabis en usos distintos a los médicos y científicos”.

El tema quedó en el olvido hasta que el pasado 14 de agosto, luego de que una madre de familia solicitó un amparo para importar un medicamento con THC, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ordenó a la Secretaría de Salud (Ssa) emitir un reglamento que permita el uso medicinal de la cannabis.

El calendario corre

La dependencia que encabeza Jorge Alcocer Varela tiene como fecha limite el 20 de enero de 2020 para publicar las reglas del juego. Especialistas esperan que éstas sean claras, que impulsen el nacimiento de una industria nacional que no sólo daría beneficio a los pacientes quienes conseguirían sus fármacos más baratos, también posicionaría a México como líder del mercado cannábico.

“Estamos en un momento histórico en el tema de la cannabis, porque hay que regular una nueva cadena de producción desde quien siembra, cosecha, transforma y vende.

“En nuestro contexto, el combate a esta planta ha resultado en graves violaciones a los derechos humanos. Hay que subsanar los daños de la prohibición, claro, implementando medidas como el fomento al campo mexicano, protegiendo la industria nacional y negando el acceso a menores de edad”, considera Ordorika Ímaz.

El presidente de la Asociación Mexicana de Medicina Cannabinoide señala que la publicación del reglamento del uso medicinal de la marihuana obedece a un tema de justicia social y también impulsaría la investigación clínica, lo que ayudaría a erradicar mitos alrededor de la planta.

“Le están llamando a la marihuana ‘el oro verde’, porque donde la siembran hay dinero. Ojalá que esas comunidades que han sido golpeadas por la guerra contra el narcotráfico puedan beneficiarse con la nueva ley, es un tema de justicia social.

“El reglamento fomentará la investigación, sabremos en qué enfermedades ayuda o no el uso de la cannabis y se eliminará el mito de que la planta cura todo, eso no es cierto. Es muy útil, pero hay que entender que su uso debe ser individualizado, para eso necesitamos la reglamentación”, explica.

Hasta noviembre de 2018, la Cofepris recibió 588 solicitudes para uso lúdico y personal de la marihuana, de las cuales nueve fueron autorizadas por la SCJN y 180 desechadas. La reguladora otorgó 305 permisos para importar medicamentos derivados de la cannabis.

Pacientes, en espera de lineamientos

Alfonso sujeta las manos de su mamá con fuerza y pide a la Secretaría de Salud que no se tome los seis meses que le otorgó la Corte para emitir el reglamento. Confía en que el lineamiento fomente la industria nacional y que los costos del aceite de cáñamo sean más baratos. Mientras eso ocurre continuará en búsqueda de alternativas para aliviar los dolores que la artritis le provoca a Cecilia.

“He visto tutoriales para hacer tinturas de marihuana, lo difícil es conseguir la planta y extraer el aceite, pero conozco a varias personas que ya son capaces de crear su medicamento y eso no los convierte en criminales, no son narcotraficantes.

“Es feo que lo hagan a escondidas, porque no existe una vía legal, el gobierno no ha entendido que no todos podemos pagar la importación, por eso recurrimos a las ventas por internet, a los videos, no es lo ideal, pero es lo que tenemos”, expresa Alfonso.

Cecilia es sólo una de los cerca de 11 millones 700 mil mexicanos que podrían beneficiarse del uso de tratamientos médicos a base de cannabinoides, de acuerdo con María Fernanda Arboleda Castro, especialista en Medicina del dolor y cuidados paliativos por la Universidad McGill, de Canadá, quien alertó sobre la falta de profesionalización en la materia como consecuencia de una regulación fantasma.

“Sabemos el gran potencial que tiene la terapia cannabinoide en diversos pacientes, en el control de síntomas asociados a las enfermedades y a los tratamientos, así como a una mayor estabilidad emocional y por un mejor afrontamiento de la enfermedad, pero no nos estamos especializando en la marihuana debido a la falta de regulación”, detalla la experta.

Enfatiza en la necesidad de que los médicos se especialicen en tratamientos cuya base sea la cannabis y aprendan a prescribirlos, pero para que esto sea posible debe existir una regulación oficial y desestigmatizar el uso de la marihuana con fines medicinales.

“Los médicos somos responsables de la prescripción de tratamientos a base de cannabis medicinal, que deben ser productos respaldados por la evidencia científica, con estandarización en su calidad y regulados, por lo que tener un marco legal es fundamental, no sólo para los pacientes, sino también para los especialistas”, comenta.

Arboleda Castro considera una negligencia por parte del Estado la inexistencia de un reglamento, porque eso ha derivado en ventas clandestinas, en laboratorios que los pacientes improvisan en sus casas para extraer el aceite de cannabis sin tomar en cuenta los riesgos a la salud.

“Sabemos de pacientes que ya buscan y acceden a productos en internet, mercados e incluso en estaciones del Metro sin saber del riesgo que representa consumirlos al no estar regulados, recordando que a la planta de cannabis le crecen hongos, bacterias, hay pesticidas, metales pesados, contaminantes e incluso ya se presentan casos reportados en literatura médica de infecciones fúngicas, sobretodo en pacientes inmunosuprimidos y es responsabilidad del Estado garantizar un acceso seguro a estos tratamientos”, afirma.

Alfonso reconoce los riesgos de comprar productos derivados de la cannabis en internet, pero insiste en que es su única opción para que su mamá tenga una mejor calidad de vida.

Indica: “Ver cómo se contraen sus articulaciones, el reflejo del dolor en su cara, es como si yo lo sintiera. Como familiar de un paciente que requiere de estos medicamentos sólo pido un reglamento que me permita conseguirlo de una manera más barata y sin ese estigma de hacerlo por una vía ilegal. Buscamos salud, no una adicción.

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