Tucson, Arizona.— Mientras en territorio mexicano las autoridades barajan hipótesis sobre el asesinato de nueve personas —tres mujeres y seis niños— de la familia LeBarón en los límites entre Sonora y Chihuahua, la calma marca la pauta afuera del hospital Diamond Children’s Medical Center en Tucson, Arizona, donde ayer permanecían internados tres menores, sobrevivientes de la tragedia.

Dos niñas fueron dadas de alta el miércoles para que puedan asistir hoy a los funerales que se realizarán en el rancho La Mora, ubicado en el municipio de Bavispe, Sonora.

Los tres menores permanecen hospitalizados y uno de ellos, Cody, fue sometido a una nueva cirugía, reveló Leah Langford Staddon, familiar de las víctimas.

“Lo que pasó nos deja sin palabras, es espantoso”, dijo una de las pocas personas que se atrevieron a hablar de la situación de sus sobrinos.

“Es muy fuerte lo que pasó, muy triste, muy difícil, es muy difícil para uno asimilarlo y más para los niños, ¿qué se les dice para calmarlos cuando vieron morir a su madre?”, expresó por teléfono otra de las tías de los menores, quien prefirió quedar en el anonimato.

Al resto de la familia se le ve entrar y salir —sin querer hablar— del hospital pediátrico. Ver a los menores recuperarse representa la esperanza de que la vida debe continuar, aun con el peso de los hechos, las preguntas sin respuesta y la frustración de quienes exigen al gobierno de México una acción contundente ante el crimen, que algunos medios internacionales han calificado como terrorismo doméstico.

Otros tres menores sobrevivientes de la masacre, incluyendo a Devin, el niño que ocultó a sus hermanos mientras buscaba ayuda, permanecen en La Mora, bajo el cuidado de sus tías y su abuela.

Los menores hospitalizados están estables, pero con un profundo trauma emocional, según cuentan las personas que han podido acercarse a sus familiares en la clínica.

“¿En qué parte del mundo se toleraría alguna cosa así, este tipo de comportamiento? ¡En ninguna!, esto es increíble, es devastador”, expresó Willy J., un amigo de la familia que viajó desde Ohio para visitar ayer a los sobrevivientes en el centro médico infantil.

“No quisiera hablar de su estado de salud, eso no me corresponde, pero seamos conscientes de que su madre fue asesinada y su padre es quien está con estos niños”, añadió.

Más allá de eso, no hay detalles del estado de los pequeños. Por parte de los doctores o el hospital no hay información adicional debido a las restricciones de la ley de privacidad del paciente y la petición del padre de mantener la atención y tratamiento médico con la más absoluta discreción. Sólo se ha dicho que la vida de los internados no corre peligro.

Familiares que hasta hace poco daban declaraciones ya no contestaban el teléfono. Todo esto estaría relacionado también con el miedo de que existan represalias.

El temor de que pudiera suceder algo no se aleja, y el gran reto va a ser regresar a su comunidad, en Chihuahua, y comenzar a rehacer sus vidas con niños que perdieron a sus madres y a sus hermanos.

Ayer, en Bavispe, Lafe Langford, primo de algunas de las víctimas, aseguró que el ataque fue deliberado contra sus familiares.

“Fuimos atacados deliberadamente, usados como carnada”, declaró a Reuters.

“Nos dispararon, quemaron nuestros vehículos para enviar una señal de humo al cielo”, dijo, argumentando que el objetivo de los delincuentes era atraer a la facción contraria a una batalla.

El último adiós

En México se alistan los detalles para el funeral de las víctimas. En Arizona, familiares, amigos y conocidos de la comunidad LeBarón planean viajar en caravana desde Agua Prieta, Sonora, hasta La Mora, donde se llevarán a cabo los actos fúnebres.

Aunque no se han dado a conocer los detalles de su recorrido, se informó que podría transformarse en una protesta, exigiendo a las autoridades mexicanas mayor seguridad y respuestas claras.

Se tiene previsto que hoy tendrán lugar los primeros servicios fúnebres a las 11:00 de la mañana en La Mora. Los otros funerales serán, según fuentes de la familia, el viernes y sábado, en Galeana, Chihuahua.

***Con información de Reuters

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