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En medio de la creciente ola de violencia que vive el Caribe mexicano, mujeres de la Policía Federal buscan mantener la firmeza y el control requeridos para devolver la tranquilidad a destinos como Cancún y Playa del Carmen, pero aportando un toque amable que necesita la población.
Desde hace un año, a raíz de los hechos violentos registrados en la discoteca Blue Parrot de Playa del Carmen y el ataque a las instalaciones de la Fiscalía General en Cancún, el número de policías asignados a la zona norte del estado de Quintana Roo, en el sureste del país, aumentó significativamente.
De los poco más de 800 agentes desplegados en todo el estado la cifra de mujeres apenas supera el medio centenar y eso no las hace sentir en desventaja; trabajar al mismo ritmo que los hombres lo toman como un reto y compromiso personal.
"Es un poco difícil ya que al principio es difícil que los hombres te acepten y siempre te dicen el 'Yo nunca he trabajado con mujeres'. Al momento que se dan cuenta que sí trabajas y que en verdad haces las cosas bien pues te empiezan a aceptar y te toman como parte de ellos", dice a Efe la oficial Yazmín Alvarado.
Con los labios pintados y maquillaje en las mejillas, grueso uniforme, casco y lentes oscuros, Alvarado reconoce que a los ciudadanos también "se les hace raro ver a una mujer en un trabajo que prácticamente es para hombres".
"Pero es lo mismo; al ver cómo trabajas, que haces bien tu trabajo, te aceptan y hasta cooperan contigo. Difícil sí, porque ante la sociedad piensan que este trabajo es de hombres. Es un trabajo rudo pero con esfuerzo nosotras hemos ganado un lugar aquí en la Policía Federal", sostiene.
En las filas de la corporación hay abogadas, administradoras de empresas, licenciadas en ciencias de la comunicación y amas de casa que un día vieron publicada la convocatoria para ingresar a la Academia de la Policía Federal y decidieron seguir su instinto, sus sueños.
"Entré porque quise sacar adelante a mi familia, más que nada apoyando a mi mamá y a mi hermana, que son las únicas personas con las que vivo y pues para sacarlas adelante trabajando por ellas", cuenta la oficial.
La parte difícil de todo el proceso es alejarse de la familia, y las que son madres sufren más, especialmente cuando son trasladadas a ciudades distintas de las que son originarias.
El teléfono se convierte en el principal enlace con sus hijos; por este conducto pueden revisar sus tareas, reprenderlos cuando es necesario y enviarles todos los besos que no pueden darles en persona.
Y aun estando en la misma ciudad la convivencia familiar para las mujeres policía es muy compleja, pues tienen un horario fijo de entrada pero no de salida, llegan a casa cuando sus hijos están dormidos y apenas los ven a la hora del desayuno antes de que se vayan a la escuela.
Al mes pueden disfrutar cinco días consecutivos de descanso pero si la carga de trabajo es intensa y no pueden tomarlos se pierden de inmediato porque no son acumulables.
Para las que vienen de otros estados, trabajar en Cancún tiene sus ventajas. La conectividad aérea de la ciudad les permite tomar el primer vuelo disponible y regresar en el último minuto de su descanso, a tiempo para ponerse de nuevo el uniforme y salir a las calles.
Durante un encuentro con periodistas preparado por el Día Internacional de la Mujer, que se celebra este 8 de marzo, y en el que estuvieron presentes 11 de las mujeres que están en las áreas visibles de la corporación, fue evidente la fuerte unión y el instinto de protección mutua entre las integrantes de la Policía Federal.
"Hay que cuidarse entre nosotras pues para que vean que hay compañerismo, porque lo hay. Prácticamente ya son nuestra familia; pasamos más tiempo con ellas que con nuestra familia", explica la oficial Alvarado.
Tiene poco más de un año en Cancún y aún no se cansa de ver los intensos tonos del mar turquesa.
"En mi estado no hace tanto calor pero (este) es un estado bonito. Es turístico y pues más que nada (quiero) apoyar a la gente y es bonito que los turistas te pidan una foto, que vean que estás trabajando y que estás cuidando. Ellos te dicen que en su país es muy raro ver a una policía mujer", refiere.
Cuando el momento lo requiere están serias, pero se transforman de inmediato cuando un niño les pide una fotografía o cuando un turista se acerca a pedirles ayuda.
Les motiva de su trabajo "la satisfacción de la gente, cuando la gente te agradece lo que haces".
"Al momento que tú los estás ayudando ellos te dicen gracias o a veces te ofrecen un vaso de agua o te saludan; ver sus caras de satisfacción, más que nada", sintetiza Alvarado.
Las entrevistas terminan, cada una recoge su equipo y no faltan las miradas risueñas cuando dicen: "Es momento de regresar al trabajo".