“Las  ‘damas  del  volante’  somos  víctimas  del  mundo   automovilista,   como las  mujeres callejeras son víctimas del mundo trashumante. ¿Te  das  cuenta?”, comentaba una mujer conductora y lectora en una carta a EL UNIVERSAL ILUSTRADO en 1926.

La autora del escrito afirmaba que una mujer sufre tantos disgustos en su automóvil, con el volante en la mano, que caminando por las calles paseando a su perro: “Lo mejor que oyes es que debías estar en la cocina. Cuando no te hablan de la familia”. 

En cualquier tramo con tránsito de la hoy Ciudad de México, la mujer al volante debía soportar la presión de la corneta que tenían los carros antiguos; “no  te  dejarán de tocar las bocinas  de  una  manera  agresiva e insultante, como si tuvieras la culpa del atranco.  Lo hacen para fastidiar”, compartía la conductora hace 93 años.

Cuando la automovilista iba en el camino y algún peatón interrumpía su marcha, ella tocaba su bocina para que el caminante se quitara, pero al ver que era mujer, no le cedían el paso; caminaban en zigzag o se movían  con una “lentitud desesperante”.

La mujer era víctima de bromas, cuando dejaban estacionado su vehículo le sacaban la bujía a este o desconectaban algún cable interno del auto para impedir que se pusiera en marcha y si sufría alguna avería en el camino: “Todos  te  dirán,  pasando  de largo y riendo: ‘¡Pague  un  chofer!´”.

Extranjeras en marcha

La presencia del automovilismo en México provino del extranjero. En  1886 a los inventores alemanes Gottlieb Daimler y KarlBenz se les ocurrió crear un carruaje que se moviera por un motor de gasolina; cada uno se asoció  para fundar la empresa Daimler-Benz AG, de la que posteriormente se generaría la marca actual Mercedes-Benz. 

Dos años después de este suceso, Berta René Ringer, esposa de Karl Benz, se convirtió en la primera mujer que condujo un automóvil en el mundo. Ella realizó el viaje en Alemania, por carretera, a bordo del modelo Patent Motorwargen, con sus hijos como pasajeros, para atraer la atención hacia el invento que hasta ese momento no había provocado interés.

 

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En la década de los años 20 se debatía sobre las mujeres que conducían en México y se comparaba con el caso de “las señoras y señoritas” de Francia. EL UNIVERSAL ILUSTRADO, 30 abril 1925. 

Mujeres como las estadounidenses Margaret Wilcox y Mary Anderson también aportaron al invento del auto; una patentó un sistema de calefacción para coches en 1872 y la otra creó un modelo de limpiaparabrisas que  registró en 1903. 

El reportero Antonio G. de Linares escribía en EL UNIVERSAL ILUSTRADO que en París, en el año 1924, 4 mil mujeres solicitaron y obtuvieron el “carnet” para poder conducir coches en donde el “espectáculo de los automóviles conducidos por señoritas es ya tan frecuente”. 

En el país europeo se podía observar “al volante, manos blancas, un abrigo de petit-gris, una toquita  de  seda  perla  bajo  la  que se  revuelven,  en  afán  de  independencia”.

La llegada del automóvil a la capital

En los años 20 se analizaba el advenimiento del vehículo en la Ciudad de México, que ya  representaba “la  gran fuerza productora, industrial y comercial  del mundo”, se leía en las páginas de El Gran Diario de México. 

El  señor  W.  H.  Lookwood,  gerente de  la  Mexican  Motor  Sales  Co., S. A. comentaba en EL ILUSTRADO, durante esos años: “El  porvenir, pues, del  automóvil en México, es brillante. La extensión territorial de este país, el  hecho  de  que el  Gobierno Federal esté llevando a cabo un programa  de  construcción y reparación de comunicaciones, y otras circunstancias más, dan completo derecho para suponer tal  cosa”.
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Caricatura de una mujer conductora retomada de The Humorist, Londres en EL UNIVERSAL ILUSTRADO, 16 de julio de 1936.

Después se emitieron comentarios favorables y negativos hacia las mujeres que se mostraban en público manejando un coche.

Arqueles Vela, colaborador en EL UNIVERSAL ILUSTRADO escribía en  1926 que estaba a favor de que ellas fueran automovilistas, en lugar de futbolistas porque ese y otros deportes “arruina(n), con sus movimientos, los encantos de la mujer” y “no lo soportarían sus manos acostumbradas a las galanterías”, consideraba.

Él en realidad, sexualizaba a las mujeres automovilistas: “Al abordar un automóvil, la mujer deja siempre una estela de gracia y de perversismo”, escribía.
                         
El automóvil, en la Ciudad de México, era visto como “una necesidad social y un lujo”, según se leía en las páginas de EL UNIVERSAL ILUSTRADO, por ello, muchas de las actrices eran quienes se apropiaban de este transporte, eran  quienes se atrevían.

La actriz mexicana Esperanza Iris contaba cómo su auto de la marca Buik le brindaba un buen servicio y hasta lo consideraba un escaparate para la mujer a bordo. 

De  igual manera, la actriz Isabel Faure, española que residía en México, se paseaba en el suyo por las calles de la ciudad y decía que olvidaba “sus complicaciones sentimentales” cuando empuñaba el volante. 

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Publicación de El UNIVERSAL ILUSTRADO en 1924 donde se observa a la actriz  Isabel Faure paseando con su perro en su auto marca Buik.

 

En  1925, un colaborador de este diario reflexionaba: “Si cada mujer aprendiese a manejar bien el automóvil de su familia, obtendría una perspectiva de la vida aún más grande. 

“Se volvería más independiente, sus trabajos domésticos le parecerían menos pesados; conocería más del mundo en que vivimos y vivirían ella y sus hijos mejor”, determinaba el escritor. 

La conducción de carros, trabajar fuera de casa, fumar o salir con amigos eran actividades consideradas exclusivamente masculinas, según el artículo Cosa de hombres (2009), escrito por Mercedes Durán, David Cantón y Cándida Castro, especialistas de la Facultad de Psicología, Universidad de Granada.

Entonces “cuando la mujer rompe las barreras existentes entre los comportamientos considerados propiamente ‘masculinos’ […] siempre ha encontrado reminiscencias del pensamiento patriarcal”,  puntualizan las especialistas en psicología. 

Es por ello que, “cuando el número de mujeres ‘al volante’  se hizo representativo de la totalidad de la población femenina, empezó a surgir un estereotipo negativo sobre la mujer conductora, el cual sigue profundamente arraigado en nuestros días”. El estereotipo al que se refieren las especialistas es que “las mujeres no son buenas conductoras” e incluso persiste el dicho ‘mujer al volante, peligro constante’.

En entrevista María Soledad López, asesora financiera y habitante de la alcaldía de Coyoacán en la Ciudad de México, a sus 54 años de edad cuenta que en sus recorridos en automóvil  ha escuchado  varios insultos sobre que las mujeres no saben conducir.

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Mujeres posan conduciendo un auto, al parecer para un promocional. La imagen es de 1952, Chicago, E.U. Foto de la Agencia AP. 

“He tenido esos comentarios por parte de ellos, pero la práctica hace al maestro y ellos se molestan cuando se dan cuenta de nuestras habilidades como mujeres y no me siento incompetente, sino todo lo contrario”, comparte.

A María Soledad le enseñó a manejar un novio, hace 34 años, después utilizaba el carro de su papá y cuñado a escondidas. Sin embargo, ella considera que comenzó a soltarse a conducir trayectos más largos cuando empezó a llevar a sus hijos a actividades escolares.

Para María Soledad su automóvil es un objeto especial porque ella misma logró comprárselo y  también lo considera un lugar íntimo: “Estar en el carro es algo que disfruto, es mi espacio propio, ahí canto, lloro y grito.

“Como estuve en terapia después de mi separación, uno de los ejercicios que tenía que hacer era gritar, gritar hasta que me sintiera satisfecha; en mi casa no lo hacía porque vivo en un departamento, pero en el carro sentía que era un buen momento para hacerlo”, recuerda la mujer.

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Una mujer conduce un auto en la calle de Venustiano Carranza en el Centro. Los coches pararon su marcha por mitin político. Archivo EL UNIVERSAL.

María Soledad conduce un forka 2001 y cuenta que su “carrito” siempre está en buenas condiciones, ya que a diario está al pendiente de los aspectos técnicos; “lo cuido mucho porque el conducir me ayuda a sentir esa independencia. Ahora soy una mujer más independiente y segura de sí misma”.

Lorena García es una joven conductora que empezó a manejar a los 20 años; para eso, ella acudió a una escuela de manejo y lleva cuatro años recorriendo la ciudad. En estos trayectos  aún escucha ofensas por ser mujer: “También las chavas te insultan, pero los hombres son los que te dicen ‘pin... vieja’, ‘tenías que ser vieja’. 

Sin embargo, “el dicho de que las mujeres no saben manejar es más un estereotipo, así como hay mujeres que manejan súper mal y son torpes, hay hombres que manejan súper mal y son torpes. Depende de la práctica” ser buen conductor, reflexiona. 

En un sondeo por la ciudad, los hombres opinan que ser buenos conductores depende de la práctica, en eso coincide Carlos González, vendedor ambulante de papas que recorre la capital en su triciclo y se establece en cruces como el de la avenida Miguel Ángel de Quevedo y la calle Ignacio Zaragoza, en la alcaldía Coyoacán. 

El comerciante de 47 años afirma que ha presenciado accidentes ocasionados por ambos sexos, “señores han chocado en los cruces e  incluso una vez una señora me aplastó la salpicadera del triciclo, pero me la pagó”.

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Karla Carter, piloto mexicana, en fórmula SHADOW. Ella  compitió en diferentes torneos nacionales. ARCHIVO/ EL UNIVERSAL.

Actualmente ellas no sólo conducen sus propios carros, también trabajan en el transporte público como “choferas” llevando a decenas de usuarias en autobuses exclusivos para mujeres, como en el Servicio Atenea.

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El sector femenino también ha incursionado en el transporte público. En la fotografía, mujeres taxistas en el 2002. Archivo de EL UNIVERSAL. 

Asimismo, las mujeres  dirigen empresas fabricantes de autos como Mary Ibarra, nombrada directora ejecutiva de General Motors en 2014 o Rosángela Guerra,  primera directora de Lincoln México. 

La participación de las mujeres en el mundo del automovilismo es diversa, va desde haber diseñado partes indispensables para los autos hasta emplearlos para hacer deporte y, aunque el prejuicio persiste, ellas continúan apropiándose de los caminos, oficios y espacios al volante.

La fotografía principal es la actriz española Isabel Faure, quien residía en México. La fotografía antigua es la misma actriz arriba de su auto. En la imagen reciente a nuestra entrevistada Lorena García posando dentro de su auto, en un símil de la postal antigua, a quien agradecemos su participación y el envío de la misma.

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