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La sentencia contra el sinaloense, culpable de dirigir las actividades del Cártel de Sinaloa, se conocerá hasta el 25 de junio, aunque toda indica que será condenado a cadena perpetua.
Joaquín Guzmán Loera quedará en la historia del narcotráfico como el criminal que desafió al Estado mexicano al fugarse en dos ocasiones de prisiones de máxima seguridad, y de tejer una amplia red de funcionarios a su servicio que iban desde policías, miembros de alto rango de las fuerzas armadas y políticos.
Nació en el municipio sinaloense de Badiraguato, el 4 de abril de 1957; se crio en la comunidad La Tuna y a los 15 años de edad se inició en el narcotráfico en la siembra de marihuana en la sierra.
Entró de lleno al negocio de las drogas en la década de 1980, de la mano del fundador del cártel de Guadalajara, Miguel Ángel Félix Gallardo, "El jefe de jefes”, quien se convirtió en el zar de la cocaína al ser el primero en traficarla a Estados Unidos.
Tras la caída de Félix Gallardo, “El Chapo” Guzmán fundó el Cártel de Sinaloa asociado con Héctor Palma Salazar, "El Güero Palma", dos capos que fueron los más buscados por autoridades de Estados Unidos.
Al mando del Cártel de Sinaloa, Guzmán Loera transportó decenas de miles de kilogramos de narcóticos desde Centro y Sudamérica para distribuirlas al mayoreo en ciudades de Estados Unidos como en Arizona, Atlanta, Chicago, Los Ángeles, Miami, Nueva York y otros puntos.
Para ello, según la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), utilizó submarinos, aviones de fibra de carbono, trenes con compartimientos secretos y túneles transnacionales.
Una de las mayores incautaciones de drogas dirigidas a los Estados Unidos involucró más de 7 toneladas de cocaína escondida en latas de chiles jalapeños, reportó la DEA.
El lucrativo negocio de narcotráfico de Guzmán Loera generó miles de millones de dólares en ganancias ilícitas, añadió.
“Utilizó varios métodos para lavar dinero, incluido el contrabando de efectivo de Estados Unidos a México. Una de las incautaciones más grandes fue de $1.26 millones de dólares en compartimentos ocultos en un camión conducido por el hermano de Guzmán Loera en Douglas, Arizona, en 1989. Además del contrabando de efectivo, Guzmán Loera supervisó numerosas compañías fantasma, entre ellas una empresa de jugos y otra de harina de pescado, para lavar las ganancias del cartel”, destaca la oficina.
Fue detenido por primera vez en 1993, en Guatemala, en el puente internacional del Talismán, y extraditado a México, donde fue ingresado al penal de Almoloya.
En 1995, “El Chapo” fue trasladado al penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, de donde el 19 de enero de 2001 se fugó en un carrito de lavandería; ese año fue declarado por el Buró Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés”, como el segundo criminal más buscado del mundo, después del abatido líder de la red terrorista Al Qaeda, Bin Laden.
Como fugitivo, Guzmán Loera se reintegró al negocio del tráfico de drogas, lo que lo catapultó en breve lapso como el narcotraficante más importante y el más buscado por las autoridades de México y por el FBI, Interpol y la DEA de Estados Unidos.
Según el Departamento de Justicia, el Cártel de Sinaloa tiene acceso ilimitado a las armas y su “éxito se basó en el uso de la violencia para mantener su poder en toda la región y más allá”.
En febrero de 2014, el capo fue detenido por elementos de la Marina Armada de México en Mazatlán, Sinaloa, sin embargo luego de un año volvió a fugarse, en esta ocasión del penal de máxima de seguridad del Altiplano.
Dos años después, fue recapturado por elementos de las fuerzas federales durante un operativo realizado en el estado de Sinaloa.
En enero de 2017, Guzmán Loera fue extraditado a Estados Unidos bajo la condición de que no le fuera aplicada la pena de muerte.