Más Información
Equipo de Trump evalúa “invasión suave” a México; enviaría a agentes encubiertos a asesinar a líderes de cárteles, dice Rolling Stone
“Es un tiro en el pie”, responde Ebrard a amenaza de Trump sobre subir aranceles; "afectaría al sector automotriz"
Sheinbaum responde a Trump sobre imposición de aranceles a México; “causará pérdidas de empleo”, advierte
Esta generación de senadores ninis todavía no se adapta a la austeridad extrema y pasan las horas en el salón de sesiones, ahora sin botana, sin meseros ni colaboradores que les lleven y les traigan lo que quieran y les soben el ego.
La orden del presidente de la Mesa Directiva, Martí Batres Guadarrama —el del recipiente de alimentos hermético color rojo—, fue que sólo hubiera disponibles agua, café y té. Y quien guste que vaya a servirse. Y su idea de utilizar Tupperware, a manera de un #TupperChallenge queda como alternativa que sólo algunos siguen.
¡Ah! Aquellos tiempos de café exprés de primera, bocadillos deliciosos en abundancia en la cafetería del Senado, allá en Xicoténcatl, con atención de edecanes, que en Paseo de la Reforma fueron retiradas del salón de sesiones hace unos tres, cuatro años, y sustituidas por meseros, que hoy, en la cuarta transformación, tampoco son requeridos.
En esta novedosa 64 Legislatura, el que llega sin desayunar tendrá que arreglárselas como pueda, o si es integrante de la bancada del PRI, que se han organizado para realizar su reunión previa a la sesión, al tiempo que comen.
A la hora de la comida, cuando el pleno sigue activo, colaboradores de los senadores fueron instruidos para ir a comprar alimentos, y fue visible la llegada de empleados con bolsas, por ejemplo de VIPS y Los Bisquets Obregón. La alternativa del Tupperware ha quedado a la mano de los que hacen dieta, como es el caso del priísta Jorge Carlos Ramírez Marín, quien desde hace años lleva alimentos especiales para su dieta personal.
Batres Guadarrama, que andaba agripado este martes, hizo un corte en la conducción de la sesión, y se apartó para, como ha dicho, “degustar alimentos” que ha traído en su recipiente que, insiste, lo tiene en uso desde hace varios años. Desayunó atún y quesadillas, y luego ensalada y pollo.
La panista Josefina Vázquez Mota tiene una disciplina rigurosa en el comer, y desde hace 12 años a donde va lleva su lonchera con jícamas, algo de pollo y verduras, y nunca se aburre de comer lo mismo, que siempre es bastante hasta la noche, cuando cene en casa.
Otra panista, Xóchitl Gálvez Ruiz, toma a diversión lo que para otros es suplicio. Lleva una botella agua personal, en la que cabe más de un litro de bebida, y en la oficina tiene su recipiente hermético para alimentos, con verduras y algo más.
La hidalguense celebra esa austeridad que traen sus colegas senadores de Morena, y confía en tener como beneficio el bajar de peso, y es de las pocos legisladores que hacen suyo el reto de ir al trabajo con Tupper o el #TupperChallenge.
A otros senadores les acomoda lo que Salomón Jara, de Morena, llama La Canastita, que en su caso consta de una reserva de totopos, chapulines, quesillo, “un itacatito”, dice.
En Oaxaca, comenta, “acostumbramos La Canastita, y es satisfactorio para nosotros que estamos acostumbrados a desayunar y comer de manera muy sencilla. Siempre lo hacemos así, dice, de modo que no lo anunciamos. Considero que el Tupperware es otro tipo de definiciones”.
El presidente del Senado detalla que todavía no tiene registro de cuanto aceptan sus compañeros esos signos simbólicos de la austeridad, que se verá en ahorros importantes en otras áreas.
Lo importante, trata de explicar, es que un senador, sea como la gente que va a trabajar y se ordena para tomar sus alimentos, que paga de su bolsillo por la comida.
Está en contra de que a un senador en el escaño vayan y le sirvan, cuando se puede mover, como este día muchos lo hicieron que salieron y comieron algo donde les gustó.
Algunos fueron a la cafetería abajo del salón de sesiones, donde ya no hubo qué comer.
Sorprendidos por el hambre, en los escaños algunos legisladores pidieron a trabajadores que los asisten que les llevaran botana de alguna tienda de conveniencia cercana, la cual —a falta de confianza y de estrategia—, escondían en el cajón de su lugar y “de uñita”, iban comiendo algo, a modo de colación.
Resultó que al cumplirse las cuatro horas reglamentarias, se sometió a la aprobación del pleno si se continuaba el trabajo, que siguió hasta 10 para las seis de la tarde, lo cual ya ha de asustar a los dueños de restaurantes a los que iban los legisladores a comer, desde que la Cámara Alta está en Paseo de la Reforma, cerca de comederos y cantinas.
El legislador morenista Batres Guadarrama dice que cada senador se organizará sobre cómo se provee de alimentos y en que momento los ingiere; si lleva lonchera, le entra al #TupperChallenge o manda comprar comida a un restaurante aledaño.
La Mesa Directiva buscará propuestas adecuadas para que se alimenten los legisladores, incluso se pensó en un momento abrir un receso para comer, pero se prefirió seguir sin pausa la tarea del pleno.
Para ellos, la dieta lo es ahora en toda la extensión de la palabra. ¿Hasta cuándo? A ciencia cierta, nadie sabe.