Ciudad de México.- A un año de los terremotos del 7 y 19 de septiembre hacen falta en México acciones enfocadas en la reconstrucción de casas y escuelas, lo que afecta de manera directa los derechos de los niños como la educación, aseguró Unicef.

Al presentar el “Informe sobre la situación humanitaria de la infancia y la adolescencia a un año de los terremotos en México”, Pressia Arifin-Cabo Representante Adjunta de Unicef mencionó que aunque el gobierno nacional ha desarrollado alertas tempranas y mecanismos para monitorear y sistematizar datos sobre desastres naturales aún no cuenta con un sistema que contenga las afectaciones en vidas humanas e infraestructura que registre los daños en el bienestar de las personas sobre todo en los niños y adolescentes.

“La falta de sistemas de información adecuados impide diseñar y coordinar medidas que respondan de manera específica a las necesidades de las familias afectadas y a las necesidades de la población infantil y adolescente”.

El estudio realizado en Jojutla, Morelos y Juchitán, Oaxaca, reveló que en materia de nutrición, los alimentos donados eran en su mayoría enlatados  o ultra procesados lo que no contribuyó a una nutrición adecuada, además de que la donación masiva de fórmula de leche tuvo un impacto negativo en la promoción de la lactancia materna y se encontró que en los albergues no había estrategias que promovieran esta práctica.

Otro problema que se enfrentó en este rubro fue el de la repartición de víveres, puesto que no existieron criterios que garantizaran que la ayuda se distribuiría entre quienes más lo necesitaban, se detectó que personas que no contaban con acceso a redes sociales no pudieron recibir ayuda porque no se enteraban de en dónde la entregarían.

En cuanto a salud, se reportaron enfermedades infecciosas en los niños, pero esto no fue grave en comparación con la salud psico – emocional. A pesar de que hubo esquemas de apoyo sicológico, esta atención se ha reducido de manera significativa y en zonas donde había réplicas constantes, los menores de edad presentaban crisis nerviosas.

Sobre el agua, saneamiento e higiene, el reporte indicó que en las instalaciones y albergues temporales hubo escasez de baños portátiles, faltaron medidas de seguridad y privacidad en beneficio de los niños.

Uno de los puntos que más preocupación causó a Unicef fue el daño en infraestructura educativa, el estudio informó que a la fecha existen 3 mil 444 escuelas dañadas ya sea de manera parcial o completa lo que eleva el riesgo de la deserción escolar.

A esta situación se suma el hecho de que varias escuelas que no resultaron dañadas fueron usadas como albergues y que hay menores de edad que dejaron de asistir a clases con la intención de integrarse al mercado laboral y apoyar a sus familias con los gastos.

En materia de protección a la niñez, Unicef detalló que la vida cotidiana de los niños cambió sustancialmente a causa de los sismos. Que a la fecha es necesaria una atención sicosocial y los servicios disponibles para atenderlas son limitados.

En cuanto  a protección social, el organismo internacional celebró al programa PROSPERA puesto que adoptó una serie de medidas temporales acertadas como el adelanto de pagos a beneficiarios y la suspensión de la obligatoriedad del cumplimiento de ciertas acciones, aunque consideró que es necesario que el país cuente con programas y beneficios de emergencia que apoyen a los grupos vulnerables, especialmente a las familias con niños, para que puedan cubrir sus necesidades básicas.

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