Magdalena.— Sanagrandecomelona y muy tranquila, así describen a Joselyn sus padres, quienes el 11 de febrero pasado la vieron llegar al mundo en su vehículo particular, luego de que en el pequeño hospital comunitario de este municipio su madre no fuera atendida rápidamente.

A un mes de vida, la pequeña de cabello oscuro y ojos grandes crece fortalecida. “Ya no le queda la ropa de recién nacida, usa de tres meses”, confiesa con la emoción de los primeros logros Dalia, su mamá.

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A Joselyn ya no le queda la ropa de recién nacida, presumen sus papás.

El nacimiento de Joselyn se convirtió en tema de debate, luego de que su abuela compartiera en redes sociales una fotografía donde la pequeña es atendida con ayuda de un garrafón de agua, a falta de un casco cefálico en la unidad médica municipal.

—Lo del garrafón fue una cuestión de las redes, eso nosotros no lo criticamos. Si le servía de algo a mi niña, no había ningún problema, al contrario (…). Nuestra molestia fue que no atendieron pronto a mi esposa —relata Juan Carlos, de 34 años, mientras sostiene en brazos a su bebé.

Hasta ahora, la pequeña ha sido monitoreada por médicos municipales y estatales, los “ángeles de bata blanca”, como los llaman en la región. Sobre la razón por la que el parto no fue atendido con inmediatez, un dictamen de la Comisión Estatal de Arbitraje Médico determinó omisión, ya que la persona encargada de los accesos a urgencias le solicitó a la pareja que esperaran para ser recibidos.

Augurio. Mientras Joselyn mueve suavemente la boca al dormir, como si soñara que está comiendo, Dalia y José Luis recuerdan el día del nacimiento de su segunda hija. Fue un lunes cuando ella tuvo que ser valiente y él, además de convertirse en padre, hacer de enfermero y médico.

Unas semanas antes de que naciera su hija, el hombre le comentó a su esposa —en tono de broma— que él mismo quería atender el nacimiento. Fue un augurio que se materializó.

—Cuando llegamos al hospital no nos quisieron atender, entonces nos vinimos a la casa, yo sólo escuchaba los gritos, porque el bebé estaba a punto de nacer (...). Al llegar no la alcancé a meter a la cama, lo bueno es que días antes revisé en internet cómo hacerle, viendo videos de YouTube —recuerda entre risas el padre de Joselyn, quien se dedica a la herrería.

Tras nacer, la pequeña fue atendida en el hospital de Magdalena, donde permaneció tres días. Desde entonces su salud florece como el sol en Sonora, su tierra. “Salió muy buena para comer”, reitera su mamá, de 25 años.

Sin embargo, después del nacimiento no todo ha sido agradable, la popularidad de la pequeña se convirtió en una fama agridulce, que ha atraído desde halagos hasta insultos.

—Mi hija no es la niña del garrafón, ya estamos cansados de eso. Nos ha tocado ver memes o que la gente nos mande mensajes insultándonos, diciéndonos que por nuestra culpa corrieron a una doctora, cuando eso no pasó, no corrieron a nadie y con ellos [los médicos] estamos muy agradecidos —relata José Luis.

El lugar. El Hospital General de Magdalena es un pequeño centro médico que con los años ha ido modificando sus espacios a causa de la demanda. En este lugar se atienden sonorenses de al menos seis regiones aledañas.

Cuenta con un área de atención de primer y segundo nivel. El área especializada tiene 20 camas y dos cunas, pero lo que más falta es personal: hay dos cirujanos, dos pediatras, cuatro anestesiólogos y cuatro ginecólogos.

—La cuestión es que muchos médicos no quieren trabajar fuera de la ciudad (...) Además, en este hospital se han hecho cambios, como eliminar la sala de espera de urgencias para poner camas —dice el doctor Ramiro Laguna, jefe de la Jurisdiccion Sanitaria Número 3.

Pero esto no será permanente, en los próximos días se inaugurará un hospital nuevo, con más de mil 400 metros de construcción, así como más médicos y enfermeras. En este lugar Joselyn podrá ser atendida y seguir creciendo, con la misma sonrisa con la que come y sueña.

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