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Tras un mes de travesía desde Honduras, ayer llegaron a Tijuana, Baja California, nueve autobuses con casi 400 migrantes centroamericanos que forman parte de la primera caravana que busca pedir asilo al gobierno de Estados Unidos.
Ayer, decenas de manos colgaban de las ventanas de las nueve unidades en las que arribaron los casi 400 migrantes a Tijuana; las sacaban y alzaban como queriendo abrazar el aire. Otros con la cara detrás del cristal le regalaban una sonrisa a la ciudad que nació de migrantes y, mientras ondeaban la bandera de Honduras, decenas gritaban: ¡Sí se pudo! ¡Sí se pudo! ¡Sí se pudo!
Todos ellos llegaron a la antesala donde termina la travesía que empezó el 13 de octubre pasado en su país de origen, con más de 5 mil migrantes. Algunos decidieron salir principalmente desplazados por la violencia, la falta de oportunidades y también por el control del crimen organizado y las pandillas.
Se trató del primer gran grupo en llegar: 357 migrantes en total. Sólo otro grupo de 84 los antecedió con miembros de lacomunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero y Transexual (LGBTT). Ahora se trató de hombres y algunas pocas mujeres y niños, principalmente de Honduras, pero también de Guatemala, El Salvador y Nicaragua.
Todos llegaron a donde, dicen sus propios residentes, inicia y termina la patria de México, en la frontera de Tijuana. Fueron escoltados desde las casetas de cobro de la carretera de cuota por policías federales y personal del Instituto Nacional de Migración (INM), quienes los acompañaron hasta su primera parada en el desayunador Salesiano Padre Chava, que diariamente brinda entre mil y mil 200 alimentos a personas en condición de calle.
Ahí, después de casi 20 horas, Miguel probó su primer bocado: una botella de agua y unas papas fritas adobadas. Esa fue la merienda del niño de cuatro años, quien también recién estrenó un par de botitas que le regalaron en la Ciudad de México, luego de que los huaraches que le puso su madre se los robaron una noche mientras dormían.