Piedras Negras.— Edwin Padilla, hondureño de 34 años, espera afuera del albergue Frontera Digna, en Piedras Negras, a unos metros del río Bravo, que separa a México de Estados Unidos. Edwin lo dice seguro: “Voy a intentar cruzar en la mañana o en la noche”.

“Me aviento con el nombre de Dios”, añade el migrante que lleva dos meses desde que salió de su país. “Voy a ingeniármelas, [a ver] cómo [cruzo]”, dice. Para Edwin, enjuto y sonriente, la esperanza es lo último que se pierde.

Ha escuchado que el gobierno estadounidense hará redadas para deportar a migrantes; la construcción del muro y lo difícil que es burlar a la Patrulla Fronteriza, pero aun así, Edwin asegura que llegar a Estados Unidos es una decisión que se toma desde que uno sale de su nación.

Está consciente de que arriesga la vida, lo ha visto en los migrantes sin piernas, sin brazos o con las manos cortadas a causa del tren o por algún accidente, pero su objetivo está fijo: cruzar a Estados Unidos.

“Desde que sale uno del país sabe que se arriesga a cualquier cosa”, comenta; por eso, a Edwin no le asustan los muros, las redadas ni las “cacerías” contra migrantes: “O se cansan de agarrarme o quizá me canso yo, pero le intentamos”.

Este fin de semana comenzaron las redadas que, según las autoridades estadounidenses, se centrarán en los 2 mil migrantes que tienen orden de ser deportados por no comparecer ante un tribunal, aunque también se ha mencionado que las mismas podrían traer una ola de detenciones colaterales.

“Las redadas me imagino que son para quien ya se le cumplió el tiempo, que van directamente a su casa. A mí no me queda de otra: o cruzo o voy pa’ Honduras otra vez, pero igual regreso y vuelvo a intentar”, dice a EL UNIVERSAL.

En Honduras dejó a su esposa y a su hijo de siete años. Trabajaba como taxista, pero cuenta que fue víctima de la inseguridad en tres ocasiones, que las cosas en su país están complicadas y que seguir allá era arriesgar mucho la vida. Migró con un amigo, pero a él lo atraparon en Palenque. Lo más complicado, dice Edwin, han sido las correteadas de la policía, la más dura, refiere, fue en Torreón, Coahuila. “Estuvieron cerca de agarrarme. Nos corretearon, que según pasábamos por una zona residencial, pero sólo estábamos cruzando”, recuerda.

Él no ve un futuro personal en Estados Unidos. Vivir allá tres años máximo y se regresa, pronostica. Lo que quiere es trabajar para mandarle dinero a su familia. Dice que no quiere que su hijo sufra como él cuando fue niño.

Llegan menos migrantes. Los albergues para migrantes en Piedras Negras comenzaron a vaciarse en el último mes. Muchos extranjeros que buscan cruzar a Estados Unidos optan por rentar cuartos ante las largas esperas para el trámite de asilo.

En el último mes y medio, el albergue Frontera Digna de Piedras Negras, el único oficial de la ciudad fronteriza ha visto disminuida la llegada de migrantes, pues actualmente el flujo ronda entre los 50 y 70 diarios, cuando era de entre 70 y 100 cada día.

El encargado del lugar, quien prefirió omitir su nombre, dijo que en el año llegaron a tener meses con hasta mil 400 personas. En Casa Betania, un comedor y albergue para migrantes, este domingo sólo había un migrante hondureño, quien tiene dos meses esperando por su entrevista para solicitar asilo político.

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