La construcción del Tren Maya atravesará por 15 Áreas Naturales Protegidas, por lo que se requieren estudios de impacto ambiental para evitar daños a la biodiversidad que alberga la zona, advirtieron especialistas.

Académicos y organizaciones consultados por EL UNIVERSAL destacaron que la Península de Yucatán es una zona con gran riqueza natural por lo que se requiere realizar la manifestación de impacto ambiental que establece la Ley General de Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA), sin importar el derecho de vía en la infraestructura ferroviaria ya existente.

Gustavo Alanís, director general del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), explicó que el artículo 28 de la LGEEPA establece que este tipo de proyectos deben presentar ante la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) un Manifiesto de Impacto Ambiental, el cual será evaluado por la dependencia y definirá la viabilidad de la obra.

Detalló que para la realización de este tipo de estudios, por la magnitud del proyecto, llevaría por lo menos un año.

“Estos resolutivos cuando son favorables se establecen con condiciones, le establecen al promovente una serie de lineamientos para que el proyecto siga adelante, les impone medidas correctivas, medidas de mitigación, de compensación, eso es algo que al día de hoy no se ha hecho y se tiene que hacer una manifestación de impacto ambiental”, indicó.

Información de la Semarnat indica que hasta el momento no se ha recibido ninguna manifestación de impacto ambiental o algún estudio para la construcción del Tren Maya.

La Península de Yucatán es considerada como una zona gran diversidad biológica que alberga más de 700 especies de vertebrados y más de mil de invertebrados.

Alanís resaltó que además de realizar los estudios en materia de impacto ambiental, se debe considerar que en la región propuesta para el tránsito del Tren Maya hay 15 Áreas Naturales Protegidas, por lo que no en todas está permitido el cambio de uso de suelo forestal, así como realizar las consultas con ejidatarios y pueblos indígenas que establece el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), al que México pertenece.

Entre las zonas que cuentan con protección se encuentra la Reserva de la Biosfera de Calakmul que alberga a 80% de las especies vegetales de toda la Península de Yucatán, además de 350 especies de aves y casi 100 especies de mamíferos.

“Estos proyectos no se pueden  hacer porque a alguien se le ocurrió. Que se hagan, pero respetando la ley, el marco jurídico aplicable, de lo que se trata es que haya legalidad, Estado de derecho”, enfatizó.

Beatriz Silva, investigadora del Departamento de Biología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), comentó que aunque el Tren Maya se construya sobre vías ya existentes en 600 kilómetros de los mil 525 que conformarán la obra, se debe realizar una manifestación de impacto ambiental para saber si los trabajos que se realicen en la zona impactarán en los corredores ecológicos de la Península de Yucatán.

“Aunque hay derecho de vía se tiene que conocer la fragmentación que tendrá el ecosistema por la rehabilitación de esas vías necesitamos saber qué tanto puede ser afectada la biodiversidad”, enfatizó.

Gustavo Ampugnani, director ejecutivo de Greenpeace México, destacó que es preocupante, que a pesar de la magnitud del proyecto y sin cumplir con los requisitos previos o los resultados de la encuesta, se cuente con una fecha de arranque.

Refirió que en esta región anteriormente se han aprobado megaproyectos sin cumplir con estos requisitos para garantizar la protección tanto de los derechos humanos como del medio ambiente, lo que  causa desconfianza en el orden público para cumplir con estándares internacionales de derechos humanos.

“Hemos tenido muchas obras de infraestructura que se han hecho a costa de la selva, de los manglares, lo que conlleva no sólo a la pérdida de especies animales y vegetales, sino también a la diversidad cultural por las comunidades que ahí habitan”, dijo.

Consideró que el proyecto debe revisarse con “minuciosidad”, puesto que atraviesa por zonas de alta diversidad biológica y cultural, por lo que no sólo deben considerarse los impactos ambientales, sino las afectaciones a los pobladores; resaltó que aunque se ha comentado que la construcción aprovechará la infraestructura ferroviaria que ya existe en la zona, los habitantes temen que la obra se realice de manera “descontrolada” y termine reproduciendo modelos de centros turísticos como los de Cancún y la Riviera Maya.

Gerardo Ceballos, investigador del Instituto de Investigaciones Biológicas de la UNAM, destacó que se deben realizar los estudios de impacto ambiental de manera “cuidadosa” para evitar que la construcción de este proyecto genere un impacto negativo en la región puesto que Península de Yucatán es hábitat de 40 especies en peligro de extinción, además de albergar grandes zonas selváticas.

Destacó que es indispensable que el nuevo gobierno cumpla con las leyes ambientales vigentes y realice los estudios necesarios para saber si el proyecto es viable.

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