Alan y Emmanuel son dos menores de edad que, pese a que quedaron envueltos en llamas que afectaron 80% de sus cuerpos, sobrevivieron a  señaló Virginia Sendel, quien creó la Fundación Michou y Mau, para apoyar a niños quemados.

El número de niños que fallecieron en esta tragedia “no lo tiene nadie”, lo que vimos en imágenes fue que había muchos menores, había más de 100 víctimas en hospitales. Los más pequeños, en su mayoría murieron, “recorrimos todos los hospitales. Ubicamos ocho, pero en su mayoría perdieron la vida”, lamentó Virginia Sendel.

De ocho menores ubicados por esta fundación, que sufrieron quemaduras en , Michou y Mau logró el traslado de cuatro, pero sólo sobrevivieron Alan y Emmanuel, la diferencia entre la vida y la muerte está en el tiempo que tardaron en ser trasladados para ser atendidos por los especialistas del hospital para niños quemados de Shriners, en Galveston, Texas, apuntaron médicos de la organización no gubernamental.

El 18 de enero de 2019, Alan y su primo Gabriel, ambos de 15 años, estaban junto al borbollón de combustible que emanaba de un ducto de Pemex. “Yo estaba agachado, apenas iba a recolectar gasolina para mi carro. Sólo percibí un olor muy intenso. Nunca imaginamos que habría una explosión. En ese momento sentí mucho ardor, mucho dolor. Traté de correr, pero no pude llegar lejos, por las llamas que retorcieron mi cuerpo”, recordó.

Con la explosión, Alan perdió de vista a su primo, al siguiente, el 19 de enero, él fue trasladado en avión al hospital para niños quemados de Galveston, Texas, mientras que su primo Gabriel llegó al de Traumatología de Lomas Verdes del IMSS, donde murió días después.

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Emmanuel, quien entonces tenía 18 años, estaba a unos 100 metros del ducto de Pemex cuando se registró la explosión en la que murió su padre; a pesar de la distancia, las llamas alcanzaron a envolverlo y le quemaron 70% de su cuerpo. Esta tragedia dejó aturdida y en duelo a todo Tlahuelilpan y comunidades aledañas como Teltipán y Tetepango , de donde son originarios los dos sobrevivientes.

Especialmente a Verónica, madre de Emmanuel, quien no sabía “qué me dolía más, si la pérdida de mi esposo, no poder quedarme a velarlo o estar junto a mi hijo, quien también podía morir, y dejar solas a mis hijas”.

Pero afortunadamente ellos llegaron al hospital Shriners para niños quemados, en Galveston, Texas, “donde la atención que recibimos fue lo máximo”, Alan y Emmanuel están vivos y recuperándose, coincidieron Verónica y Rosalina, madres de los menores.

A un año de la explosión de Tlahuelilpan, Alan y Emmanuel “están increíblemente bien, pese a haber sufrido quemaduras en 80% de su cuerpo”, reiteró Virginia Sendel, quien al frente de la Fundación Michou y Mau, acompaña a estos menores en su recuperación.

Ambos, pero especialmente Alan, apenas empiezan a salir de un estado depresivo en el que llegaron a pensar que su vida se había acabado, pero hoy tienen planes de seguir estudiando, uno ingeniería en mecánica automotriz, pues asegura que su pasión son los autos y las carreras.

Emmanuel piensa terminar su carrera en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), luego de afirmar que esta explosión no frenó su vida y está dispuesto a contribuir a la enseñanza de otros.

“Sólo queremos tener internet en nuestras casas para empezar a seguir los cursos en línea”, comentan mientras continúan sus tratamientos y cirugías, que les permitan recobrar piel, movilidad plena y su aspecto, como eran antes de la explosión que puso en riesgo sus vidas.

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