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El convoy de vehículos oficiales de la Fiscalía General de la República —integrado por siete camionetas, dos motocicletas y una patrulla— sale del hangar en medio de la fuerte expectativa de representantes de medios de comunicación que se arremolinan tratando de ubicar al personaje que, en ese momento se pensó sería trasladado al Reclusorio Norte.
El movimiento rompe el silencio en la zona norte de la capital del país. Es madrugada y, paradójicamente, mientras la ciudad duerme, es trasladado en medio de estrictas medidas de seguridad quien ahora quita el sueño a más de un viejo político por las revelaciones sobre corrupción que pudiera ofrecer.
El convoy arriba al Reclusorio Norte a las 4:25 horas y al enfilarse sobre la calle Jaime Nunó, la camioneta en la que personal de la AIC realizaba el traslado se detiene durante 17 minutos mientras que cámaras fotográficas, de video y más de una decena de celulares captan la imagen del trasladado.
Sin embargo, nadie puede corroborar con plena certeza que el hombre con ropa y chaleco oscuros, que porta una gorra y que constantemente agacha la cabeza, sea Emilio Lozoya, el otrora petrolero del año, la joven promesa del peñismo, pero que tuvo que aceptar una extradición exprés desde su refugio en España para enfrentar acusaciones de corrupción.
Y es que todo hacía suponer que efectivamente el Ministerio Público se disponía a entregar ante el juez al extraditado del año para la Cuarta Transformación.
El hangar era vigilado por personal del Servicio de Protección Federal, Guardia Nacional y de la Secretaría de Seguridad Ciudadana local. A las 00:43 horas del viernes el avión Bombardier Challenger 605, matrícula XB-NWD, procedente de España, aterrizó en el AICM. Algunos vecinos de la zona se dieron cita para presenciar la salida de Lozoya Austin.
Más de tres horas después, las puertas del hangar se abrieron para dar paso a un convoy en el que supuestamente estaba siendo trasladado el exfuncionario.
Motocicletas y vehículos de los diversos medios de comunicación emprendieron la carrera para seguir al convoy. Cuatro de las camionetas, las dos motocicletas y la patrulla, todas rotuladas por la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de la FGR, llegaron al Reclusorio Norte; las otras tres se desviaron durante el recorrido.
A las 4:44 horas, por primera vez, las camionetas de la AIC entraron por el área de aduanas del Reclusorio Norte y no por el Centro de Justicia Penal Federal, que es por donde deben ingresar los detenidos que llegan para ser puestos a disposición por primera vez ante un juez de control, cuando esto es derivado de una orden de aprehensión o extraditados.
Minutos después del frenesí provocado por la llegada del convoy al Reclusorio Norte, los periodistas afuera del lugar decidieron retirarse, algunos permanecieron en guardia ante la posible llegada de los defensores del trasladado.
Funcionarios federales confirmaron a EL UNIVERSAL que la persona que arribó al Reclusorio Norte, en medio del fuerte operativo de seguridad implementado por la AIC, se trató de un distractor.
Durante el paso de las horas, se confirmaría que el montaje fue para llevar al exdirector de Pemex presuntamente a un hospital privado, tras presentar problemas de salud.
Datos dispersos
Como todos los días desde hace dos años, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, dio su conferencia matutina desde Colima, donde se encuentra de gira de trabajo.
Durante la conferencia, el tema del arribo de Lozoya y su paradero fue pregunta obligada para los reporteros que acudieron.
López Obrador afirmó que el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Santiago Nieto, le indicó que Lozoya se encontraba en el Reclusorio Norte y que su audiencia se realizaría al mediodía del viernes.
El Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, cayó en contradicciones al intentar responder los cuestionamientos. Por ello, ambos funcionarios coincidieron en que la FGR debe informar con claridad y transparencia sobre el tema.
En un afán de intentar justificar la confusión, López Obrador afirmó que desde hace cinco meses no había hablado con el titular de la FGR, Alejandro Gertz Manero.
Esto, pese a que cada semana tiene reuniones con el gabinete de seguridad, del que la FGR forma parte. Y es que, contra lo que comúnmente ocurre en estos casos, no hubo ni siquiera por parte de la FGR la foto del detenido, su arribo al país, su supuesta revisión médica ni videos del traslado.
Mucho menos se difundió la ficha, como fue tradición de otros personajes, de quien se espera destape la corrupción que se presume afloró en algunas esferas a lo largo del sexenio pasado.
Así, en medio del caos y la confusión y la falta de información fue la primera jornada de Lozoya, quien llegó a sentirse en sus mejores momentos como una especie de joven Rey Midas petrolero, pero de quien hasta el momento nadie sabe con certeza su paradero.