Culiacán, Sinaloa.- Con la uñas decoradas como si fueran espejos, Alejandra López Madrid le pega a la mesa de una cafetería y suelta una carcajada.“Yo nunca fui cualquier cosita, fui La Reina de la Efedrina y no tengo para pagar el café, eh, ¡qué incoherencias de la vida!”, grita.

Hace ocho años que Alejandra salió del Centro Federal de Detención de Mujeres, Unidad 31, de Argentina, luego de haber cumplido una sentencia de más de dos años por tráfico de efedrina. Ahí se le acusó de ser lugarteniente y amante de El Chapo Guzmán.

Volvió temporalmente a Culiacán a principios de 2019. En los últimos meses, la mujer de 57 años había vivido en un cuarto al sur de la Ciudad de México, donde trabajaba como ama de llaves de un hotel.

Tras años de inestabilidad económica, había encontrado un empleo en el que se sentía respetada. Tenía la intención de ahorrar y volver a la capital de Sinaloa, poner un expendio de cerveza, escribir un libro y continuar con su pasión: los certámenes de belleza.

Sin embargo, alguien en la administración del hotel buscó su nombre en internet y encontró la historia del presunto nexo con El Chapo, así como una decena de artículos donde se le acusaba de intentar abrir iglesias evangélicas en Argentina con dinero del Cártel de Sinaloa; de estar relacionada con funcionarios argentinos y con un supuesto pastor mexicano. La apodaron La Reina de la Efedrina. Alejandra fue despedida ese mismo día.

Alta, con ojos color miel y el cuerpo decorado con joyas, la mujer ha negado conocer a Guzmán Loera, pero admite haber entablado una relación amorosa con Leobardo Gaxiola, alias Bado, acusado de tener nexos con El Cártel de Sinaloa, quien está preso en Paraguay desde 2008 por tráfico de efedrina.

Ella fue detenida el 1 de mayo de 2009 en Asunción, Paraguay, al bajarse de un avión procedente de la Ciudad de México por “contrabando simple agravado de sustancias”. Iba a visitar a Bado a la cárcel, le llevaba la noticia de que su padre había muerto. Su versión es que su suegra fue quien le pidió que viajara a ese país, donde estaría por una semana, pero volvió en más de dos años.

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Reina de belleza. Antes de ser detenida, Alejandra organizaba certámenes de belleza infantil en Culiacán, Sinaloa. Foto: ESPECIAL

“Me agarran y me esposan. Me dicen: ‘Tiene derecho a un abogado’, y yo respondí: ‘¿De qué me hablan?’. Nunca en la vida me imaginé [que me detuvieran] ¿Qué pecado traía si no era el caso? Si hubiera traído uno, digo: ‘Ay, pues por pendeja me agarraron’, fue horrible”, recuerda.

Su error fue haber aceptado un viaje gratis a Argentina en 2008, pagado por una mujer llamada Petra Torres, a quien conoció en una fiesta en el Pedregal. Para Alejandra los viajes entre amigas eran algo normal, así que pensó que sería una semana de placer.

Antes de ser conocida como La Reina de la Efedrina, ella fue modelo y reina de belleza, organizaba certámenes infantiles y hasta apareció en series como Papá Soltero. A finales de los 80 trabajó en una agencia de modelaje llamada Art Noveau, con sede en la colonia Condesa, en la capital del país.

Ese fue un proyecto con Raúl Lobato, un fotógrafo que la descubrió cuando la sinaloense consiguió el título de Miss Simpatía en una carrera de automovilismo de la Fórmula 1 en 1987. Alejandra reclutaba edecanes a través de anuncios clasificados y él hacía los portafolios de las chicas.

Raúl Lobato, actualmente un licenciado de 75 años, confirmó la amistad con Alejandra y la recordó como una “muchacha trabajadora y bonita”.

“Yo tengo miles de gentes que pueden decir que yo no andaba en esas vainas [narcotráfico]. Me conocen porque fui modelo, estuve en la tele, hice de todo”, dice la mujer.

De actriz de Televisa a traficante

Cuando los agentes aduanales del aeropuerto de Buenos Aires descubrieron que Alejandra y su nueva amiga, Petra Torres, traían maletas con doble fondo llenas de un polvo blanco, la sinaloense se quiso desmayar. Era mayo de 2008 y Petra, antes de sobornar a los policías, les dijo que era ketamina para usarla en gimnasios que tenía en Ciudad Juárez, Chihuahua. Eran 19.954 kilogramos divididos en 36 bolsas.

En noviembre de 2007, bajo la administración de Felipe Calderón, se prohibió el uso de la pseudoefedrina, luego del hallazgo en marzo de 2007 de 205 millones de dólares en la mansión del empresario Zhenli Ye Gon, vinculado al tráfico de este agente farmacológico, con el propósito de elaborar metanfetaminas.

En mayo de 2008 se prohibió formalmente la importación y el uso doméstico de la efedrina y pseudoefedrina en México.

No obstante, en ese mismo mes cuando Alejandra y Petra viajaron a Argentina, la efedrina y la ketamina no eran ilegales en ese país.

En el acta de exportación 32/08, expedida por Argentina y a la cual EL UNIVERSAL tuvo acceso, se establece que fue una “infracción aduanera”.

Petra le explicó a Alejandra que el problema había sido no presentar un documento de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de Argentina (Sedronar). Declaró que el kilo le había costado 50 dólares a un vendedor por internet; en México, podría alcanzar hasta mil dólares, según José Reveles en el libro El Cártel Incómodo.

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Tuvo un par de apariciones en la serie de Televisa Papá Soltero como una mujer seductora. Foto: TOMADA DE VIDEO

Discriminada

Alejandra no niega el delito por el que fue detenida: tráfico de 10 kilos de efedrina. Sin embargo, a raíz del perfil de narcotraficante que le crearon, carga con un estigma social que le ha impedido trabajar y recuperar su vida.

Desde que salió de la prisión ha trabajado en hoteles y ha vivido de hacer sanaciones, de pedir prestado, cuidó a adultos mayores y puso un puesto de burritos.

“Tengo que comer. Vender mi cuerpo ya no me atrevo tanto, ¡aunque lo podría hacer!”, confiesa.

Quiso retomar los certámenes de belleza en Culiacán, pero cuatro meses antes de que realizara un evento le negaron los permisos. Ella asegura que la buscaron en internet.

En documentos que son parte del expediente legal de Alejandra, obtenidos por EL UNIVERSAL, la defensora pública que se hizo cargo expone que el caso posee “un serio vicio de fundamentación” y que se violaron sus derechos constitucionales.

Una vez que obtuvo su libertad y supo de la imagen que le habían creado, motivada por la desesperación del desempleo, quiso buscar a Alejandrina Salazar, exesposa de El Chapo, para pedirle ayuda, pero el miedo la detuvo.

Diana Castillo, la abogada que la defendió del despido del hotel, asegura que se trata de un caso de vulnerabilidad laboral: “Aun si hubiera sido culpable, eso no le quita el derecho de tener un empleo y ganarse un sueldo, es una garantía constitucional en México. No representa una amenaza para nadie”.

Alejandra no culpa a nadie de lo que le pasó, pero piensa que la estereotiparon. “No por ser sinaloense ya voy a ser mafiosa”, señala.

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