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Es un problema grave que puede profundizarse: según datos oficiales, en México existen al menos cinco millones de casas abandonadas, y no se sabe qué va a pasar con ellas.
En muchos casos sus propietarios las desalojaron para huir de la violencia. Pero en otros las viviendas se construyeron en zonas inadecuadas o no se les proporcionaron servicios básicos.
Además, las autoridades no saben dónde se encuentra todas las casas abandonadas ni tampoco se sabe cuántas son en realidad.
El dato de las cinco millones de viviendas abandonadas corresponde a un censo de 2010, realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Pero después se han realizado diagnósticos similares. Así, el problema puede ser aún más serio, reconocen las autoridades.
“Ha sido uno de los grandes problemas que nos hemos enfrentado” le dice a BBC Mundo Román Meyer, secretario de Desarrollo Agrario, Urbano y Territorial (Sedatu).
“Es un tema vinculado al abandono del espacio público, a la delincuencia. Es como una bolita de nieve que se va acumulando”, sostiene.
Construcción masiva
¿Por qué se acumuló la cifra de casas abandonadas? Son varias razones, coinciden especialistas y autoridades.
Desde 2000 los distintos gobiernos aplicaron una política de construcción de viviendas en todo el país.
Pero muchas veces sin tomar en cuenta todos los elementos necesarios para estos desarrollos, dice el secretario Meyer: “Desde una lógica plenamente financiera se colocaron de forma masiva un número importante de viviendas”.
“Pero a final de cuentas carecían de los temas muy básicos como la cercanía a los trabajos, equipamientos, usos mixtos, espacios públicos”, explica.
En otros casos los conjuntos habitacionales se edificaron en zonas totalmente inadecuadas, como pantanos.
“Muchas veces se construyó incluso en lugares donde no se debió haber puesto una piedra”, reconoce Carlos Martínez Velázquez, director del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit).
“Se hicieron desarrollos que no cuentan, hasta la fecha, con servicios básicos como agua o electricidad”, reconoce.
Estos conjuntos de casas no debieron construirse, dicen especialistas, pero fueron autorizados por gobiernos estatales y municipales.
El resultado: miles de familias abandonaron las casas ante las dificultades para seguir ocupándolas.
Desplazamiento
Otra de las razones para el alto número de casas deshabitadas es el desplazamiento masivo de personas por la violencia.
De acuerdo con el Estudio Diagnóstico del Derecho a la Vivienda Digna y Decorosa 2018, hasta 2017 más de 345.000 personas “tuvieron que desplazarse de manera forzada en el interior del país debido a la violencia o a conflictos territoriales”.
El secretario Meyer asegura que éste problema es particularmente serio en el norte del país.
Pero Louise David, coordinadora de la organización Alianza para la Regeneración Urbana, recuerda que hacen falta datos para asegurarlo pues no hay un censo o estudio reciente sobre las viviendas abandonadas.
Lo que sí se conoce es el impacto del problema y la cadena de acciones que desata.
“Hay un círculo vicioso alrededor de la vivienda abandonada”, explica a BBC Mundo. “Si hay una casa deshabitada se suma otra y luego una tercera”.
Así, los vecinos que permanecen en los barrios empiezan a sentir un ambiente de inseguridad, sobre todo cuando las casas deshabitadas se invaden.
Hasta ahora no está claro qué va a suceder con estas casas. La Sedatu empezó un nuevo estudio para saber, primero, la ubicación precisa de las viviendas.
Y luego se pretende conocer las condiciones específicas de cada desarrollo habitacional, sobre todo determinar si pueden ser recuperadas.
Es parte de una estrategia contra la violencia, sobre en zonas con alto número de casas deshabitadas por el problema, como Ciudad Juárez, Chihuahua.
“Parte del proceso de pacificación del país pasa a través del ordenamiento del territorio y una adecuada política de vivienda”, dice el secretario Meyer.
“Hacer vivienda es hacer ciudad”.