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Desde que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, despacha en su casa de transición, en el número 216 de la calle de Chihuahua en la colonia Roma, la vida de quienes habitan en sus alrededores cambió, hubo mejoras en los servicios urbanos, pero la tranquilidad que antes reinaba en la calle desapareció.
En entrevista con EL UNIVERSAL, vecinos y comerciantes admitieron que les beneficia la seguridad que hay ahora en la cuadra de Chihuahua, entre Monterrey y avenida Insurgentes, así como el nuevo alumbrado y las guarniciones recién pintadas.
Para Huberto Suárez, encargado del restaurante Krikas, las consecuencias de que el próximo presidente de México haya escogido ese sitio para llevar a cabo su transición de gobierno ha resultado beneficioso.
“La vida siempre ha sido la misma, la cuestión aquí en el negocio son las ventas, ha aumentado la clientela, concretamente en esta esquina ha sido muy importante la llegada de este hombre, porque hay limpieza, seguridad”, dijo
Huberto es el responsable de preparar el desayuno al próximo Presidente de México. A su decir, López Obrador suele pedir huevos motuleños y, por ello, en la próxima actualización de la carta de Krikas, este plato se llamará “Huevos AMLO”, en su honor.
“Hay vecinos que han [estado] inconformes, pero yo creo que deberían, en lugar de estar en contra, darle las gracias a este hombre porque hay más seguridad en la colonia, todos los vecinos deberían aprovechar la estancia de este hombre aquí”, aseguró.
Lo mismo piensa Martha Rangel, quien vende dulces en la esquina de Chihuahua con avenida Insurgentes. En 14 años que lleva ahí con su negocio, la venta nunca había sido tan alta como en lo que va de la transición de gobierno.
En la esquina de Chihuahua e Insurgentes las ventas y la clientela de los negocios han aumentado.
“Los vecinos dicen que es molesto porque hacen mucho ruido, que se recargan en sus puertas, y hasta pusieron letreros de que respeten las jardineras, pero en 14 años no había visto que ni siquiera barrieran la calle, ahora pasan dos o tres veces al día”, expresó la vecina.
Otra es la realidad de quienes comparten su casa habitación con las oficinas de López Obrador, como Carlos Estrada, quien ha vivido toda su vida en la otra esquina de la calle Chihuahua, del lado de Insurgentes.
“La gente que viene, la mayoría, no respeta el tema de la basura, cuando vinieron las personas de Atenco dejaron mucha basura, la echaban por encima de mi barda”, acusó en su conversación con este diario.
Carlos vive con sus padres, dos adultos mayores quienes en las noches no siempre pueden dormir a causa de sus padecimientos médicos, por lo que aprovechan las tardes para tomar siestas. Pero el día que un hombre cantó por horas imitando a Pedro Infante, el ruido no los dejó descansar, dice.
El 15 de agosto los vecinos de Chihuahua organizaron una junta para exponer sus quejas y preocupaciones a personal de la delegación y de la organización Roma-Condesa.
Ellos se comprometieron a enterarlos con anterioridad de los eventos masivos que tengan lugar en la calle, como mítines y visitas de secretarios de Estado de otros países.
“Les interesa que las personas que vienen no se sientan amedrentadas, nadie las amedrenta, [pero] no respetan y si hay la intención de algún vecino de llamarles la atención, se [arriesga] a un enfrentamiento”, expuso Carlos.
Ulises Meneses es publicista y trabaja a dos casas de donde lo hace López Obrador, reconoce por sobre otros avances el destape de coladeras, pero le molesta el ruido que hacen los manifestantes que arriban a dejar sus quejas al próximo presidente de México.
“No puedes estacionar tu coche, no se te permite la entrada, todos los días son gritos, el señor que viene y canta hace que sea complicado. Y qué mal que sólo porque está él aquí se hayan hecho las mejoras”, argumentó.
El joven sale con regularidad para fumar en la puerta del inmueble donde labora y observa también a los reporteros que permanecen por horas afuera de la casa de transición.
“Yo lo siento por ustedes que tienen que chambear, hasta he visto cómo se avienta la gente pudiendo provocar un accidente. Yo les pediría a los trabajadores de este señor que salieran a organizar”, expuso.
En la acera de enfrente de la casa de transición se colocaron letreros en el que los vecinos piden a los visitantes respetar las áreas verdes, sus entradas y los automóviles que estacionan frente a sus hogares.
La banqueta continua al inmueble que ocupa López Obrador no tiene letreros, y en su mayoría son oficinas de creativos. En la casa contigua a la de transición se ubica un taller de costura que en ocasiones ofrece conexión eléctrica a quienes visitan la zona.
En las entradas de algunos hogares se colocaron letreros en los que vecinos piden a los visitantes respetar las banquetas.
“Yo le comentaba al vecino y a su esposa que no me molesta que ofrezca la luz a los medios de comunicación, por ejemplo, pero le dio conexión al hombre que cantó todo el día, eso es escandalizar la vía pública”, reclamó Carlos.
Sara Ávila, estudiante de sociología, también narra su experiencia: “Todo ha sido benéfico menos la pérdida de privacidad; a veces salgo tarde de la escuela y llegar y que estén los policías y todo alumbrado me da más seguridad”.
Sara y su novio venden comida en su garage los fines de semana y la llegada de visitantes a la casa de transición los beneficia en este negocio que emprendieron juntos.