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Después del sismo del 19-S, el Internet se llenó de teorías sobre un próximo temblor de gran magnitud. Videntes, magos y hasta cadenas de WhatsApp predecían la llegada de un nuevo desastre, causando pánico en la población. Pero ¿tienen sustento científico estas predicciones?
Hay que aclarar que actualmente NO hay tecnología o método que permita saber por adelantado cuándo ocurrirán los sismos o de qué magnitud serán.
Luego de la histeria desatada por el sismo que mató a más de 300 personas en 2017 en México, el Servicio Sismológico Nacional (SSN) pidió abstenerse de hacer circular rumores que afirmen lo contrario.
Decenas de edificios se desplomaron o quedaron dañadas después del 19-S. (Foto: El Universal)
Lo que sí existe, y está respaldado por investigaciones, es la observación de tendencias que se repiten a lo largo del tiempo, así como otros factores que podrían influir en un terremoto. Estas observaciones no nos ayudan a predecir los sismos, pero sí a entender su comportamiento y prepararnos para las consecuencias.
Por ejemplo, el año pasado, Roger Bilham de la Universidad de Colorado y Rebecca Bendick de la Universidad de Montana, mencionaron que era probable ver un incremento en la actividad sísmica durante el 2018. Su investigación se basaba en la relación entre los sismos y la rotación terrestre.
A pesar de no estar preparados de antemano, los ciudanos salieron a ayudar a las víctimas atrapadas en los escombros. (Foto: El Universal)
Durante los últimos 100 años, cada vez que la rotación terrestre se hace más lenta, aunque sea por milisegundos, ha coincidido con un incremento global en temblores de magnitud superior a 7 grados. Aunque esto parezca muy grave, en realidad sólo ocurrirían de dos a cinco temblores más de lo común este año, de acuerdo con estos científicos.
En el caso de México en particular, los expertos creen que los temblores de 2017 colocaron a nuestro país en una posición más vulnerable de lo normal ante el próximo sismo. Esto lo afirma el sismólogo Ross Stein, científico emérito del Servicio Geológico de Estados Unidos.
México, que se encuentra en el sitio donde varias placas terrestres se unen, tenía en 2017 un 25% de probabilidades de experimentar un sismo de 7 grados o más. Con la presión y energía que se liberaron en las placas durante el terremoto del 19-S, esa probabilidad aumentó hasta 55%, según los cálculos de Stein.
Esto se debe a que el mismo sismo que “liberó” energía entre las placas que se movieron, puso aún más presión sobre otras.
Entre las imágenes del 85 y las del año pasado, hay pocas diferencias. (Foto: El Universal)
¿Qué hay sobre el Gran Terremoto? Todo mexicano ha escuchado el rumor de que se avecina un terrible sismo con origen en Guerrero, por el choque entre la placa Norteamericana y la de Cocos. Pero en esta leyenda hay más mito que verdad.
Expertos del Centro de Geociencias (CGeo) y del Instituto de Geofísica (IGf) descubrieron que la capa en la base de la placa Norteamericana es poco permeable y no permite el paso constante de agua.
Entonces, cuando la placa de Cocos entra por debajo de ella libera fluidos que quedan atrapados, lo que genera menor fricción y evita la acumulación de energía, razón por la que no se ha producido un sismo de la magnitud esperada.
Según registros, desde 1911 no ocurre un sismo de consideración en la Brecha de Guerrero. Sin embargo, “la lógica indica que tarde o temprano habrá uno”, comentó Luca Ferrari, investigador del Cgeo.
Esta teoría no es definitiva, pues hay quienes dicen que la constante liberación de energía en esta zona a través de sismos imperceptibles es suficiente para evitar un temblor devastador.
Aunque sabemos que ocurrirá un terremoto en Guerrero, no sabemos si será mañana o dentro de una década. Además, el próximo movimiento terrestre podría venir de otro sitio completamente alejado de la falla.
En Japón, por ejemplo, por años se ha observado la falla de Tokai porque se cree que provocará un gran sismo en Tokio. Pero en 2011, fue una sección poco estudiada de la falla la que provocó el terrible sismo de Tohoku.
Como lo señaló Diego Melgar, un sismólogo de la Universidad de Óregón: "Nos sorprendió el evento de Tohoku en Japón y nos sorprendió este terremoto (19-S). Creo que un poco de humildad es bueno aquí. Todavía hay muchas incógnitas en el planeta, y tenemos que trabajar mucho más ".
Lo que SÍ debemos y podemos hacer, es aumentar nuestra cultura en caso de desastres naturales, tener un kit de emergencia listo en casa y en el trabajo, realizar los simulacros de forma responsable, involucrándonos e informándonos sobre lo que podemos hacer en caso de un sismo u otro suceso.