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No es la primera vez que el gobierno mexicano omite la detención de un narcotraficante, en 1993, Jorge Carpizo McGregor, entonces titular de la Procuraduría General de la República (PGR), no detuvo a Ramón y Benjamín Arellano Félix, líderes del Cártel de Tijuana, pese a tenerlos ubicados en la Nunciatura Apostólica de la Ciudad de México.
Fue durante una reunión celebrada el 13 de diciembre de 1993 en la Nunciatura Apostólica de la Ciudad de México, entre el primer nuncio apostólico de México, Girolamo Prigione y los hermanos Arellano Félix para aclarar el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, ocurrido meses antes en el aeropuerto Internacional de Guadalajara.
La reunión se llevó a cabo a petición de los narcotraficantes para que el monseñor Prigione fuera el intermediario para hablar con el presidente y mencionarle que ellos no habían participado en el asesinato del cardenal Posadas Ocampo. El titular de la Procuraduría General de la República, Jorge Carpizo, supo del encuentro y no hizo nada por detener a los narcotraficantes.
Al respecto, el exprocurador en su libro “El asesinato de un cardenal. Ganancia de pescadores” que escribió en conjunto con Julián Andrade, menciona que él y el presidente Carlos Salinas de Gortari sabían que Ramón y Benjamín Arellano Félix aguardaban en el residencia del nuncio esperando una respuesta a su petición de audiencia y que decidieron no proceder a su captura porque la operación policial implicaba riesgos graves, incluida la vida de monseñor Prigione y otros clérigos del recinto diplomático.
Cabe señalar que todo inició el 24 de mayo de 1993, con el asesinato en un tiroteo del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en el aeropuerto Internacional de Guadalajara. En esa ocasión, según las investigaciones de la PGR, el cardenal iba a recoger a Girolamo Prigione, representante de la Santa sede en México, al estar esperándolo pistoleros atacaron el auto del cardenal confundiéndolo con el de “El Chapo” Guzmán, quien también se encontraba en el aeropuerto, según las investigaciones, los autores intelectuales y materiales del asesinato fueron los hermanos Arellano Félix.