Impulsada por el valor con el que su hija vivió su transición a los 13 años, Tania Morales se fijó una meta que, ahora, parece cercana: que todos los menores de edad tengan derecho a decidir su cambio de nombre y reasignación de género en su acta de nacimiento por la vía administrativa, sin necesidad de enfrentarse a un juicio o de solicitar un amparo.

Tras meses de discusiones en el parlamento de mujeres que impulsó la Comisión de Igualdad, su iniciativa, aprobada en comisiones la semana pasada, subirá mañana al pleno del Congreso local.

La lucha de Tania se remonta a cuando su hija tenía siete años: “Mami, yo quiero ser un niño”, le dijo entonces; sin embargo, el comentario no trascendió. Fue hasta que el adolescente cumplió 13 años y tuvo acceso a un libro sobre identidad homosexual, lo que le permitió tener herramientas para describir y expresar su condición.

“Mami, hay algo que dice en este libro que yo siempre he sentido. Soy una persona trans, soy un hombre, me dijo. Honestamente, yo no entendía nada de la identidad de género y mi respuesta no fue nada favorable. Le pedí tiempo y que me dejara investigar sobre el tema”, cuenta Tania.

Comprender la situación le llevó un mes cursando un diplomado, un taller y devorando artículos, información de organizaciones internacionales y legislaciones de otros países. En las leyes de México no encontró nada sobre personas trans.

“Fue entonces que me di cuenta de que tenía un hijo, que siempre lo había tenido y que a lo largo de su vida él me había dicho de muchas maneras que era un hombre, pero yo no había tenido la capacidad, por desconocimiento, de darme cuenta que era así”, narra.

A partir de ese momento, el apoyo a la transición de Adrián fue incondicional e, incluso, llevó a Tania a fundar la Asociación por las Infancias Transgénero A.C., para asesorar y acompañar a otras familias en la misma situación, explica.

La lucha por el reconocimiento de la identidad de Adrián comenzó en los círculos familiares y de amistades cercanas, así como en la secundaria del menor, pero la verdadera batalla la enfrentaron cuando quisieron cambiar el nombre del adolescente ante el Registro Civil.

“Actualmente, el proceso judicial para que un niño transgénero cambie su acta de nacimiento es terrible, porque te solicitan dictámenes siquiátricos del menor y en ocasiones de las familias, así como expedientes clínicos, además de que es larguísimo y se piden testigos de que el niño ha vivido en el género al que quiere modificar su acta”, comenta.

El Registro Civil rechazó la petición de Tania para cambiar el nombre de su hijo, por lo que, junto con el Centro de Estudios Constitucionales y Legislativos Aplicados, su asociación solicitó en noviembre del año pasado un amparo en el que se argumentó que la legislación discrimina a los menores de edad cuando no se les permite modificar su acta de nacimiento.

“En nuestra Constitución se establece la no discriminación por edad y que los menores tengan que enfrentar un proceso judicial para realizar el cambio de registro es inconstitucional”, argumenta.

Tras casi nueve meses de proceso, Adrián recibió su nueva acta de nacimiento en agosto pasado.

La iniciativa

Durante el proceso del amparo de su hijo, Tania aplicó para formar parte del parlamento de mujeres promovida por la Comisión de Igualdad de la Ciudad de México. Una vez dentro, fue elegida presidenta de la Comisión del Desarrollo Integral de la Niñez y lo primero que hizo fue presentar su propuesta sobre infancias trans.

Ante la negativa de algunos partidos y organizaciones civiles, la abogada Tania se mantiene optimista. Confía en la apertura de ideas ante el debate y que la iniciativa puede marcar un hito en la Ciudad de México y en pro del reconocimiento de los derechos de las personas transgénero desde la infancia.

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