Ciudad Hidalgo.— Elementos de la Guardia Nacional (GN) repelieron con gases lacrimógenos el ingreso a México de unos 4 mil migrantes de la caravana que partió de Honduras el pasado miércoles. Algunos centroamericanos lanzaron piedras, que eran regresadas por los agentes. Varios menores y adultos resultaron lesionados e intoxicados.

A las 4:00 de la mañana del lunes, las mujeres despertaron de forma abrupta a los pequeños y empacaron rápido sus pocas pertenencias para abandonar el albergue habilitado en terrenos de una iglesia evangélica en Guatemala.

Eran los migrantes, en su mayoría procedentes de Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua, que forman parte de la caravana “La Esperanza y el Amor”.

La luna creciente acompañaba el caminar de los hombres, mujeres y niños hacia el Puente Internacional Rodolfo Robles.

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Los migrantes pidieron a agentes de la Guardia Nacional que los dejaran seguir su camino, solicitud que fue rechazada. Foto: JACOB GARCÍA. EL UNIVERSAL

Cerca de las 4:30 de la mañana, el contingente, de unas 4 mil personas, esperaba a que las autoridades fronterizas de Guatemala abrieran el portón para caminar hacia México. Jóvenes con las banderas de Honduras encabezaban el grupo.

Los líderes de la caravana, que surgieron de forma espontánea, daban declaraciones a los medios de comunicación: “Vamos a pedir a las autoridades de México que nos den paso libre, sólo queremos llegar a Estados Unidos, no queremos quedarnos aquí, vamos tranquilos, sin violencia”, repetían una y otra vez.

Luego de realizar una oración y de entonar el himno nacional de Honduras, en medio de vivas, aplausos y el grito de “¡sí se puede!”, el contingente avanzó lentamente y de forma organizada sin permitir que nadie fuera adelante de las banderas. Hicieron una pausa a unos 100 metros del portón, que se encontraba cerrado y resguardado por agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y la Guardia Nacional.

Como lo habían anunciado, a las 7:00 horas una comisión entregó una petición de paso libre a la caravana para que se hiciera llegar al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

El INM les dijo que daría una respuesta a las 10:00 horas.

La luna se fue para dar paso al sol, que para cuando se cumplió el plazo ya provocaba deshidratación, principalmente entre los niños.

La desesperación se apoderaba de los integrantes de la caravana porque la respuesta no llegaba.

A las 10:15 horas, la comisión se acercó al portón para pedir respuesta. Ante la negativa al paso libre, el contingente se dirigió al Suchiate.

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Cientos de personas buscaron otras vías para evadir a las autoridades. Muchas fueron detenidas cuando intentaban internarse en el territorio. Foto: MA. DE JESÚS PETERS. EL UNVIERSAL

Niños perdidos

Una avalancha humana cruzaba corriendo el río para alcanzar la orilla mexicana, pero agentes de la Guardia y de Migración los obligaban a regresar.

“Mi hijo, no lo encuentro”, gritaba histérica una joven madre que extravió a su pequeño durante el caos que se registró cuando un grupo de jóvenes empezó a lanzar piedras contra la Guardia Nacional, que respondió con gas lacrimógeno.

Varios menores sufrieron crisis nerviosas y otros se desmayaron por el estrés, sumado a la deshidratación y la falta de alimento.

Los centroamericanos corrían de un lado a otro tratando de burlar el cerco de la policía, pero quienes lo lograban eran perseguidos por la ciudad hasta ser detenidos.

Un contingente de unos 400 migrantes que lograron evadir a las autoridades y avanzar hasta el poblado de Ignacio Zaragoza, a unos cinco kilómetros de la frontera, también fueron detenidos.

Por la tarde, los migrantes decidieron retornar al albergue de Tecún Umán, donde les ofrecieron alimento, pero advirtieron que buscarán la forma de cruzar y llegar a Estados Unidos. “No nos rendimos, no podemos regresar a Honduras porque las Maras nos matan”, aseguró un joven, dispuesto a cruzar las veces que sean necesarias.

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