Zinacantepec, Méx.— Elvia Arias y su familia amanecieron ayer a cuatro grados bajo cero. Desde hace una semana, cuando resintieron el descenso de las temperaturas, en la misma medida tuvieron que aumentar la compra de leña para mantener la estufa encendida por 24 horas.

Mientras saca agua de una pileta, la jefa de una familia conformada por cinco personas cuenta que cada mañana deben esperar a que se deshagan los bloques de hielo que se forman durante la noche.

“Son capas de hasta medio centímetro de grosor, lo mismo pasa con el suelo; se cubre con una capa fina de hielo”, narra.

En la pileta se observa un montón de ropa húmeda y dentro de la estructura de cemento, algunos copos de nieve que todavía resisten la tímida salida del sol.

Elvia continúa con sus labores, pues dice que se le juntó la ropa porque el fin de semana decidió ir a vender comida al Parque de Los Venados en el Nevado de Toluca, “pero sólo perdí el tiempo”.

Así sobrevive a las bajas temperaturas en esta época una de las 50 mil familias que habitan en 30 municipios considerados vulnerables por Protección Civil.

En el predio cercado hay dos viviendas de la misma familia. Un cuarto es de lámina con madera y por las rendijas del techo se cuelan los vientos helados que provienen del Xinantécatl, porque Loma Alta se ubica a sólo unos metros del coloso.

Dentro de este cuarto, de apenas un metro por 1.5 de largo, espera paciente la abuela, de 90 años y en silla de ruedas, quien todas las mañanas es colocada por sus familiares frente a la estufa de leña.

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Elvia Arias, quien vive cerca del Nevado de Toluca, cuenta que en el agua se forman bloques de hielo de hasta medio centímetro de grosor.

“Tuvo un derrame cerebral y por eso está en esa condición. Todos los días la ponemos aquí para que no le dé frío”, indica Elvia.

Junto al fogón hay una cama hecha con madera y sostenida por troncos, con una colchoneta. En ese sitio pasa casi todo el día la familia Arias, porque “es donde podemos mantenernos calientes”.

Junto a este cuarto, que también sirve como sala de estar, hay una casa de cemento. Por fuera se observa que tiene al menos tres recámaras, pero casi nadie pasa el día o la tarde ahí dentro, confirma. “Es que hace más frío, además ahí no prendemos leña porque es más peligroso”, refiere la mujer.

Explica que en su caso no han registrado nunca una intoxicación por el humo, pero sabe de vecinos que sí tuvieron consecuencias en la salud y es por eso que sólo usan el fogón en la cocina.

“Desde las 18:00 horas, por ejemplo, nos vamos a dormir, nadie se espera. Creemos que debe ser caro poner un calentador eléctrico, por aquí ni lo conocemos, pero lo mejor o lo tradicional es quemar leña”, explica.

Asegura que lo más difícil de la temporada es que deben comprar a la semana por lo menos dos cargas de leña en camionetas, que cuestan 700 pesos cada una.

“No nos dura más que una semana. Para nosotros es muy difícil pasar estos días porque sabemos que febrero y marzo van a ser peores, que habrá caída de nieve, nos preocupan los niños y los abuelitos, porque aquí no hay un centro de salud cercano”, lamenta.

La señora Arias apunta que en años anteriores las autoridades locales y estatales les entregaban cobijas e insumos para protegerse del frío, pero en los últimos dos años no han visto ningún apoyo. El gobierno del Estado de México anunció un programa para atender a la población.

“Antes nos daban cosas, por ejemplo, las jornadas de refuerzo de vacunación o daban cobijas, aunque fueran de las más delgadas, pero nos ayudaban mucho”, dice.

Pese a estas condiciones, en todos los jardines se observa a los niños jugando con los troncos que se convertirán en leña, mojándose y hasta revolcándose en el pasto, como si fuera el día más soleado.

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