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Río Grande, Tututepec, Oaxaca
Luego de alcanzar el reconocimiento constitucional al pueblo afromexicano, publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el pasado 9 de agosto, las comunidades negras de la región Costa se preparan para el censo que realizará el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2020. Tras participar en un ejercicio piloto, por primera vez los afros serán contabilizados, logrando así que se les tome en cuenta en la composición poblacional del país y que se identifiquen las desigualdades socioeconómicas con las que viven los pueblos negros.
Juana e Hilario descansan en el corredor de su vivienda en Río Grande, agencia del municipio de Villa de Tututepec, en la Costa Chica de Oaxaca. Él, pescador desde hace 71 años, y ella, comerciante. La preocupación de estos dos ancianos afros es pasar los días en tranquilidad, lejos de problemas, así que no están muy enterados del reconocimiento constitucional y que el Inegi los incluirá en su censo.
Eso sí, ambos están muy orgullosos de lo que son, de su color, de su rizado cabello, de su picardía al hablar y de su identidad como negros, al grado de burlarse de ellos mismos.
La pena no es característica suya, son de mandíbula batiente al reír y al contar sus anécdotas de juventud, cuando comercializaban pescado hasta el Istmo de Tehuantepec. Viven tranquilos en uno de los barrios de Río Grande y forman parte de los más de mil afromexicanos que habitan este pueblo, reconocido como parte de las comunidades de la Costa negra.
“Si no contamos, no existimos”
De cerca, Apolinaria Havana Roque observa complaciente a esta pareja de ancianos. Poli, como la conocen en el pueblo, es una promotora de la cultura negra a través de programas en una radio comunitaria. Ella luchó por el reconocimiento constitucional y ha sido funcionaria del Inegi.
Participó en la Encuesta Intercensal de 2015, en la que se incluyó la pregunta “De acuerdo con su cultura, historia y tradiciones, ¿usted se considera negro, es decir, afromexicano o afrodescendiente?”.
Este proyecto estadístico piloto, que se realizó porque el Estado mexicano recibió una recomendación de parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y por la exigencia de grupos civiles y académicos, arrojó que en el país se reconocieron como afros un millón 382 mil 853 personas, representando 1.2% de la población total; en Oaxaca se reconocieron tan sólo 196 mil 213 y es la segunda entidad con mayor proporción, después de Guerrero.
Rosa María Castro, presidenta de la AMCO, señala que la meta de colectivos es que en 2020 sean más de 2 millones los mexicanos orgullosos de su raíz negra.
Antes de participar en el censo, al igual que muchos afros, Poli vio discriminación por su color de piel y cabello a pesar de vivir en un pueblo negro. Siempre se sintió “el frijolito en la familia”, ya que es la que tiene más acentuados los rasgos.
“Cambié [mi forma de pensar] cuando supe de dónde venía, quién era, entendí que era especial, que pertenezco a un grupo peculiar, reducido en este país. Dejé de sentir pena y vergüenza, comencé a leer sobre la cultura negra, empecé a interesarme por la lucha de los hombres y mujeres de esta zona.
“Se me aclaró más cuando participé en la intercensal, también ahí entendí que antes de lanzar una pregunta, como la que se aplicó, se debe concientizar, sensibilizar e informar a nuestra gente, porque muchos se ofendieron con la palabra negro o no comprendían el término afrodescendiente”, explica.
Cuando supo a través de las redes sociales sobre el reconocimiento constitucional, organizó con su agrupación Concejo Afromexicano de Río Grande, del que es presidenta, una reunión en el kiosco municipal para informar a 300 personas sobre la histórica resolución en el Senado. Aunque considera que eso no es suficiente, que se debe recorrer pueblo por pueblo de la Costa detallando los beneficios del reconocimiento y prepararlos para el censo.
“En Río Grande muy pocos saben del reconocimiento, yo en mi programa de radio siempre lo informo. En cuanto al censo, se debe hacer un trabajo muy grande para que todos nos reconozcamos ante la institución como afros, porque si no contamos, no existimos y, al no existir, no hay políticas públicas adecuadas a nosotros”, reconoce.
Según la Encuesta Intercensal de 2015, en al menos 69 municipios de Oaxaca existen habitantes afromexicanos, la mayoría se concentra en Pinotepa Nacional. Foto/MARIO A. MARTÍNEZ, EL UNIVERSAL
¿Afros e indígenas?
El Conteo Intercensal de 2015 —ese piloto estadístico realizado más por obligación que por voluntad— arrojó que en 69 municipios de Oaxaca hay presencia de afromexicanos, pero se concentran en mayor medida en 16, Pinotepa Nacional es el que posee el mayor número, con 18 mil personas. Le siguen Villa de Tututepec, con 17 mil; Santa María Huazolotitlán, con 5 mil; en cuarto lugar se ubica Colotepec, con 4 mil 232, y en quinto, Jamiltepec, con 4 mil 142 habitantes afros.
El conteo logró identificar la estrecha relación de algunas comunidades indígenas y afros, sobre todo donde han mantenido vínculos de convivencia por su cercanía territorial. Oaxaca fue el que más afrodescendientes hablantes de una lengua indígena tiene, con 22% del total nacional, y hay mayor porcentaje de mujeres que de hombres.
También se determinó que la participación afromexicana en actividades productivas se da con más fuerza en Baja California Sur y Chihuahua, con más de 70% de su población, mientras que menos de 50% participa en Oaxaca. En cuanto al analfabetismo en afros, Oaxaca encabeza la lista.
“Afromexicano”
El encerrón duró varias horas en una oficina del Inegi en la Ciudad de México. Líderes afros de la Costa Chica se mantenían en la posición de que la pregunta de autoadscripción que se incluiría en el censo de 2020 debía contener la palabra “afromexicano”, no negro, no mulato, no afrodescendiente. El argumento era simple: así se reconocían y se identificaban oficialmente después de años de lucha.
Rosa María Castro, presidenta de la Asociación de Mujeres de la Costa de Oaxaca (AMCO), recuerda que el Inegi insistía en el término afrodescendiente con el argumento de que cambiarlo podría causar confusión. Después de análisis y debates, ellas ganaron.
“Fue duro imponernos con el término afromexicano, pero como éramos como 20 hombres y mujeres afros nos impusimos, logramos convencerlos con argumentos. Llevamos más de 20 años luchando por que se nos reconozca. No estamos mendigando nada, estamos exigiendo un derecho que ya se nos reconoció en la Constitución”.
Admite que es muy pocas personas de este sector enteradas de los logros. Ante eso, los colectivos están armando campañas en radio local y en redes sociales; su meta es que el próximo año sean más de 2 millones los mexicanos orgullosos de su raíz negra, el doble que en 2015.