Juchitán de Zaragoza.— Noé López Vásquez, un campesino zapoteco que vive en el Ejido Zapata, perteneciente a  este municipio, se prepara para participar en el programa federal Sembrando Vida y presume que en una de la dos y media hectáreas que dedicará la siembra de árboles maderables, también rescatará plantaciones endémicas del Istmo.

Noé tiene 12 hectáreas de tierra donde  cultiva maíz, sorgo, ajonjolí, calabaza, pepino y frijol, pero cuando se enteró de las reglas de operación del programa, no lo dudó y solicitó su inscripción.

El titular  de la   Dirección de Desarrollo Rural Sustentable del municipio, José Díaz, estima que  en el Istmo  participen cerca de 5 mil campesinos de   Juchitán, Santa María Xadani, San Blas Atempa, Tehuantepec, San Mateo del Mar, El Espinal y Unión Hidalgo. “No vamos a sembrar árboles de cedro o caoba, sino aquellos maderables que sirven en la vida diaria de las familias zapotecas e ikoots [huaves] y que con el paso de los años se han ido perdiendo”, detalla don Noé.

En una etapa inicial, de tres meses a partir de mayo, los campesinos y sus esposas recolectarán semillas y harán viveros en sus parcelas, y  cuando las plantas alcancen los 15 centímetros, procederán a la siembra.

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Entre Noé y el director de Desarrollo Rural, José Díaz, enlistan en zapoteco y español  los nombres  de cada planta y  sus tipos de uso: “Vamos a rescatar el árbol conocido como Yaa na o caulote, que sirve para hacer carbón, además de que sus hojas se usan en  la medicina tradicional y la semilla desparasita a los caprinos”, explican.

También, van por el rescate del Yaga bii o mezquite, cuya madera se emplea  en la elaboración del ombligo o eje de la carreta para el arado. La corteza del árbol sirve en infusiones para combatir problemas renales y con la vaina se hacen dulces y  postres.

Otra especie endémica del Istmo  que volverá a tener impulso  es el Gulabere o zazanil, el cual se usa para hacer postes vivos en los potreros, para travesaños en los techos de tejavana y también se usa para hacer las patas de  mesas y  sillas; produce un fruto que es pegamento natural.

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Asimismo se contempla  la especie conocida como Guié bichi u ocotillo, que sirve para elaborar el cabo o el mango del hacha, además de su uso medicinal.

En el caso del Beza yaaga o huanacastle, aunque es una de las plantas que todavía proliferan en la región,  los campesinos quieren darle otro impulso. Con  su leña   se elaboran tablones para los roperos, camas, mesas y sillas,  y  para hacer las canoas donde comen los cerdos.

De acuerdo con las reglas de opeación de  Sembrando Vida, dependiente  de la Secretaría de Bienestar, mensualmente cada campesino recibirá 5 mil pesos  durante los próximos cinco años;  este dinero se irán a un fondo de ahorro que los campesinos podrán retirar al término del programa.

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Por su parte, el coordinador del Foro Ecológico Juchiteco, Gonzalo Bustillo Cacho, comenta que si la Secretaría de Bienestar está interesada en adquirir las plantas, en los viveros de Juchitán y en el  de Reforma de Pineda, ubicado en la zona oriente del Istmo, estarán disponibles  unas 20 mil plantas, entre las endémicas que  quieren sembrar los campesinos y las introducidas a la zona.

Mientras tanto, en la comunidad de Chicapa de Castro, que pertenece a Juchitán, las mujeres zapotecas acordaron el inicio de la recolección de semillas de las plantas endémicas, con la finalidad de que participen en la elaboración de sus propios viveros y después comercialicen las plantas con el programa Sembrando Vida.

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