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Tapachula.— "¡Ayúdame!, ¡ayúdame con mi hijo, está enfermo, está enfermo", suplicaba una mujer migrante originaria de Haití desde el centro de detención habilitado por el Instituto Nacional de Migración (INM) en las instalaciones de la Feria Mesoamericana, en esta ciudad.
A las 8:00 horas, hombres y mujeres, desesperados por ver a sus hijos enfermos y sin medicamentos, intentaron salir, pero se los impidieron elementos de la Secretaría de Marina (Semar) habilitados como Guardia Nacional, junto con la Policía Federal, oficiales del Instituto Nacional de Migración (INM) y guardias de seguridad privada.
Testigos que pidieron el anonimato por temor a represalias indicaron que, presuntamente, guardias privados vestidos de blanco se quitaron el cinturón y golpearon a algunos migrantes extracontinentales.
“Los de blanco les estaban pegando con el cincho a los negritos. Yo soy extranjero, pero eso que les hacen está mal”, dijo un migrante hondureño que se encontraba en el lugar cuando inició la protesta.
“¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!”, gritaban hombres y mujeres tras un portón negro que estaba cerrado. Al mirar por una rendija se observaba a una veintena de agentes migratorios, navales, policías federales y guardias de seguridad privada.
Los migrantes reclamaban la falta de alimentos, atención médica y la tardanza en los oficios de salida para que sigan su viaje a Estados Unidos, con el fin de pedir refugio.
Ante las cámaras de EL UNIVERSAL, una mujer haitiana que se identificó como Fabiola, tirada en el piso junto al portón y entre lágrimas, clamaba ayuda para su hijo Pablo Andrés, de un año y dos meses de edad, quien, dijo, presentaba ronchas de picaduras de zancudo en todo su cuerpo.
En medio de las botas de los militares, la mujer, quien no paraba de llorar, dijo que su hijo nació en Chile y que desde hace varios días se encontraba enfermo, al igual que muchos otros niños: “¡Ayúdame!, ¡ayúdame!, muchos días mi hijo enfermo, poquita comida, no hay agua potable, muchos zancudos”, suplicaba la mujer, mostrando las ronchas en el cuerpo del menor.
“¡Justicia, por favor! ¡Diez días estar sufriendo, ayúdame, la policía me pegó!”, denunciaba, mientras militares y guardias privados pateaban piedras, tierra y ramas sobre la cámara para evitar que se documentaran las protestas, lo cual motivó el enojo de los migrantes.
Otras mujeres también clamaban ayuda y denunciaron que no contaban con pañales desechables, y que había médicos, pero no medicina.
“¡Ayúdame!, muchas personas aquí están sufriendo, nuestros hijos están enfermos, no comida, ayúdame, ya sufrí mucho”, suplicaba.
La Feria Mesoamericana, en el sur de Tapachula, fue habilitada por el INM como un centro de detención para extracontinentales, debido al sobrecupo que hay en la Estación Migratoria Siglo 21.
Los migrantes se mantenían sentados y acostados en el piso, exigiendo que los dejaran salir. Luego de varias horas de diálogo con personal de Derechos Humanos del INM, a las 13:30 horas se les entregó su oficio de salida a un centenar de ellos y fueron liberados; 18 fueron trasladados a la Estación Siglo 21 para su registro y más de 300 permanecen ahí a la espera de concluir su trámite.
* Por decisión editorial, la fotografía de Fabiola y su hijo se publica sin alterar en la portada de este diario, debido a la información que aporta.