La Presidencia no acaricia. Representar y dirigir una nación no es un cargo sencillo. Tener la máxima responsabilidad de un país desgasta.

El presidente Enrique Peña Nieto lo dijo a un par de meses de dejar el cargo: ser Presidente no es fácil.

Nadie dijo que ser presidente era una tarea fácil. Un país no se construye en 6 años. Me siento satisfecho de haber contribuido a que México siga hacia adelante”.

Todas las responsabilidades que implica y demanda ser Pesidente se reflejan en el estado físico de la persona, quien al momento de asumir el puesto muestra una imagen saludable, fuerte y de liderazgo, sin embargo, viven bajo presión y estrés continuo seis años.

Mira aquí el interactivo que preparamos para que compares los rostros de los presidentes antes y después. En algunos casos se aprecian más arrugas y canas.


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Al llegar a ocupar un cargo tan alto como lo es la presidencia de un país, se trata de un puesto en el que constantemente se está sometido a un estrés crónico, señala en entrevista la psiquiatra Diana Patricia Guizar, “son personas en que la demanda es excesiva, por lo que tratan de mantener el control, lo cual los desgasta física y cognitivamente”.

La predisposición a infartos y eventos vasculares cerebrales, son algunas de las consecuencias que a nivel físico puede llegar a tener una persona que está sometida a estrés crónico. A nivel psiquiátrico, comenta la doctora Guizar, pueden ser propensos a sufrir cuadros de ansiedad y depresión, debido a que constantemente se alteran las sustancias que controlan el estado de ánimo.

“A nivel inmunológico y a nivel dermatológico hay muchos cambios, en las fotos se puede ver que se arrugan y se avejentan mucho, esto pasa porque se altera el sistema inmune. Cuando el cuerpo pasa por un lapso de estrés muy fuerte el cuerpo tiende a enfermar” agrega la psiquiatra Guizar.

Un ejemplo de ello fue el ex presidente Adolfo López Mateos, quien aquejado por dolores causados por aneurismas al final de su sexenio, murió a consecuencia de estos males el 22 de septiembre de 1969.

En cuestiones dermatológicas la doctora señala: “la piel requiere de cierta hidratación, alimentación y sueño para mantenerse hidratada. Muchas veces por el estrés, las personas recurren a consumir alcohol para relajarse, y esto lejos de hidratar provoca alteraciones en la piel, se empieza a secar y tiende a arrugarse con facilidad”.

Además del deterioro en su imagen física, los presidentes al dejar de transmitir confianza, certidumbre y credibilidad merman también su imagen pública.

La especialista en imagen política, Bárbara Stella Miranda Delgado, señala que “mantener una buena imagen ayuda a promover cómo es que los presidentes saben cumplir con sus funciones de representación, toma de decisiones y liderazgo”.

Sin embargo, el impacto tanto positivo como negativo en la imagen pública de un mandatario tiene que ver con todo lo que le rodea, “en cuestión de la imagen física a pesar de portar siempre una imagen pulcra, utilizando la vestimenta y colores correctos, por ejemplo, al final los desgasta el estrés y la presión con la que viven”, comenta Miranda Delgado.

Desde otro punto de vista, en algunos de los mandatarios no se perciben cambios radicales en su apariencia, como es el caso de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, Miguel de la Madrid y el mismo Carlos Salinas.

Al no reflejar un desgaste físico tan notorio, la especialista en imagen política, Miranda Delgado indica que esta cualidad “tiene que ver con la parte interna de las personas, hay gente que tiene mucha más fuerza y es más dura, sin embargo hay quienes no poseen estas características”.

Miranda Delgado expresa que “desde los presidentes panistas, se mermó la imagen de ese presidente fuerte y poderoso, y ahora (con Enrique Peña Nieto) se perdió más, dejando además al partido que lo llevó a la presidencia en una posición sumamente vulnerable, lo cual atrajo un resultado electoral como el que tuvimos en julio pasado”.

En relación con Andrés Manuel López Obrador, Miranda Delgado señala que el presidente electo tendrá que aprender a manejar sus emociones, ya que “físicamente no es lo mismo un presidente que hoy sale de casi 50 años, a un presidente que va a salir de 70”.

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