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¿Quién dijo miedo? Aquí todos los “muertos” son amigables: la parca, el diablo, La Llorona y, aunque parezca raro, Cantinflas y La Doña hasta se llevaron bien, cuando en vida no se toleraban. Aquí todo es alegría. Bueno, hasta Juan Gabriel se unió a los festejos.
Chicos y grandes se preguntaban: ¿Y dónde está José José? Por lo que alguien respondió con humor: “Con eso de que la malvada Sarita dividió sus cenizas, está difícil que venga”.
Definitivamente este domingo no fue como los otros. Desde temprana hora, la plancha del Zócalo fue tomada por familias enteras, pues todos querían ver “a sus muertos”.
Muchos se quedaron con las ganas, pues aun cuando la mayoría llegó desde las 11:00 horas, parece que los que tenían los mejores lugares durmieron en el sitio, pues ya estaban instalados y no se movieron ni un centímetro.
Todos alcanzaron a ver —ya sea desde la cima de un árbol, banca, puesto de revistas o sobre los hombros de alguien más— a Frida Kahlo en una gigantesca cama, acompañada de mariachis que entonaron El Quelite, lo que hizo que hasta la gente de Palacio Nacional aplaudiera.
De pronto la alegría se apagó. La lluvia se hizo presente y los niños con tristeza vieron que las calaveras eran humanos y los cartones con grandes calaveras quedaron peor que periódicos del día anterior.
La algarabía de los asistentes, carros alegóricos y participantes del contingente llenaron la calle 5 de Mayo, las avenidas Juárez y Reforma
El dios Tláloc hizo su aparición y lo que era fiesta pronto se convirtió en una corredera sin rumbo. “No se vale, no se vale”, gritaba un niño a su madre, quien estaba más preocupada por cubrirlo de las enormes gotas que caían que por ver qué sucedía con el festival de muertos. Y eso que al contingente le faltaba un buen trecho por recorrer. El objetivo era pasar por la Estela de Luz, y finalmente llegar al parque Abraham Lincoln, en Polanco.
Muchos de los “muertos” se espantaron con el chubasco y a la altura de la Torre Bancomer huyeron o se dispersaron. Como por arte de magia desaparecieron, incluidos los camiones y tráileres con los que horas antes se movilizaron las catrinas, alebrijes y calaveras de colores que arrancaron los aplausos de residentes y visitantes. La lluvia se llevó todo.
Tláloc parece que trae algo con Paola Félix Díaz, directora General del Fondo Mixto de Promoción Turística, pues el pasado jueves, durante el video mapping en el Monumento a la Revolución también cayó un aguacero. Ayer volvió a cobrársela.