“Estuve en numerosas marchas y protestas [en contra del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz] como uno más de muchos” en 1968, dice el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Graue Wiechers. Tenía 17 años y era alumno de la Escuela Nacional Preparatoria 4 Vidal Castañeda y Nájera cuando se dio el movimiento estudiantil que, afirma, “ precipitó en nuestra generación una madurez temprana y fortaleció convicciones y aspiraciones de un cambio social”.

En entrevista con EL UNIVERSAL, a partir de un cuestionario, en el marco de la conmemoración de los 50 años de la Marcha de la Dignidad, que encabezó el entonces rector de la Universidad, Javier Barros Sierra, Graue Wiechers subraya que desde ese tiempo a la actualidad, “aunque tampoco exenta de conflictos, la autonomía se ha consolidado”.

Médico cirujano con especialidad en oftalmología, el encargado de la máxima casa de estudios del país desde noviembre de 2015 reflexiona también sobre el contexto actual del que, asegura, “la corrupción y la impunidad generaron una inconformidad social que se expresó democráticamente en las urnas el pasado 1 de julio. Por eso, la forma de reconciliar a nuestra sociedad recae en tener la sensibilidad para escuchar y atender estas demandas”.

¿Cómo vivió el movimiento estudiantil de 1968 desde la Escuela Nacional Preparatoria 4 Vidal Castañeda y Nájera, tuvo usted alguna participación?

—Tenía entonces 17 años y era preparatoriano. Tenía, como todos los jóvenes de esa edad, inquietudes, aspiraciones y esperanzas. Fue también en esa edad que se adquiere conciencia social.

El movimiento de 68 precipitó en nuestra generación una madurez temprana y fortaleció convicciones y aspiraciones de un cambio social. Sí, estuve en numerosas marchas y protestas, como uno más de muchos. De hecho, aparezco en alguna imagen del libro que EL UNIVERSAL publicó sobre los eventos políticos y sociales de aquellas fechas.

¿Considera que ha habido algún momento o momentos en los que se haya visto en riesgo la autonomía de la Universidad como hace 50 años?

—No, no creo que se haya vuelto a violar a la autonomía como en 1968. Desde esas fechas, aunque tampoco exenta de conflictos, la autonomía se ha consolidado.

¿Cuál considera que es la principal herencia del movimiento estudiantil al país, y a los jóvenes?

—Quienes marcharon hace 50 años abrieron las primeras grietas en un sistema político que se resistía a conceder libertades elementales a sus ciudadanos.

Como consecuencia del movimiento se empezaron a fraguar posturas y acciones en torno al pluralismo democrático, la equidad de género, la tolerancia, la diversidad sexual e ideológica, el respeto al medio ambiente, la transparencia y el combate a la corrupción.

Lo ocurrido en 1968 se considera un punto de quiebre en la construcción de la democracia en México, ¿los jóvenes están menos politizados e ideologizados que entonces?

—Todas las generaciones son distintas y responden a los problemas de la época en la que viven. Sus inquietudes, esperanzas y aspiraciones son determinadas por circunstancias históricas y es difícil establecer comparación. Pero sí podemos decir que en México hay un antes y un después del movimiento de 1968.

El Estado respondió con excesos

¿Cree que el país llegará a saber con exactitud qué se dio en esa represión en ese año y por qué la masacre en la Plaza de las Tres Culturas?

—Hay muchas versiones de la secuencia de los acontecimientos en la Plaza de las Tres Culturas y de los responsables de los trágicos acontecimientos. Lo que no cabe duda es que fue una etapa en la que el Estado respondió con excesos, autoritarismo e incomprensión frente a las demandas legítimas de cambio y libertad.

Diversos personajes nos han dicho que no se ha hecho justicia para las víctimas, ¿coincide con eso?

—Por supuesto.

¿Qué opina de la propuesta del nuevo gobierno de crear una comisión que investigue los hechos del pasado?

—Me parece que todo esfuerzo por esclarecer la verdad histórica debe ser siempre bienvenido.

¿Cuál sería el mejor homenaje que se les debe hacer a los luchadores y víctimas de 1968?

Reconocer que de esa lucha se derivaron muchos de los valores y derechos ciudadanos de los que hoy gozamos.

¿La Universidad Nacional Autónoma de México qué hará al respecto?

—Recordaremos los momentos históricos más significativos. Además, durante las próximas semanas se llevarán a cabo eventos académicos y culturales de diversa índole para resaltar los logros del movimiento de 1968.

La conmemoración concluirá en el mes de octubre con la reinauguración del Memorial del 68 que presentará los recuerdos de esa época con la suma de las aportaciones de otras instituciones de educación superior, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Contará con un repositorio digital sobre la documentación correspondiente, de acceso público y las aportaciones y documentación sobre los nuevos derechos adquiridos a raíz del movimiento. Será un espacio interactivo y museográfico.

¿Considera que la figura del entonces rector Javier Barros Sierra tiene el peso histórico de lo que enfrentó en aquellos días para la autonomía de la Universidad?

—Sí, el rector Barros Sierra se ha convertido en el símbolo legendario de la defensa de la autonomía universitaria.

¿Qué dejó el movimiento de 1968 a la UNAM?

—Nos dejó el recuerdo de momentos trágicos que han sido superados, pero nunca olvidados. Nos dejó el aprendizaje de la importancia de la autonomía y de continuar la lucha por los valores ciudadanos.

Reflexiones 2018

En su opinión, ¿cuáles son los factores que intervinieron para que Morena haya obtenido la Presidencia de México y la mayoría en el Congreso de la Unión y en los estados?

—Nuestro país presenta profundas desigualdades e inequidades. Este era el caso antes del movimiento de 68 y lo sigue siendo. Esto recae, en buena medida, en el origen de la inseguridad y la desesperanza en los sectores sociales más vulnerables.

A la par, la corrupción y la impunidad generaron una inconformidad social que se expresó democráticamente en las urnas el pasado 1 de julio.

Por eso, la forma de reconciliar a nuestra sociedad recae en tener la sensibilidad para escuchar y atender estas demandas.

Como médico cirujano, ¿cuál es su diagnóstico del país? ¿Qué temas tienen estado crítico, cuáles hablan de un paciente grave?

—México es una gran nación con grandes instituciones. Indudablemente la impunidad ante el delito y la corrupción son los temas más urgentes a atender. Con ello debe mejorar la seguridad y la confianza del país en las instituciones.

Si el país tiene esta enfermedad no tengo ninguna duda que el mejor tratamiento es la educación y atender los problemas de forma honrada, con trabajo y optimismo. Ofrecer oportunidades a los jóvenes para desarrollarse profesionalmente es un modo certero de atender los problemas del presente y del futuro.

¿Cómo califica el proceso electoral?

—México experimentó el proceso electoral más grande en su historia. Pudimos evidenciar la notable participación de la ciudadanía, que no sólo salió a votar, sino que se comprometió a llevar a cabo responsablemente las votaciones el día de la elección. Fue una verdadera muestra de democracia que apunta claramente hacia la necesidad de generar un cambio en favor de un país más igualitario, justo y pacífico.

¿Qué le dice esta nueva alternancia para la democracia mexicana?

—Creo que el país votó, más que por los partidos, por un cambio, y todos tenemos que responder a esa demanda.

Una vez que tengamos el cambio de gobierno, ¿cuál es el principal reto que enfrentamos como mexicanos ante este nuevo escenario, en qué país tenemos que pensar?

—El reto es entender que necesitamos renovar esfuerzos, construir una cultura de la honradez, y cultivar confianza y entusiasmo de que podemos lograrlo. Debemos pensar —y yo estoy convencido de que así es—, que México tiene un espléndido futuro fincado en nuestra historia, en la cultura y en todo aquello que hemos construido.

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