La aparición de cuatro casos de hepatitis infantil aguda de origen desconocido en Nuevo León, México, desató preocupación entre los padres de familia, que buscan saber qué tan grave o qué tan fácil es que se contraiga.

La fue informada por primera vez el 5 de abril de 10 casos en Escocia detectados en niños menores de 10 años, sin dolencias previas.
 
Hasta el martes pasado, sumaban 348 casos probables de hepatitis de origen desconocido en 20 países, con 70 casos adicionales en otros 13 países pendientes de clasificación.


La edad de los niños afectados oscila entre un mes y 16 años, y en ninguno de los casos se han detectado los virus habitualmente asociados a estas dolencias (los de las hepatitis A, B, C, D y E).

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La razón por la que esta enfermedad ha causado preocupación, además de su origen desconocido, es que la décima parte de los niños afectados han sufrido insuficiencia hepática y requerido de un trasplante. Al menos ocho menores han perdido la vida: cinco en Estados Unidos y tres en Indonesia.


“La hepatitis no es común en los niños, especialmente la hepatitis que no está relacionada con uno de los virus de la hepatitis. Por eso se han señalado estos casos como de origen inexplicable hasta ahora. No hay muchos casos, pero son lo suficientemente significativos como para justificar una investigación más profunda”, advirtió a CNN la doctora Leana Wen, médica de urgencias y profesora de política y gestión sanitaria en la Escuela de Salud Pública del Instituto Milken de la Universidad George Washington.

Explicó que los síntomas iniciales de la hepatitis: náuseas, vómitos, dolor abdominal, fiebre, fatiga o dolor de articulaciones, también se presentan con otras enfermedades, por lo que suelen confundirse. Los signos posteriores, detalló incluyen orina oscura y heces de color claro, así como ictericia, es decir, cuando la piel y el blanco de los ojos se vuelven color amarillo.

Estos últimos síntomas, sobre todo si van acompañados de problemas virales, son la señal de alerta para que los padres lleven a sus hijos al doctor.

Wen indicó que además, como la causa de esta hepatitis infantil aguda aún no está clara, “no podemos decir qué medidas ayudarán a prevenirlos. Si, efectivamente, hay una relación con el adenovirus, entonces serían útiles las mismas estrategias que hemos estado utilizando a lo largo de la pandemia de coronavirus, como lavarse bien las manos con agua y jabón e instar a la gente a quedarse en casa cuando esté enferma”. 

Ante las versiones de que la hepatitis infantil aguda esté relacionada con la vacuna del Covid-19, o pueda ser una secuela de esta enfermedad, Wen lo ve “poco probable”; la mayoría de los niños, por su edad, no habían recibido la vacuna. Y no todos han enfermado de Covid-19. 

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