Desde un día antes los niños y mamás preguntan “¿cuándo van a dar la calaverita?”, apenas es 31 de octubre y esperan con ansia lo que se está convirtiendo en una tradición en la tienda de abarrotes y cremería “El Angelito”, ubica en la colonia Santa Fe. Las cajeras y trabajadoras del establecimiento les recuerdan “es hasta el primero de noviembre, se va a repartir desde las 8 de la noche”.
El día ha llegado, niños, adolescentes y hasta adultos se disfrazan. Es primero de noviembre y saben que les van a dar su calaverita. Se esmeran porque saben que al final los mejores disfraces se llevan un premio sorpresa. Son las 6:00 de la tarde, las brujas, cráneos y payasitos se acercan a la tienda de la calle Grito de Dolores, para las 7:30 pm la fila ya abarca tres cuadras.
Son las 8:00 pm en punto, Leonor, en vestido negro con listones rojos, velo y maquillaje de calavera de azúcar, les da indicaciones, “una sola fila y no se vale volverse a formar”, las cajas de cartón se abren y comienzan a repartir dulces, chocolates, chicharrones. Los mejores caracterizados se llevan un vaso especial de golosinas. Las brujitas y catrinas están llenas de purpurina, hay uno que otro zombie que en verdad atemoriza, payasos y hasta perritos que llevan gorro.
La fila se reduce, los niños se organizan con sus familiares para seguir de casa en casa y pedir más dulces. Los mejores disfrazados esperan, se hace una votación. Este año hubo un empate entre una monja maldita y un pequeño “Pennywise”, les dan un balón, más chocolates y se toman la foto del recuerdo.
Agotados y felices, los organizadores se abrazan y bromean, año con año reciben a más de 300 niños. Todos se van a casa con un caramelo, ese es el objetivo: compartir un poco de felicidad más la ilusión de ser alguien distinto por lo menos un día del año.
Guadalupe Ramírez, propietario de “El Angelito”, menciona que lo hacen para conservar las tradiciones mexicanas y por el estimulo de querer darle a los niños.
apl