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Tócate, porque a mí ya me tocó

Pilar Orta Valtierra, descubrió hace siete años una bolita que le molestaba en uno de los senos al mover el brazo; lo que al principio fueron buenas noticias, se convirtió en tres operaciones en total y una serie de quimioterapias

Foto: Especial
21/10/2018 |10:55
EL UNIVERSAL San Luis Potosí
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“Te asustas te da miedo pero al final lo tienes que enfrentar, es muy difícil porque te va agotando todo este proceso”.

Pilar Orta Valtierra, descubrió hace siete años una bolita que le molestaba en uno de los senos al mover el brazo. Por iniciativa propia le solicitó a su ginecólogo le extirpara aquél cuerpo extraño, aunque la sugerencia del especialista fue esperar algunos meses y confiar que desaparecería con tratamiento, dado que la mamografía y el ultrasonido no habían detectado nada irregular.

Tras someterse a la primera operación, lo que al principio fueron buenas noticias, se convirtió en tres operaciones en total y una serie de quimioterapias. Los exámenes realizados a aquella bolita detectaron que las células que la rodeaban eran cancerígenas, pero el camino más duro iniciaría después de mes y medio de la primera intervención quirúrgica.

“Con la palabra cáncer no sabes si estás al filo de la muerte”, Pily, como la llaman sus amigos y conocidos, admite que conocer esta información fue un golpe muy fuerte, porque en un inicio le mencionaron que los ganglios habían salido limpios.

“Después de la primera operación me mandaron con el oncólogo y él me platica en dos horas todo lo que me iba a pasar…y yo tomé la decisión de extirparme los dos pechos”.

Pily reconoce que previo a esto no se realizaba la autoexploración, por lo que reconoce la importancia de que cada quien conozca su cuerpo, porque fue precisamente la sensación de algo extraño la que la llevó a detectar el cáncer a tiempo, “la verdad crees que no te va a tocar; nunca lo hacía (autoexploración) porque no tenía herencia de familia”.

Ella asegura que además del apoyo de su esposo, su familia y sus amigas, le ayudó asumir una actitud optimista ante el proceso y pensar que cada operación, cada quimioterapia era un paso menos para salir adelante.

“Yo me acuerdo perfecto que estaba súper bien y como me dijeron que había salido muy bien la operación, que los ganglios estaban limpios; de repente me dicen que me van a mandar con el oncólogo médico; me dicen que sí me van a dar quimioterapias después de que me habían dicho que había mucha posibilidad  (…) ese día lloré todo el día y en la noche me dolía la cabeza, el oído que me iba a reventar, no podía hablar… me sentía fatal y yo solita pensando me dije…yo misma me estoy boicoteando”.

Pily tomó fortaleza del amor a su familia, de su esposo, quien aún los días en que no podía levantarse de la cama por el dolor y las secuelas de la operación, la abrazaba contra su pecho y le ayudaba a seguir adelante; tomó fuerza de las ganas de ver a su hijo de apenas cinco años crecer, tomó tanta fuerza que incluso consoló el llanto de su madre y sus amigas, antes y después de cada operación a la que fue sometida.

“Lo que hice fue no pensar tanto en lo que estaba viviendo, sino pensar que en un año y medio este proceso va a terminar”

La última intervención a la que Pily se sometió fue para colocar un catéter en la parte superior de su pecho para poder recibir por allí las quimioterapias y evitar más daño a las venas.

Para Pily este proceso la cambió, “esto te da un cambio de chip porque la verdad de repente te quejas de cosas tan simple o cosas tan pequeñas (…) y lo tomas como que tienes una segunda oportunidad”, y no solo eso, ella buscó llegar más allá “y me dije tengo que hacer algo porque no quiero que mucha gente pase por esto”.

Como juego, comenzó a dar platicas a las personas cercanas y pronto ya se encontraba ante un auditorio de 300 mujeres, algunas de las cuales tras escucharla, se acercan y le confían que aunque sabían que algo les pasaba, tenían miedo.

“A veces no nos queremos dar cuenta de que hay algo, y el porcentaje más alto de mortalidad es porque la gente no tiene un diagnóstico a tiempo o no tiene recursos”, lamenta.

“Lo más importante es que lo detectes a tiempo, yo lo puedo hablar porque lo detecté a tiempo, a mí me dolió en algún punto, pero el cáncer no duele”, advierte y recomienda la autoexploración como uno de los mecanismos para lograr la detección oportuna del cáncer de mama.

“Haz conciencia y como dice mi frase, tócate porque a mí ya me tocó”.

maria.medrano@clabsa.com.mx
gpl