A diferencia de épocas pasadas, en el siglo XXI es difícil encontrar un oficio o profesión que sea exclusiva de un género -al menos en México- y un ejemplo muy concreto es el oficio del taxista. Si bien Rosalía Orozco Sandomingo no fue la primera mujer en el país en conducir un automóvil o un taxi, sí fue la primera que recibió el emplacado como tal en junio 1960. 

En esa época, la mujer seguía teniendo en el imaginario colectivo un rol en particular: el estar en casa y encargarse de la familia, por ello que una mujer se hiciera acreedora a un par de placas para trabajar manejando un “automóvil de alquiler” causó revuelo y fue noticia a nivel nacional por un par de días.

Rosalía era una joven modista que vivía en la calle de Laguna de la Mancha en la Colonia Granada; decidió tomar clases de manejo, comprarse un automóvil y convertirse en “ruletera” ya que ese oficio le permitiría aportar un ingreso para su familia -que la apoyaba incondicionalmente - y compartió con El Gran Diario de México que no le generaba ningún temor trabajar como conductora de taxi.

“En forma amable y cortés, la nueva guiadora de “taxi” informó a EL UNIVERSAL que cuenta con licencia de chofer, desde el 3 de enero de 1959.  Con orgullo mostró su vehículo cuyo valor de $19 mil 500 está cubriendo plazos y espera terminar de pagar para que pase a ser el patrimonio de su madre y sus hermanos menores”, se lee en las páginas de esta casa editorial. 

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En esta plana de El Gran Diario de México se puede observar a Rosalía Orozco Sandomingo al volante de su taxi, cuyo mote por sus colores era “Cotorra”.  

Sus placas, otorgadas por el Departamento de Tránsito del Distrito Federal, llevaban la numeración “1-47-14” que Rosalía colocó sobre un modelo de taxi conocido como “Cotorra”. El Gran Diario de México acompañó a Rosalía durante sus primeros viajes como taxista oficial y en los textos se describe el asombro con la que la veían tanto hombres como mujeres, aunque estas últimas le expresaban su admiración por la valentía de hacer “otras cosas” y por ser “valiente” en una profesión tan poco “decente”.

Las planas del diario recogieron igualmente el testimonio de Dolores Gómez, una chica de 19 años que felicitó a Rosalía al verla detrás del volante, diciéndole “que era maravilloso que una mujer se iniciará como conductora de automóviles” y que “su ejemplo no tardaría en ser imitado, ya que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre y por ello, tiene derecho a trabajar en lo que ella quiera, por arriesgada que sea la profesión que seleccione.”

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EL UNIVERSAL realizó una entrevista a “esta atractiva mujer que por primera vez en nuestra historia se dedica por todas las de la ley a la difícil profesión”, se leía en la plana de este diario con fecha de 18 de junio de 1960.

“Desea ser un ejemplo de trabajo la joven taxista”

Con ese título, el viernes 17 de junio de 1960, EL UNIVERSAL iniciaba una serie de textos sobre la joven taxista, su historia y los retos que tenía por delante: “sin abrigar temor alguno sobre los riesgos de la actividad en la que se iniciará y con el deseo de ser un ejemplo de trabajo entre las mujeres, Rosalía Orozco Sandomingo, se enfrenta a la tarea de dar servicio a los usuarios de automóviles de alquiler, a bordo de un automóvil Chevrolet 1954”, respondió a nuestro reportero Francisco Piña V.

Al preguntarle sobre los turnos en los que prestaría servicio, ella indicó que cubriría el primero, el matutino, en compañía de su hermano de 15 años de edad, Miguel Orozco, y el segundo sería a cargo de un chofer.

Rosalía se contaba entre una de las pocas mujeres que habían tomado el curso de educación vial que entonces impartía la Dirección de Tránsito del Distrito Federal y en el que había obtenido su diploma dos años antes.

“Ella y su taxi”

Debido al éxito de esta noticia, nuestro reportero Ariel Ramos, hizo lo propio y el sábado 18 de junio de 1960, se publicaba lo siguiente: “La primera dejada de la primer mujer chofer de auto de alquiler en nuestra metrópoli.”

Ramos escribió: “Rosalía Orozco Sandomingo, atractiva morena de sólo 22 años, inició ayer sonriente y confiada en el futuro, sus labores como conductora de un automóvil de alquiler. Minutos después que el sacerdote Guillermo Ortíz bendijo, a un costado de la Basílica de Guadalupe, “su cotorra”, marcada con el número 1-47-14”.

Para no perder detalle de esta historia, El UNIVERSAL acompañó a la joven en su primer viaje, “al salir del atrio de la Basílica tomó la Calzada de Guadalupe y se dirigió al Poniente. El primer cliente le hizo la parada en la esquina de Necaxa. -¿A dónde lo llevo señor? –A la Avenida Central y Calle 10. Rosalía palideció un poco. Por ello hubo que preguntarle a su cliente “por dónde se debería ir”.

El señor Joaquín Vázquez le contestó con toda tranquilidad: “Siga derecho por la calle de Necaxa” y a continuación se inició un agradable dialogo entre ellos. “Al llegar, los contadores del taximetro se detuvieron cuando marcaron la cantidad de tres pesos con veinte centavos. A esa cifra se le aumentó el tostón obligatorio que complementa el importe del banderazo”.

Aunque menos conocidas y populares que los famosos taxis “cocodrilos”, las llamativas “cotorras” tienen su encanto y muchas personas todavía recuerdan con nostalgia aquellos Chevrolet verdes con techo amarillo y líneas onduladas a los costados.

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Aquí la fotografía completa del taxi “cotorra” estacionado frente a la Basílica de Guadalupe en la década de los años 60. Colección Villasana/Torres.

 

Y así fue, el rol de la mujer se fue expandiendo poco a poco y como se mencionaba al principio, hoy en día las mujeres en el país se pueden dedicar al oficio o profesión de su elección. Si bien es cierto que en el sector de los taxis las mujeres siguen siendo un grupo minoritario, ya no resulta tan “extraño” que una mujer sea la que nos brinde el servicio.

EL UNIVERSAL platicó con Rocío Castillo, quien actualmente es actriz y locutora y que por un tiempo ejerció el oficio de taxista. Al igual que Rosalía, Rocío vio en el automóvil una forma de generar ingresos para salir de deudas y mejorar la economía de su hogar. 

Recordando el tiempo en que se desempeñó como taxista, Rocío nos cuenta la sorpresa que les causaba a algunos pasajeros al ver que una mujer conducía el auto: “hay quienes te expresan admiración y les gusta que sea una mujer la que le brinde el servicio; en el caso de las mujeres, le decían que se sentían seguras y le expresaban su empatía agradecimiento por ser del mismo género; hay hombres que agradecen mi servicio pero también me ha tocado gente a la que no le importa el sexo del conductor”.

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Rocío a punto de abordar su carro en el que ya ocasionalmente da servicio de taxi. Cortesía Rocío Castillo. 

La locutora compartió a El Gran Diario de México que al brindar el servicio ha tenido la oportunidad de conocer a seres humanos espectaculares y de imaginarse decenas de historias debido a las situaciones que los clientes le comparten durante el viaje: “las personas te cuentan sus penas más profundas, aunque las veas por fuera a todo dar. Los varones son más reservados o se limitan… Pero pude observar que cada persona, por muy "jija de la fregada que fuera" siempre tiene algo valioso qué compartir y qué enseñar”.

Nos cuenta que no es sencillo pasar 14 o 16 horas diarias en esta actividad, que se requiere un carácter muy especial para no alterarse. Salir adelante y no quedarse de brazos cruzados esperando una oportunidad.

“Llevé familias de hasta cinco integrantes y las acomodaba muy bien para que no me multaran, después de que veía que otros taxistas las ignoraban. Nomás no podía dejarlas. Lo mismo me pasó con un chavo que llevaba a su abuelita en silla de ruedas y a un señor ya grande”, finaliza la entrevistada.

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Actualmente hay taxis rosas manejados por conductoras exclusivamente para mujeres por cuestiones de seguridad de las pasajeras. Estas imágenes son del 2012 de la base de la estación del metro Chilpancingo de esta capital. 

Nuestra fotografía principal es un taxi conocido como “cotorra” por sus colores verde y amarillo en el techo, estacionado frente a la Basílica de Guadalupe en los años sesenta del siglo pasado. Colección Villasana - Torres.

La imagen comparativa antigua es otro taxi “cotorra” prestando servicio en los alrededores del zócalo capitalino, también es de la década de los años 60. Colección Villasana/Torres. 

Fotografía antigua: Colección Villasana - Torres.
Fuentes: Archivo Hemerográfico EL UNIVERSAL. Rocío Castillo, actriz, locutora y ocasional conductora de automóvil de alquiler.

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