Por la presidencia de México no van solo dos mujeres. También se inscribieron como candidatos independientes otros personajes. Entre ellos llamó la atención Eduardo Verástegui, el actor convertido en activista cercano a la extrema derecha de México y otros países como Estados Unidos.

Verástegui ha presumido su cercanía con el expresidente Donald Trump. Ahí están sus fotos recientes, juntos en su campo de golf de Bedminster. El hombre que utilizó y seguirá utilizando a México como su piñata política es cercano a Verástegui. El actor ha sido asociado con el movimiento Qanon, que es una teoría de la conspiración enfocada en un misterioso usuario en línea que se hace llamar Q y que afirma ser un alto funcionario del gobierno estadounidense con acceso a información clasificada. Sus ideas, infundadas y bastante absurdas, que da a conocer mediante migajas publicadas en plataformas de internet como 4chan, afirman que una élite secreta de pedófilos controla el gobierno y los medios de comunicación. De acuerdo con los seguidores de Q, el expresidente Donald Trump está encabezando una guerra para derrocar a esta élite que se esconde en los discursos progresistas –los proaborto; prodiversidad sexual; proigualdad entre hombres y mujeres; etcétera— para seducir a los más inocentes y convertirlos en sus víctimas.

Verástegui quiere encabezar esa misma lucha de Q y de Trump en México. Su video anunciando su candidatura a través de la Asociación Viva México está muy bien hecho, con subtítulos en inglés. Su plataforma ha sido la película que lanzó el 4 de julio, Sonido de Libertad, que cuenta una historia basada en hechos reales sobre un agente de seguridad estadounidense que viaja a Colombia para liberar a unos hermanos de ser explotados sexualmente y al final se encuentra con que es una vasta red de pedofilia auspiciada por los más altos eslabones del dinero y poder estadounidenses.

La lucha contra la pedofilia me parece que es una con la cuál no se puede estar en desacuerdo. Lo que llama la atención es la intención de buscar la presidencia de México. ¿Por qué? ¿A quién beneficia y a quién perjudica su postulación? ¿Va a poder Verástegui librar los obstáculos que hay frente a su intención de ser candidato?

Lo primero que tendrá que hacer el actor es juntar firmas equivalentes al 1% de la lista nominal con dispersión en 17 estados. Lo tendrá que cumplir a más tardar el 6 de enero del 2024. Los recursos para lograrlo tienen que ser privados, de origen lícito, con un tope de casi 43 millones de pesos.

Aun cuando el ala de extrema derecha del PAN, el Yunque, ya se pronunció en favor de Xóchitl, hay algunas organizaciones antiaborto como Red Familia, que le ayudarán con las firmas y el dinero. A ellos hay que sumar el apoyo de un sector de la Iglesia y hasta algunos dentro de Morena que quieran dividir el voto opositor. Las firmas muy probablemente las logre juntar.

El requisito del artículo 82 constitucional, fracción III: haber residido en el país durante todo el año anterior al día de la elección, será interesante saber si lo cumple. Verástegui ha estado mucho tiempo en Los Ángeles, precisamente en la producción y promoción de su película.

Más allá de su lucha en contra de la trata de niños, lo que Verástegui representa está ya resuelto en México por la Corte que ya falló sobre el aborto y la diversidad. Si quisiera que el legislativo hiciera modificaciones, habrá que conocer quienes lo acompañarán en su proyecto. Verástegui podría ser el Milei mexicano. Tiene una buena manera de comunicar una agenda de ultraderecha pero no tiene quien lo acompañe en el legislativo.

Hoy Eduardo Verástegui es un distractor. Pero estos distractores se han convertido en fenómenos políticos y líderes en otros países. Ahí está el propio Trump en Estados Unidos; Bukele en El Salvador y Milei en Argentina.

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