El gobierno de Claudia Sheinbaum compró fentanilo a una empresa de dos conocidos políticos de Morena. Les compró también Ivermectina. Por si fuera poco, la empresa estaba inhabilitada por la Secretaría de la Función Pública.

El más reciente escándalo de la corcholata favorita del Presidente se resume en ese sencillo párrafo. Pero las alertas que enciende son mucho más altas: el fentanilo se ha vuelto el tema más caliente de la relación entre México y Estados Unidos. Por el fentanilo se mueren 100 mil ciudadanos americanos al año y los aspirantes republicanos a la Presidencia de nuestro país vecino han propuesto bombardear a los cárteles mexicanos en nuestro territorio y mandar tropas a combatirlo. Por el fentanilo se han dado las más recientes agrias discusiones entre los presidentes Biden y López Obrador, y sus gobiernos, porque México mantiene la postura de que aquí no se produce fentanilo y las agencias de inteligencia estadounidenses sostienen lo contrario. La Cofepris ha retirado del mercado mexicano varios medicamentos que lo contienen.

En este tenso contexto, ¿a quién en el gobierno de Claudia Sheinbaum se le ocurrió comprar fentanilo? ¿A ella? ¿A alguien de alto nivel en su gobierno? Pero si ya lo iban a comprar, ¿por qué comprarlo a la empresa del consorcio de Carlos Lomelí, el dirigente de Morena en Jalisco, protagonista de uno de los primeros escándalos de corrupción del gobierno? Y ya si se lo iban a comprar a su red, ¿por qué escoger una empresa que estaba sancionada por el propio gobierno obradorista (la Secretaría de la Función Pública) y a la que perdonaron al primer amparo que les mostró? Y ya si iban a hacer todo esto, ¿por qué además le compraron Ivermectina? Se trata del medicamento por el que el gobierno de Sheinbaum enfrentó una de sus peores crisis, pues se descubrió que lo usó para experimentar una fallida cura para el Covid en cientos de miles de ciudadanos a los que nunca pidió su consentimiento, pero sí sirvió para saciar los egos académicos de un puñado de arrogantes funcionarios del gabinete de la capital del país.

Esta matrioshka de escándalos, que parte de un reportaje de Mario Gutiérrez Vega publicado anoche en el espacio a mi cargo en Latinus, dibuja a una Claudia Sheinbaum desconectada de la cancha de grandes ligas en la que pretende jugar el próximo año. Y eso que no hemos hablado de la conexión DEA con el personaje beneficiado.

SACIAMORBOS

1.- Y en el otro frente, se perfila de premio a Adán Augusto la coordinación de la campaña de Claudia. A ver si el reloj no se rompe en la cuenta regresiva.

2.- Critica Noroña a Santiago Creel: “yo no sé ni para que se anotó si sabía que lo iban a sacar… ahí va de guey, de comparsa hasta que le dijeron: oye, pues ya, la comparsa ya no la necesitamos, bájese de ahí… perdió todo por un sueño guajiro”. Plop.

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