Todas las miradas van al cuerpo técnico, y claro, son los responsables directos de la profunda crisis que vive la Selección Mexicana de futbol; las críticas también apuntan a los directivos, ese es el ejercicio más común cuando viene este cúmulo de resultados. Que si Yon de Luisa, que si Gerardo Torrado, que si Ignacio Hierro, que si Tata Martino.
Pero... ¿Quién se detiene a observar qué pasa con los futbolistas? Y debemos resaltar el “qué pasa” porque cuando se visten de seleccionados nacionales parece que viven una extraña metamorfosis. No nos muestran el nivel, por ejemplo, de Jesús Manuel Corona cuando jugaba en el Porto o en su debut en el Sevilla haciendo “túneles”, descarado e intenso para ofender e incluso dando asistencias. Tampoco es igual el Hirving Lozano del Nápoli, retador, veloz, concentrado y pícaro, al que cada vez que tocó el balón para definir contra Costa Rica la mandó al segundo piso del Azteca. Y claro que tampoco es el mismo Héctor Herrera cuando tiene minutos con el Atlético de Madrid, por mencionar a los que juegan en clubes de Europa, si trasladamos esto a los que militan en la Liga MX, los señalamientos son distintos, pero igual mostrando que no tienen el mismo rendimiento en la Selección que en sus equipos.
En el colectivo está la idea de que hay futbolistas que injustificadamente siguen en la selección como Jorge Sánchez, Luis Rodríguez, Héctor Moreno y el que se ha convertido en el favorito de muchos como tiro al blanco, Rogelio Funes Mori. Y puede ser que en algunos de estos casos, la masa de aficionados que no para de reclamar, tenga razón.