Aparecen en grupos de tres o cuatro, con chamarras, gorras y cubrebocas. Uno de ellos aguarda en la calle, mientras los otros ingresan en el lugar donde van a imponer sus condiciones.

Exigen de 20 a 40 mil pesos mensuales para que no haya problemas y las cosas se lleven en paz. Regresan de noche, una semana más tarde, a recibir el primer pago.

Algunas veces hacen salir a los encargados de los negocios para que la entrega del dinero se haga en la calle. En las cámaras de seguridad de estos lugares ha quedado registrada su llegada, la manera en la que el dinero cambia de manos, discretamente, como si se tratara de un saludo.

Se identifican como miembros de la Unión Tepito y hasta el momento existen al menos 30 reportes de extorsión en antros, bares y restaurantes del corredor Roma-Condesa.

En todos esos casos, los propietarios afectados han decidido pagar para no poner en riesgo a sus empleados y a sus clientes, y por temor a que los negocios sean balaceados o incendiados.

La extorsión ha regresado a las calles principales de la Condesa y a los bares y restaurantes más solicitados de la Roma.

Los propietarios se niegan a denunciar penalmente por miedo y por desconfianza: “Nos dicen que hay que presentar la denuncia y más tarde ratificarla”, explican. “Pero no hay garantías de que los delincuentes sean detenidos y nada nos asegura que vayan a regresar cualquier noche para buscar venganza”.

Ha pasado una década desde la noche negra que azotó el corredor Roma-Condesa con una epidemia de extorsiones y ejecuciones.

Era mayo de 2013 cuando un sujeto apodado El Oaxaco —Horacio Vite Ángel—, distribuidor de drogas bajo la órdenes de Edwin Agustín Cabrera, El Antuán, líder de lo que entonces se llamaba la Unión-Insurgentes, fue ejecutado por siete sicarios en el bar Black, en la esquina de Tamaulipas y Mexicali. Sus asesinos, integrantes de la Unión Tepito, lo dejaron sentado y recargado contra un árbol a las puertas del antro. El cuerpo permaneció ahí hasta el amanecer, que marcó un antes y un después en la historia criminal de la ciudad y sacó a flote la pugna por el control territorial entre grupos criminales que el gobierno capitalino se empeñaba en negar.

Esto desató la peor masacre en la historia de la ciudad: la matanza del Bar Heaven, en la que 13 de jóvenes de Tepito fueron sacados de ese after, ubicado en la Zona Rosa, y trasladados con la protección de policías capitalinos, que escoltaron a los plagiarios, hasta el rancho situado a más de 50 kilómetros de distancia donde los inhumaron en una fosa clandestina, bajo una gruesa plancha de cemento.

En esos meses se desencadenó un violento proceso en el que varias personas fueron asesinadas en la Roma y la Condesa. El dueño del Life, un bar que abría sus puertas en Alfonso Reyes y Saltillo, fue acribillado al salir de su negocio. Un familiar suyo denunció que se había negado a pagar derecho de piso a sus extorsionadores.

Para 2015 el control criminal de los antros del corredor era prácticamente absoluto. La Unión exigía cuotas de 20 mil pesos mensuales e incluso la Asociación Nacional de la Industria de Discotecas, Bares y Centros de Espectáculo denunció a EL UNIVERSAL que los propietarios eran obligados a permitir el ingreso de vendedores de droga que “despachaban” en los baños de los negocios y ofrecían a los interesados toda clase de productos.

Se llegó a colocar incluso a un representante del grupo delictivo junto a la caja registradora de los comercios, para que al final de la noche recabara un porcentaje sobre las ventas.

Todo esto ocurrió con la complicidad de funcionarios y policías capitalinos, mientras en la Condesa aumentaba el robo a transeúntes, el robo de vehículos y el robo a pasajeros de taxis.

En 2020 la extorsión en el corredor comercial Roma-Condesa por supuestos integrantes de la Unión Tepito llegó al punto de provocar el cierre de varios establecimientos, entre otros el Caradura, cuyos dueños alegaron “cuestiones de seguridad” y “el cobro de derecho de piso”.

Según EL UNIVERSAL, entre 2018 y 2020 la extorsión en la capital del país se había incrementado 25%. La entonces jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, sostuvo en octubre de 2021 que este delito solo se concentraba en la zona del Centro Histórico y aseguró que no había denuncias por extorsión en otras zonas de la capital. Sin embargo, los reportes llegaban desde Cuauhtémoc, Azcapotzalco, Iztapalapa, Benito Juárez, Gustavo A. Madero y Álvaro Obregón, tal y como lo registró el Semáforo Delictivo.

Hoy, antreros y restauranteros del famoso corredor comercial (cuyas identidades y el nombre de sus establecimientos omito por razones de seguridad) reportan que el cobro de piso está de vuelta: el columnista ha obtenido videos procedentes de cámaras de seguridad que revelan el modo de actuar de los extorsionadores y en algunos casos registran, incluso, sus rostros.

¿Una década después volverá la noche negra al corredor Roma-Condesa?

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