El lunes pasado, el comisario ejidal de Santo Tomás Ajusco solicitó apoyo a un grupo de trabajadores para que lo acompañaran a apagar un incendio que se había desatado en la zona boscosa.
Hacia las 4 de la tarde, a la altura del kilómetro 32.5 de la carretera Picacho Ajusco, en la alcaldía de Tlalpan, la cuadrilla encontró el cuerpo de una joven, con huellas brutales de violencia.
Se hallaba en posición decúbito dorsal. Le habían tapado la cara con un cobertor blanco con negro, según los agentes de la Fiscalía General de la Ciudad de México que acudieron al llamado.
Se halló también una toalla con los logos de un hotel ubicado en Avenida Patriotismo.
Los agentes de investigación peinaron la zona. Según el reporte que entregaron más tarde, no había en los alrededores cámaras de particulares, ni tampoco del C5. La más cercana fue hallada a tres kilómetros de distancia. En la zona boscosa donde se realizó el hallazgo no había tampoco viviendas próximas.
El agresor supo dónde tirarla.
El hallazgo no tardó en llegar a las redes. De ese modo comenzó el horror para sus familiares y sus cercanos. Una amiga vio en Twitter una imagen del cuerpo recién hallado. Los tatuajes de la víctima le resultaron familiares.
De ese modo se identificó a la joven: era la conductora Anahí Michelle Pérez Tadeo, de 29 años.
Había salido de un departamento en Narvarte desde el sábado pasado. Sus amistades señalaron que aquel día Anahí les comentó que saldría a comer.
Ya no regresó.
En el hotel señalado se recabaron las bitácoras de registro vehicular, y se pidió acceso a las videograbaciones. Según fuentes de la fiscalía, “por ser fin de semana el hotel tuvo mucha afluencia y bastantes registros vehiculares”.
Anoche, las autoridades seguían a lo largo de 35 kilómetros, a través de las cámaras dispuestas entre la Avenida Patriotismo y la alcaldía de Tlalpan, la posible ruta del feminicida.
Por medio de entrevistas, los agentes levantaron un perfil detallado de la víctima, así como de su círculo de relaciones. Anoche se analizaban también las interacciones de sus redes sociales en los días inmediatos a su desaparición.
Anahí Michelle relató en una entrevista que abandonó la televisión veracruzana (era oriunda de Coatzacoalcos) para probar fortuna en la capital del país, como conductora de deportes. Llegó a la ciudad en un ADO y con 2 mil 500 pesos. Tenía una hija de solo cinco años. Buscaba empleo como modelo.
En entrevistas y redes sociales, Anahí dejó un amplio registro de sí misma: el registro de una vida violentamente arrebatada.
En la zona boscosa de Tlalpan han sido hallados varios cuerpos de mujeres violentamente asesinadas. La primera apareció en 2016, precisamente en la colonia Santo Tomás Ajusco. Dos años más tarde fue hallado otro cuerpo en las cercanías de la colonia Magdalena Petlacalco.
En 2019 se localizó un tercer cadáver, nuevamente en Santo Tomás Ajusco, y en noviembre de 2020 se descubrió uno más en el Camino a Xicalco.
La saña del homicida había ido en aumento. La policía creía que parte de esa violencia tenía como fin evitar que las víctimas fueran reconocidas.
En mayo del año pasado la fiscalía capitalina aprehendió a un taxista que se movía en la zona, como presunto responsable de algunos de estos asesinatos.
Desde 2016 había quedado claro, sin embargo, que el Ajusco “era un tiradero de mujeres”, según lo definió un investigador.
Siguieron las muertes y la policía volvió a tropezar con la ausencia de cámaras.
Hace unos días el gobierno federal presumió una supuesta baja en los feminicidios, alegando que en enero de 2021 habían bajado alrededor de 32%. La realidad atroz vuelve a alcanzarnos: en 2019 hubo 973 casos; en 2020 se registraron 978. Cerramos 2021 con 1,004 carpetas abiertas por este delito: la cifra histórica más alta desde que se comenzó a medir en 2015.
Un golpe más de realidad.