El miércoles pasado EL UNIVERSAL informó que, por primera vez, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) lanza una campaña enfocada directamente hacia los hombres, a fin de erradicar la violencia de género. Desde ese día los spots se transmiten en radio, televisión, redes sociales y se publican en medios. Tiene sentido tal decisión: nueve de cada diez ataques contra las mujeres mexicanas son perpetrados por varones (), ya sea en la calle, el trabajo, un centro educativo, o en su mismísimo hogar.

El primer mensaje es buenísimo porque va directo al centro de esa masculinidad tóxica que millones de mexicanos pudimos hacer recibido como educación y que otros tantos millones siguen absorbiendo en sus casas, colegios, círculos familiares y de amistades: tiene que ver con aquello de que había que ser “macho”, muy macho, y por tanto había que suprimir cantidad de emociones. Era eso de que no debíamos llorar, que chillar era de niñas o “viejas”, que nosotros debíamos ser “hombrecitos” y comportarnos “muy machitos”.

Nos lo decían e inoculaban en las películas (Pedro Infante, Jorge Negrete y anexas), en la televisión (cualquier comedia), en la radio, luego en los videos (las letras de canciones), que lo nuestro era ser muy duros, agresivos, violentos, peleoneros, gandallas, mujeriegos, infieles, ojetes, racistas, misóginos, homofóbicos, más lo que usted guste reconocer y agregar. Bien machotes, pues, y nos vemos a la salida, perro.

Spot 1. Un niño está parado en un baño a media luz. Tiene en la mano derecha un teléfono móvil. A su espalda se aprecia un espejo grande. Voz en off: “Toda la vida te han dicho: ‘Sé un hombre. No te dejes. No llores. Tú eres fuerte. Sé un hombre de verdad’.” El niño vira hacia el espejo y en un instante se empieza a transformar. Endurece la mirada. Ya es un pequeño desgraciado, un mocoso retador de mirada hostil, así que arremete con un puñetazo contra la cámara. Se desvanece la imagen y el sicario en potencia reaparece golpeando a un compañero de escuela hasta que lo tunde en el piso. Convertido en adulto, el tipo se droga y en el trabajo, con tantito poder que tiene, se siente con el derecho de acosar a mujeres que, según cree, no resistirán sus repulsivas insinuaciones y sus nauseabundos toqueteos.

La campaña solo durará hasta el 12 de diciembre, lo cual francamente me parece muy poco tiempo. Es un espacio de una gran avaricia en términos de comunicación social, a todas luces insuficiente para el tamaño del problema de violencia contra las mujeres que empantana a este país. Es como si el gobierno federal estuviera convencido de que el machismo fuera a desaparecer en un mes y cuatro días. Invertir 24 millones de pesos y 27 jornadas de promoción en esta campaña puede leerse de dos maneras: primero, qué bueno que se da este paso, es loable vencer resistencias patriarcales, pero al final qué lastima que se haga de manera tan limitada, discreta, fugaz, casi a escondidas, como si la campaña avergonzara o fuera a enojar a ciertos aliados poderosos. Vaya, como si no fuera prioridad del Estado mexicano combatir con reciedumbre este flagelo que cuesta entre nueve y once vidas de niñas, adolescentes y mujeres al día.

Posadas, navidades, años nuevos y reyes hubieran sido buenos momentos para captar la atención de niños, adolescentes y jóvenes que desde hace dos décadas han sido severamente idiotizados por la vida macha que predomina en este país adorador de la santa muerte y el narco way of life. Pero bueno, veámoslo positivamente: al menos es un arranque.

“Estamos queriendo hablar con los hombres, hacer que este sector de la población se cuestione el costo que tiene para ellos el patriarcado, el machismo, esta condición socialmente aprendida de lo que debe ser un hombre y una mujer. Y esa idea tan errónea y tan grave de no reconocernos como iguales. La campaña llama a cambiar, nos dice que todas y todos trabajemos por esta transformación de las conciencias”, comentó en entrevista con este diario Nadine Gasman, titular de Inmujeres, y abundó:

“Lo que nosotras hemos trabajado, y vamos a seguir haciéndolo porque es prioritario para Inmujeres, es el empoderamiento de las mujeres, pero hoy es tiempo de dirigirnos a los hombres porque son ellos los que tienen que cambiar. Si ellos son parte del problema, también tienen que ser parte de la solución”.

Yo creo que en este caso debemos suprimir el “todas” que Gasman menciona al final del párrafo previo, salvo que aludiera a las madres y abuelas que también consienten y fomentan el machismo de sus engendros.

Ya lo he teclado: no nos hagamos güeyes, este es un asunto nuestro, de los hombres, que debemos cambiar; debemos deconstruirnos y resetearnos hasta extirpar por completo nuestros muchos machismos y los de todos los hombres que nos rodean, porque si cada uno de nosotros suprimiera el machismo individual que carga pero consintiéramos las misoginias que prevalecen en otros hombres con quienes convivimos, nos estaríamos convirtiendo en sus cómplices y poco cambiarían las cosas. Sería una gran simulación colectiva del Club de Tobi nacional.

La verdad. ¿O no?

BAJO FONDO

El Plan B del Presidente y Morena para retomar su reforma electoral está condenado al fracaso, si es que pretenden colar a través de leyes secundarias lo que no podrán lograr con reformas constitucionales, ya que carecen de suficientes votos para tal cosa. En el programa de Debate Con los de casa de EL UNIVERSAL nos lo confirmó así Luis Carlos Ugalde, el ex consejero presidente del IFE, que de esto sabe un montón. Mire usted:

1.- Cambiar el nombre de INE a INEC (Instituto Nacional Electoral y de Consultas). No pueden, requieren reforma constitucional.

2.- Reducir el número de diputados de 500 a 300. No pueden, se requiere reforma constitucional.

3.- Bajar el número de senadores de 128 a 96. No pueden, se requiere reforma constitucional.

4.- Elegir por voto popular en elecciones abiertas a consejeros del INEC y magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. No pueden, se requiere reforma constitucional.

5.- Recortar el número de consejeros del INEC de once a siete. No pueden, se requiere reforma constitucional.

6.- Dotar de financiamiento público a partidos políticos sólo en periodo electoral. No pueden, se requiere reforma constitucional.

7.- Disminuir porcentaje de participación en una consulta popular de 40% a 33% para que sea vinculante. No pueden, se requiere reforma constitucional.

8.- Eliminar los órganos electorales locales. No pueden, se requiere reforma constitucional.

Así que, salvo que el PRI haga un PRI y se vuelva a aliar con Morena, nada violentará ya al INE en cuanto a la esencia de lo que tenemos como institución electoral, aunque ciertamente padecerá severos recortes de recursos.

Dicho de otro modo, la gigantesca marcha a la que ha convocado el Presidente (él y sus seguidores tienen derecho a manifestarse cuantas veces quieran) es una forma de matizar su derrota en este tema. Es una manera de que su gente no se sienta abatida antes de cerrar el año, porque en el 2023 se les viene una elección, la del Estado de México, en la cual no solo han puestos todas sus esperanzas de triunfo, sino que ahí invertirán toda la fuerza partidaria y los recursos económicos con los que cuentan.


jp.becerra.acosta.m@gmail.com
Twitter: @jpbecerraacosta

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