La mayoría de las personas fracasan en la vida no porque no alcancen sus metas, sino porque no las persiguen con suficiente tenacidad y decisión. —Walter Chrysler

A ver, así está la cosa: según el Peje, Lázaro Cárdenas cometió un error histórico al elegir como su sucesor a Manuel Ávila Camacho, un “conservador”, sobre Francisco J. Múgica, un político radical de izquierda. Si el Peje quiere ser el mejor presidente de México, queda claro que él no cometerá el mismo error de nombrar a “un conservador”. Atentos, el Peje quiere ser “el mejor presidente de México”, uno mucho mejor que el Tata Lázaro, quizá mucho mejor que Don Benito, un digno representante futuro para los billetes de a veinte varos.

Si nos atenemos a esa declaración, la línea está trazada: #EsClaudia, (o, ya de perdis es Adán). Seamos más claros, si nos atenemos a lo que dijo López Obrador el 18 de marzo en el Zócalo: #NoEsMarcelo, el “zigzagueante”.

Para mí, Ebrard sería un gran candidato y tal vez será un gran presidente. El tipo es un político nato, formado en el pragmatismo, enfocado en la solución de problemas mucho más que en la grilla, sin rencores estúpidos, sin recelos ni vendettas guardadas. Cosmopolita, entiende el mundo y, lo más importante, entiende hacia dónde está girando el mundo. El carnal no está peleado con la generación de riquezas y sería una magnífica opción para las clases medias… justo por eso, una pésima opción para el radicalismo de Palacio Nacional.

El canciller puede convertirse en el eterno aspiracionista o en un parteaguas de la historia contemporánea. Sin embargo, si están jugando a las encuestas, el panorama se ve muy sombrío. ¿Alguien realmente confía en ellas?, ¿neta, no ven que el único encuestado será el Peje?, ¿piensan que existe el fair play en la mente de López Obrador?, ¡ja, ja, ja!

Pero la cosa cambia si, como dice el Presidente, asumimos que ya no caben las medias tintas, Ebrard no puede ser el candidato de Morena por una razón simple: a diferencia de Claudia, él sí tiene un proyecto político (échele un ojo a mi texto de la semana pasada, “La corcholata sin gas” (http://bit.ly/3JKz5nY). López Obrador busca a un candidato que no piense por sí mismo, que le dé continuidad a su proyecto, o sea que no tenga un proyecto propio, ni personalidad, ¿entonces?

A Ebrard no le quedará más que el camino de la confrontación o de la sumisión. Cuando el Canciller ha tratado de ser radical, de quedar bien con el discurso polarizado del Presidente, las cosas no han salido nada bien. Es claro que el ala radical no lo fuma, lo detesta, no convence a ninguno de ellos. Lo más probable es que Ebrard termine reventando y confundiendo a los moderados que lo siguen.

No creo que veamos a un hombre como él rompiendo con la 4T, pero si pasara es muy probable que tuviese el apoyo, casi inmediato, de una oposición desdibujada, sedienta de cuadros y liderazgos. Quién sabe qué tanto le pegue a su imagen el hedor rancio del PRI y del PAN y del PRD, ¿y con MC?, ¿Y si fuera toda la oposición con él?... ¡Nah!, ese tiro no se lo va a aventar, ¿o sí?

Lejos de partidos, lo más claro hoy es que el único capaz de ganarle a Claudia Sheinbaum en la boleta, se llama Marcelo Ebrard.

De Colofón.- En Quintana Roo se quieren pasar de lanza con aplicaciones de transporte como Uber, Rodrigo Alcázar, el director de Movilidad en el Estado, propone cobrar un 6% de impuesto por viaje, mientras el promedio en el país no rebasa ¡el 1.5%!

Dicen que la cifra es porque la gobernadora, Mara Lezama, gobierna algo parecido a Nueva York, aunque en la gran manzana no hay taxistas que amenazan de muerte a la competencia. Y todavía faltan 558 días para que termine el sexenio.

Sígame en @LuisCardenasMx y ahí seguimos grillando.

 

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