Allá vienen

los muertos tan solitos, tan mudos, tan nuestros,

engarzados bajo el cielo enorme del Anáhuac

María Rivera

Desde el sexenio de Calderón, las estadísticas del México rojo se volvieron un arma política. El macabro conteo de asesinatos diarios sumaba cientos, miles y, al final, cientos de miles de muertos, la mayoría producto de la guerra entre las mafias y el Estado.

Desde el Operativo Conjunto en Michoacán, el 11 de diciembre de 2006, han pasado 18 años y 3 meses. En aquel entonces, se apostó a mandar al Ejército con toda su fuerza contra la delincuencia organizada. Hoy, poco ha cambiado.

El país está peor. Con Calderón hubo 120 mil muertos, con Peña Nieto 156 mil y con López Obrador 189 mil. En total, 465 mil asesinatos en casi dos décadas. Una masacre histórica.

López Obrador intentó cambiar las estadísticas a su favor, pero la realidad se impuso. Terminó su gobierno con casi 70 mil asesinatos más que su némesis, Calderón. Sin embargo, fiel a su costumbre, AMLO promovió dos pilares narrativos: 1) a “herencia maldita”, que culpa al pasado de todos los problemas. 2) La “tendencia a la baja”, una maroma estadística que compara homicidios en distintos periodos, según convenga.

Sheinbaum intentó jugar la misma carta. Presumió una baja en homicidios dolosos, pero el hallazgo del rancho del horror en Teuchitlán desmoronó su discurso.

Los desaparecidos nunca formaron parte de la narrativa de la 4T. Estadísticamente, no son homicidios. Pero en la práctica, la mayoría de los desaparecidos terminan muertos, muchos de ellos literalmente “borrados” con fuego o ácido.

Por eso, López Obrador despidió a Karla Quintana como comisionada de búsqueda, cuándo la realidad le atestó un golpe a su estrategia política y decidió, fiel a su estilo, culparla de opositora. La estrategia de AMLO nunca fue encontrar desaparecidos, sino esconderlos.

Ahora, ante la presión por Teuchitlán, Palacio Nacional parece dispuesto a cambiar su discurso. Ya no hablan solo de “otros datos”, sino de buscar cooperación entre niveles de gobierno, sin importar su origen partidista. ¿Será cierto o solo un ajuste retórico?

La declaración del fiscal Gertz Manero ayer fue un golpe: admitió que el rancho Izaguirre fue revisado en 2024 por la Guardia Nacional y la fiscalía estatal… y que no encontraron nada. ¿Ineptitud o encubrimiento?

La gran pregunta es si la investigación llegará hasta donde duela, o se quedará en lo políticamente conveniente.

De colofón: el lujo de la revolución

Noroña se fue en primera clase a Europa. Pero lo más lujoso no fue el avión.

José Emilio Pacheco escribió este poema que aparece en su libro Desde Entonces:

“Ya somos todo aquello / contra lo que luchamos a los veinte años”.

Gerardo Fernández Noroña es la personificación de este poema.

Lejos quedó el rebelde que decía luchar por las causas sociales. Hoy es la caricatura de sí mismo. Y la historia lo juzgará… y gacho.

Google News

TEMAS RELACIONADOS